Manifestaciones históricas
19/08/2020 | 09:21 | El país europeo se enfrenta a una de las mayores crisis políticas de su historia posoviética, después de que las elecciones presidenciales desencadenaran protestas generalizadas.
Desde hace 26 años, la Bielorrusia de Alexánder Lukashenko es probablemente lo más cercano al sistema soviético. El país, referido con frecuencia entre sus vecinos occidentales como "la última dictadura de Europa", se beneficia de un conjunto de "protecciones y amortiguadores sociales", que se complementan "con la violencia y la rigidez de su autocracia", según un artículo publicado por la cadena francesa de televisión BFM TV.
Además de estos elementos, "hay un tercero, casi brezhneviano": la esclerosis y la corrupción que asolan al Estado, agrega.
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Este cóctel se ha agriado desde el 9 de agosto y la muy discutida reelección del líder Aleksándr Lukashenko a la cabeza de la nación. Muchos ciudadanos se han manifestado y movilizado desde las recientes elecciones, que según ellos se vieron empañadas por un masivo fraude.
¿Cuál es el origen de la crisis?
La crisis comenzó la tarde del 9 de agosto. Aleksándr Lukashenko se impuso en las elecciones presidenciales con un contundente 83 % de los votos contra el 10 % de su rival, la joven Svetlana Tijanóvskaya, un éxito que en principio le permitió conseguir un nuevo mandato de cinco años, el sexto al frente de Bielorrusia.
Pero esta victoria aplastante no convence a todos. Incluso dejó incrédula a la población bielorrusa, donde muchos ciudadanos denuncian un fraude masivo en los colegios electorales, los únicos capaces de haber asegurado tal resultado, creen.
Entonces comenzó un ciclo de grandes protestas, muchas de las cuales terminaron de manera violenta. Mientras se levantaban eventuales barricadas en las calles de la capital, Minsk, los manifestantes multiplicaban sus medios de acción.
Además de los actos y las manifestaciones, se observó el surgimiento de cadenas humanas, así como de piquetes en las rutas. Por otro lado, las fuerzas policiales respondieron de forma masiva y a menudo con brutalidad.
El domingo, la oposición se reunió para marchar por las calles de Minsk. Este lunes, un llamado a huelga se hizo sentir en varios sectores del mundo laboral, incluyendo a fábricas, como así también en dos grupos de la televisión pública.
¿Quién es Lukashenko?
Aleksándr Lukashenko ha logrado mantenerse al frente de Bielorrusia durante 26 años. Pero a pesar de este prolongado ejercicio del poder, su biografía es oscura más allá de las fronteras de su país.
Nacido en 1954 de una madre campesina y un padre desconocido, este dirigente inició su derrotero político al convertirse en diputado del Consejo Supremo de la República Socialista de Bielorrusia en 1990. Además, fue director de un sovjós, uno de los tipos de granjas estatales de la URSS.
En 1993, tras la caída del comunismo, presidió un comité parlamentario de lucha contra la corrupción e hizo de esa lucha su plataforma para ganar las elecciones presidenciales por primera vez en 1994.
Al parecer, plantea BFM TV, su política social –que contrasta con la ley de la selva que sucedió al comunismo en la mayoría de las repúblicas soviéticas–, le ha valido durante mucho tiempo cierta popularidad, debilitada últimamente por el desgaste del poder.
¿Qué piden los manifestantes?
Las demandas de quienes protestan en las calles son claras: la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales, o al menos un recuento de los votos, el fin de la represión, el arresto y la detención de dirigentes y la liberación de los presos políticos.
El propio marido de Svetlana Tijanóvskaya, el bloguero Serguéi Tijánovski, se encuentra actualmente preso por haber criticado al Gobierno con demasiada dureza. Por su parte, la rival de Lukashenko se refugió en la vecina Lituania tras las elecciones presidenciales.
No obstante, en algo coinciden los manifestantes a la hora de manifestar sus demandas: la salida de Aleksándr Lukashenko. Este último, que se niega a recluirse en los edificios públicos, visitó en las últimas horas una fábrica estatal de tractores, la empresa MZKT. En el lugar fue cuestionado por trabajadores, que exigieron que se retirara de la escena política.
"Ya hemos tenido una elección. A menos que me maten, ¡no habrá otra!", retrucó el presidente.
Más tarde, el líder se moderó e incluso insinuó un eventual alejamiento condicionado a la redacción de una nueva Constitución. "Vamos a someterlo a referéndum, adoptemos la Constitución y les entregaré el poder", señaló, según reporta la agencia AFP.
Las próximas horas serán claves para Lukashenko y Bielorrusia, y de la decisión política que tome su principal aliado, Vladímir Putin, parece depender su suerte. La Unión Europea, por su parte, ya mostró sus cartas: apoya a los manifestantes y pactó lanzar una batería de sanciones contra Minsk.
Informe de Marcos Calligaris.
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