Deporte argentino, tierra de frustraciones y milagros

En un sentido estrictamente deportivo, los atletas argentinos llegaron en penumbras a la célebre Ciudad Luz.

Sin plata, sin planes, sin nadie que piense en su futuro, sin responsables del área y en muchos casos, librados a la buena de Dios.

Con la fe que los empecina y el corazón que los empuja, históricamente nuestros deportistas brindaron mucho más que lo que recibieron.

Desde algún criterio de razonabilidad, desde una cierta lógica, había que pensar que casi todos los deportistas de disciplinas individuales y amateurs venían a participar, mientras otras escuadras por equipos, con un mayor apoyo y visibilidad estaban en condiciones de competir con posibilidades.

El Maligno Torres hizo su trabajo, ganó el oro y todas las elucubraciones de los sabiondos y los suicidas fueron a parar al tacho de la basura.

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En los Juegos Olímpicos de Tokio, hace 3 años, todas las medallas que obtuvo la delegación argentina fueron logradas en competencias por equipos.

Las Leonas ganaron la medalla de plata, en tanto Los Pumas 7 y la Selección masculina de vóley se adjudicaron el bronce olímpico.

En Atenas 2004, Argentina cortó una racha negativa de 52 años sin ganar medallas de oro, en ese sábado 28 de agosto histórico e inolvidable, que pudimos disfrutar.

Desde esa fecha, hasta París 2024 nuestra delegación ganó 8 oros, de los cuales la mitad correspondieron a equipos, dos de fútbol, una del basquetbol y una del hockey masculino.

Por cuestiones culturales y económicas, vinculadas a la profesionalización de algunas disciplinas, cuando especulábamos sobre los deportes que tenían alguna chace de medalla, desde la lógica señalábamos al rugby 7, al fútbol y a Las Leonas.

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Además de ponerle una ficha a Majdalani-Bosco en vela, Agustín Vernice en canotaje, Lucas Guzmán en taekwondo y también mencionábamos al Maligno Torres, más por intuición que por convicción, según pueden ver en notas anteriores, en esta cobertura.

Entre insultos al himno y un nivel por debajo del que mostró en la temporada, Los Pumas 7 perdieron en cuartos contra Francia, y rescataron un séptimo puesto ganando un diploma.

Muy lejos de los esperado.

Javier Mascherano había conformado un plantel digno, con cuatro campeones del mundo.

También en cuartos y ante el local el equipo albiceleste resignó sus chances luchando, pero sin mostrar un funcionamiento, ni ideas claras. Solo algunas expresiones individuales como la del Equi Fernández asomaron la cabeza pensando en un futuro junto a la Selección Mayor.

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La Selección masculina de vóley que en los Juegos anteriores nos colmó de alegrías, esta vez puso el cartelito de ciclo agotado de algunos jugadores, después de caer en todos los partidos que disputaron. Agradecimiento eterno para Facundo Conte que deja la Selección y para Luciano De Cecco que lo está pensando, por la entrega y el talento. En el vóley habrá que trabajar mirando hacia adelante.

Los Gladiadores, en handball, cumplían el objetivo de clasificar a sus cuartos Juegos Olímpicos consecutivos, pero desde la lógica era muy difícil pasar a cuartos y fue lo que sucedió.

Los Leones fueron de menor a mayor, ya están en cuartos de final, en un torneo donde no son favoritos, pero en el que tampoco hay cucos inalcanzables-

Las Leonas, con el protagonismo de siempre y un buen plantel, clasificó a cuartos.

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Con 4 victorias y 1 empate, rindiendo en buen nivel y sumando confianza.

La figura de Agustina Gorzelany, que además es la goleadora y un equipo convincente y convencido, permite ilusionarnos, aunque hay un punto oscuro y preocupante.

Pasa por el empate 3 a 3 que consiguió Australia frente a las Leonas a menos de un segundo para el final, lo que significó desplazar a la Argentina al segundo lugar en el grupo.

La consecuencia es que, en caso de ganarle a Alemania en cuartos, es muy probable que tenga que jugar en semifinales con la gran potencia de hockey femenino actual: Países Bajos, actual campeón olímpico.

Queda claro que, en general, los pronósticos no se cumplieron y los antecedentes no fueron ratificados.

Montado en su bici voladora, con su frescura y desparpajo, un deportista de una disciplina urbana e individual (el BMX Freestyle), nos dio la alegría que pocos esperaban: que la presea dorada quedara colgada sobre el pecho de un Maligno.

José El Maligno Torres arriesgo todo y se llevó todo. Supo que era la oportunidad y fue por ella.

Más allá de frustraciones deportivas, Argentina es tierra de milagros.

Cuando creemos que todo está perdido, siempre aparece un atleta de los nuestros a ofrecernos su corazón de campeón.