Controversia
02/03/2025 | 00:22
Redacción Cadena 3
En un movimiento sin precedentes que ha generado tanto apoyo como controversia, el presidente Donald Trump firmó este sábado una orden ejecutiva que establece el inglés como la única lengua oficial de los Estados Unidos.
La medida, anunciada desde la Casa Blanca en un discurso transmitido a nivel nacional, busca, según el mandatario, "fortalecer la unidad nacional y proteger la identidad cultural estadounidense".
Durante su intervención, Trump argumentó que la diversidad lingüística ha creado barreras en la comunicación y en la integración de las comunidades en el país.
"Somos una nación bajo un solo idioma, el inglés. Es hora de que todos hablen el mismo idioma para que podamos entendernos y trabajar juntos como americanos", afirmó el presidente.
Trump destacó que esta decisión no solo simplificará los procesos gubernamentales, sino que también reducirá costos asociados a traducciones y servicios multilingües.
La orden ejecutiva establece que todos los documentos oficiales, procedimientos legales, y servicios públicos deberán realizarse exclusivamente en inglés a partir del 1 de enero de 2026. A
demás, se exigirá a las escuelas públicas implementar currículums que prioricen el aprendizaje del inglés, eliminando gradualmente los programas bilingües. Las empresas privadas no estarán obligadas a seguir esta norma, aunque el gobierno incentivará su adopción mediante beneficios fiscales.
Reacciones encontradas
La decisión ha desatado una ola de reacciones a lo largo y ancho del país. Los partidarios de Trump, muchos de los cuales lo respaldaron en su campaña bajo la premisa de "America First", aplaudieron la medida como un paso necesario para preservar la cohesión nacional.
"Es una locura que tengamos que presionar '1' para inglés en nuestro propio país", escribió un usuario en redes sociales, reflejando el sentimiento de quienes ven esta política como una victoria cultural.
Sin embargo, críticos de la medida advierten que podría marginar a millones de personas, especialmente a comunidades inmigrantes que dependen de servicios en sus lenguas nativas.
Organizaciones de derechos civiles, como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), han calificado la orden como "discriminatoria" y prometen impugnarla en los tribunales.
"Estados Unidos siempre ha sido un crisol de culturas y lenguas. Esto es un ataque directo a nuestra diversidad", declaró María González, portavoz de una coalición de defensa de los derechos de los inmigrantes.
Expertos en política pública también han señalado que la implementación de esta medida enfrentará desafíos logísticos y económicos significativos.
Según un estudio del Instituto de Política Migratoria, más del 20% de la población estadounidense habla un idioma distinto al inglés en casa, con el español como el más común. La transición podría dejar a muchos sin acceso adecuado a servicios esenciales durante el periodo de ajuste.
Aunque Estados Unidos nunca ha tenido una lengua oficial a nivel federal, el inglés ha sido el idioma predominante desde su fundación.
Algunos estados, como California y Nuevo México, han reconocido históricamente otros idiomas en sus constituciones locales.
La decisión de Trump rompe con esta tradición de facto y se alinea con su agenda nacionalista, que ha sido una constante desde su primer mandato.
Analistas políticos sugieren que este decreto podría ser una estrategia para movilizar a su base de cara a futuras elecciones, polarizando aún más el debate sobre identidad y migración en el país.
"Es una jugada clásica de Trump: sencilla, contundente y diseñada para resonar con sus votantes", opinó James Carter, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Georgetown.
¿Qué sigue?
El Congreso, actualmente dividido, podría intentar bloquear o modificar la orden ejecutiva, aunque los expertos dudan que los opositores logren los votos necesarios para superar un probable veto presidencial.
Mientras tanto, la batalla legal parece inevitable, con varias organizaciones preparando demandas que argumentan violaciones a los derechos constitucionales de igualdad y libertad de expresión.
A medida que la fecha límite se acerca, el país se prepara para un cambio que, independientemente de su resultado, marcará un antes y un después en su historia.
Por ahora, el debate sobre lo que significa ser estadounidense —y cómo se habla de ello— está más vivo que nunca.
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