Opinión
01/07/2020 | 11:23 |
Cynthia Zak
El 3 de noviembre son las elecciones presidenciales en Estados Unidos y a cuatro meses de este momento en el país se vive una crisis sin precedentes. Más bien diría una crisis “sin presidente” en donde Trump opta por guardar silencio ante la situación fuera de control producida por los contagios masivos con Covid-19 y el rampante desempleo que deja en la calle a más de 40 millones de personas y sin perspectiva de resolver la situación a corto o largo plazo.
Mientras tanto, la carrera política hacia la Casa Blanca está en todo su esplendor: Trump, más preocupado por ganar la reelección que por la situación lamentable del país, tanto en salud como en economía, y su contrincante, Joe Biden, intentando arreglar las constantes "metidas de pata" que dice y hace cada vez que aparece públicamente.
Biden, el candidato demócrata tiene larga carrera. Además de haber sido el vicepresidente de Obama por ocho años, su vida política empezó en el Senado en 1973 e inclusive intentó llegar a la presidencia en 1987.
Es un gran conocedor de los vericuetos de Washington y los poderosos lobbies, pero su historia no está exenta de escándalos y polémicas (ocho mujeres lo acusaron el año pasado de conducta sexual inapropiada y una de sus asistentes, Tara Reade, dijo que fue abusada por Biden cuando trabajaba con él hace 30 años).
Además de sus problemas con las mujeres, Biden tiene varios incidentes de comentarios racistas que su equipo trata de solucionar desesperadamente y ahora sus asesores barajan la posibilidad de que su compañera de fórmula sea una mujer y además afroamericana para calmar los ánimos de los votantes indecisos.
Con el panorama de una pandemia descontrolada (vamos a tener un promedio de 100 mil contagios por día), la economía desbaratada, la falta de liderazgo y la politización hasta del uso de las mascarillas, los votantes se inclinan a favor de Biden.
Todas las encuestas le dan entre 5 a 10 puntos de ventaja sobre Trump y en el sondeo de The New York Times y Sienna College, Biden arrasa entre los votantes negros e hispanos y aumenta su ventaja entre los jóvenes y las mujeres.
El demócrata aventaja al republicano en 22 puntos en el electorado femenino, hasta 74 puntos en el afroamericano y ha estrechado diferencias con Trump entre los blancos, especialmente que no tienen estudios universitarios (que es una gran mayoría del electorado que vota por Trump).
Con pocas excepciones, en la historia de este país normalmente quien es presidente vuelve a ganar y además los analistas tienen en cuenta lo sucedido en el 2016 cuando Hillary Clinton aventajaba a Trump por varios puntos y finalmente ella perdió las elecciones a último momento.
El modelo electoral de hoy es el mismo que en el 2016, pero el escenario es totalmente diferente con unas elecciones fuera de todo parámetro (ni siquiera está claro si los votantes van a poder ir a las urnas), movilizaciones sociales sin precedentes, una pandemia descontrolada y una crisis económica que no teníamos desde la llamada Gran Depresión.
Trump es acusado de desidia e indiferencia, aplaudiendo a los supremacistas blancos, arengando a sus seguidores a desobedecer cualquier sugerencia científica para controlar el virus y respondiendo con tuits a la mayor crisis de la historia de Estados Unidos.
Biden, por su lado, trata de posicionarse como el mejor candidato y a pesar de estar primero en las encuestas, los votantes norteamericanos son muy sorprendentes. Aún queda mucha agua por correr debajo del puente hasta noviembre para decir con certeza quién se queda con la Casa Blanca.
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