Diario de un confinado
14/04/2020 | 11:23 |
Adrián Cragnolini
Habrá que hacerse a la idea.
El confinamiento, la vuelta a la normalidad, la realidad que hallaremos.
Será más largo, será más lenta, será diferente.
Cuando nos llamaron a reclusión domiciliaria nos dijeron que serían dos semanas. Muchos se quedaron con esa parte de la información. La segunda línea contenía algunos términos como “prorrogable” o “hasta que la pandemia se controle”. Por el momento es una de las pocas estrategias científicas que ha demostrado ser eficaz en el control del COVID-19. Y si es necesario prolongarla para proteger la salud de la población, pues a quedarse en casa, y de ser posible, aislándose también de los advenedizos. Primer llamado a la paciencia.
Cuando finalmente la cuarentena se levante, no será en modo estampida. No será un “Yo pisaré las calles nuevamente”.
La mayoría de expertos advierten de que la cautela y el gradualismo serán los garantes de un regreso a la normalidad que no sea el origen de un rebrote del virus.
Segundo llamado a la paciencia
¿Y cuando volvamos a las calles, qué mundo nos encontraremos? Tendremos sensaciones contradictorias, seguro. Porque a la alegría de los reencuentros con personas y lugares, seguirá el impacto inmediato con una recesión económica de incierta profundidad y duración. Muy probablemente deberemos adaptarnos a nuevos comportamientos sociales.
Tercer llamado a la paciencia, y en los tres escenarios señalados, acompañados de generosas dosis de comprensión y flexibilidad.
Paciencia, comprensión y flexibilidad, primero con nosotros mismos.
Hasta mañana.