Cambio de Gobierno
01/01/2023 | 15:53 | Lo hizo ante 300.000 personas en la Explanada de los Ministerios en Brasilia. Pidió "democracia para siempre" y cuestionó la gestión de Bolsonaro. Alberto Fernández estuvo presente.
Redacción Cadena 3
Lula da Silva asumió hoy por tercera vez la presidencia de Brasil y se comprometió a "gobernar para los 215 millones" de brasileños, porque "a nadie le interesa un país en pie de guerra", al hablar desde el Palacio del Planalto, donde le impuso la banda un grupo de personas elegidos entre la población, luego de que el presidente saliente, Jair Bolsonaro, abandonara el país para no entregarle en persona los atributos del mando.
Tampoco el vicepresidente saliente, Hamilton Mourao, quiso colocarle la banda presidencial a Lula, luego de que hasta hoy el único presidente que no había entregado la banda a su sucesor era el dictador João Figueiredo, que se negó a participar de la asunción de José Sarney, en 1985.
Ante la deserción de Bolsonaro y Mourao, Aline Sousa, una mujer negra de 33 años, fue la encargada de cruzarle el símbolo presidencial -una tradición instituida desde 1910- acompañada por el cacique Raoni Metuktire, de 90 años, líder del pueblo Kayapó; además de un metalúrgico, un profesor, una cocinera, un hombre con parálisis cerebral, un artesano y un niño.
A un costado, la flamante primera dama, Rosángela da Silva, Janja, a quién adjudican la idea, miraba la escena emocionada.
Tal como lo había dicho más temprano ante el Congreso, Lula da Silva le dijo a los 40.000 manifestantes que la seguridad permitió ingresar a la explanada del Planalto que se propone "reconstruir el país" tras el "proceso de destrucción nacional" que ejecutó su antecesor, defendió a la democracia como la gran victoriosa en las elecciones e hizo un diagnóstico "aterrador" sobre la herencia recibida en términos de políticas públicas.
En el discurso en la Cámara de Diputados ante la Asamblea Legislativa e invitados extranjeros, entre ellos el presidente argentino, Alberto Fernández, Lula se lamentó por la destrucción de las políticas públicas y sobre todo por el modelo económico aplicado por su antecesor, que derivó en el regreso del hambre.
"Dilapidaron empresas estatales y bancos públicos; se entregó el patrimonio nacional. Los recursos del país fueron saqueados para satisfacer la estupidez de los rentistas y accionistas privados de las empresas públicas. Es sobre estas terribles ruinas que asumo el compromiso, junto con el pueblo brasileño, de reconstruir el país y hacer de nuevo un Brasil de todos y para todos", aseguró el líder del PT, que ya había sido presidente entre 2003 y 2010.
"Tener que repetir hoy este compromiso ante el avance de la miseria y el retorno del hambre que habíamos superado es el síntoma más grave de la devastación que se impuso al país en los últimos años", agregó.
A pesar de las críticas a su antecesor Bolsonaro, el presidente afirmó que no adoptaría un "ánimo de venganza" frente al bolsonarismo sino que su propósito es aplicar la ley con amplio derecho de defensa.
Lula acusó al gobierno de Bolsonaro de haber cometido un "genocidio" con el "oscurantismo y el negacionismo" aplicado en las políticas de salud para enfrentar la pandemia, que dejó casi 700.000 muertos.
En el discurso de investidura, Lula enfatizó que su prioridad en política externa será Latinoamérica, el Mercosur, la Unasur, los Brics y una relación "activa y altiva" con sus principales socios comerciales extrarregionales, como China, Estados Unidos y la Unión Europea.
Luego, en el saludo a las delegaciones extranjeras, Lula se preocupó por sumar al presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, a la foto que estaba a punto de sacarse junto a los expresidentes José Mujica y Julio María Sanguinetti. El mandatario Uruguayo ha tenido posturas recientes que marcan su desacuerdo con el Mercosur.
Por otra parte, Lula sostuvo que la campaña electoral mostró dos proyectos de país y un contraste entre democracia y dictadura y recordó el clima político de la segunda mitad de los años ochenta tras el fin de la dictadura.
"Bajo los vientos de la redemocratización, dijimos: ¡Dictadura Nunca Más! Hoy, después del terrible desafío que hemos superado, debemos decir: ¡Democracia para Siempre!", afirmó Lula.
El presidente convocó a luchar contra la ley del techo del gasto público y "poner nuevamente en funcionamiento la rueda de la economía" incentivando el consumo interno, buscando una reforma laboral para proteger a los trabajadores cuentapropistas y la reindustrialización basada en el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Los motores de este modelo industrial, dijo, serán el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y la estatal Petrobras, además de recuperar la política de medio ambiente con Brasil como núcleo internacional de la lucha contra el cambio climático.
"Ninguna nación se ha levantado ni puede levantarse sobre la miseria de su pueblo",
además prometió reactivar los sistemas de transparencia gubernamental y anunció que revocará los decretos que permitieron el acceso de armas y municiones a miles de personas: "No necesitamos armas sino educación, libros y cutura".
El flamante mandatario dijo que su gobierno buscará reparar la deuda histórica con los pueblos indígenas para proteger su territorio de las actividades predatorias sobre todo en la región amazónica y citó la creación del primer Ministerio de Pueblos Originarios.
La tensión que se sintió en Brasil tras el ajustado triunfo de Lula da Silva sobre Bolsonaro en la segunda vuelta electoral del 30 de octubre, por apenas dos millones de votos, no cedió en los días previos a la asunción de hoy.
Aparte de pedir un golpe de Estado ante los cuarteles militares, los bolsonaristas más radicalizados intentaron generar el caos con atentados que fueron frustrados por las autoridades, como hacer estallar un camión de gasolina en un punto clave de la red eléctrica, para dejar millones de personas a oscuras.
En este clima, por temor a posibles atentados estuvo en dudas hasta último momento si el mandatario usaría el tradicional Rolls Royce descapotable para recorrer los 1.400 metros que separan a la Catedral Metropolitana del Congreso. Finalmente usó ese auto junto con su esposa, Janja.
Antes de partir, Lula tuvo un gesto para con su vicepresidente, Geraldo Alckmin, un antiguo adversario de centro derecha al que convenció de unirse a la coalición de nueve partidos que finalmente ganó las elecciones, al romper el protocolo cuando hizo que su vice y su esposa, Lu Alckmin, subieran al descapotable, y los cuatro partieron saludando al pueblo.
Cuando cerraron el acuerdo electoral Lula le dijo a Alckmin que ambos gobernarían juntos Brasil, ese gesto, y otros que tuvo durante toda la jornada, marcaron el interés del líder del Partido de los Trabajadores en poner en un plano de igualdad a su vicepresidente.
Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, asumió este domingo por tercera vez la Presidencia de Brasil para un mandato de cuatro años, ante el Congreso Nacional y con la compañía de una multitud de 300.000 personas en la Explanada de los Ministerios en Brasilia.
El Presidente brasileño asumió su tercer mandato luego de haber gobernado el país entre 2003 y 2010 y tras haber estado 580 días preso en la llamada causa de la Operación Lavajato, razón por la cual estuvo inhabilitado de participar en los comicios de 2018 ganados por el saliente presidente, Jair Bolsonaro, quien abandonó el país el viernes al viajar a Estados Unidos.
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Da Silva llegó al Congreso brasileño unos 20 minutos antes para la ceremonia de asunción para convertirse en Presidente de Brasil por tercera vez, tras haber sido recibido con honores militares por los titulares de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, y del Senado, Rodrigo Pacheco.
En la ceremonia estuvieron presentes autoridades locales y visitantes extranjeros, entre ellos la expresidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), destituida en 2016 por el Congreso.
La ceremonia comenzó pasadas las 14:30, cuando el todavía presidente electo subió frente a la Catedral Metropolitana en un Rolls Royce descapotable de la Presidencia de la República que lo llevaría hasta el Congreso, donde prestó juramento, en un recorrido de 1.400 metros.
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Lula subió al auto acompañado por su esposa, Rosángela da Silva, Janja. Pero antes de iniciar la marcha pidió que el vicepresidente Geraldo Alckmin y su esposa, Lu Alchkmin, se subieran al vehículo descapotable, cuyo uso estuvo en dudas hasta horas antes de esta ceremonia de asunción por razones de seguridad.
El gesto de Lula da Silva para su compañero de fórmula fue una muestra de la intención del mandatario de dar cumplimiento al acuerdo que forjó con Alckmin, un político de centro derecha, cuando le dijo que su función no sería la de un vicepresidente, sino que ambos presidirían juntos el país.
"Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución, observar las leyes, promover el bien general del pueblo brasileño, sustentar la unión, la integridad y la independencia de Brasil", expresó el líder del PT con la mano en la Constitución, ante un auditorio colmado, entre quienes estaban el mandatario argentino.
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Lula Da Silva, que tendrá mandato hasta el 31 de diciembre del 2026, aseguró que su asunción es la "victoria de la democracia" ante las "amenazas" de los sectores de la derecha que aún no reconocen su triunfo.
"Fue la democracia la gran victoriosa", que "superó" las "más violentas amenazas a la libertad del voto", apuntó en referencia a la campaña contra el sistema de votación que libró Bolsonaro, su rival en las elecciones de segunda vuelta de octubre pasado.
"Bajo los vientos de la redemocratización decíamos: ¡dictadura nunca más! Hoy, tras el terrible reto que hemos superado, debemos decir: ¡democracia para siempre!", enfatizó Lula Da Silva.
Según dijo, "el diagnóstico que recibimos del Gabinete de Transición es terrible".
"Los recursos sanitarios se han vaciado. Han desmantelado la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología. Destruyeron la protección del medio ambiente. No dejaron recursos para comidas escolares, vacunación, seguridad pública", lamentó.
El jefe de Estado brasileño se comprometió a asistir a las capas más pobres de la sociedad.
"Ninguna nación se ha levantado ni puede levantarse sobre la miseria de su pueblo. Este compromiso empieza por garantizar un Programa Bolsa Família renovado, más fuerte y más justo para atender a los que más lo necesitan", indicó.
En ese sentido, sostuvo que las primeras medidas del Gobierno tendrán como prioridad "rescatar a 33 millones de personas del hambre y rescatar de la pobreza a más de 100 millones de brasileños que han soportado la carga más pesada del proyecto de destrucción nacional que hoy termina".
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