La despedida del Gladiador: Rafael Nadal cayó en París 2024 ante Novak Djokovic

Aunque seguirá jugando hasta cuando él quiera Roland Garros, estos Juegos Olímpicos parecen haberle dado su despedida, en el lugar donde comenzó a construir su inmaculada leyenda.

Bajo un sol abrazador, Rafa luchó de una manera conmovedora ante el gran Novak Djokovic, pero esta vez no le alcanzó. Perdió por 6/1 y 6/4 y quedó eliminado de París 2024, en definitiva, apenas una anécdota.

Después del saque ganador del serbio, el villano invitado, Rafa tomó su bolso, levantó su brazo y saludó con la mano y tirando besos con sabor a despedida.

Su emoción fue la emoción de todos los que estábamos en el Philipe Chatrier el court central de Roland Garros.

Sus lágrimas fueron las nuestras.

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Como siempre, pese a ser vapuleado en el primer set por el impiadoso Novak Djokovic, Rafa Nadal con el corazón en la mano peleó hasta el final en el segundo y levantó al público. Pero no alcanzó.

En Juegos Olímpicos, en el patio de polvo de ladrillo de su casa, frente a otro grande de todos los tiempos, asistimos, me parece, al last dance de un gladiador.

El Rafa lo es, se trata de un luchador incansable, inoxidable, un gigante del esfuerzo, un perfeccionista que nunca se la creyó, que siempre eligió el rocoso camino del esfuerzo y del sudor.

Hace algunos años, el diario deportivo Marca distinguió a Rafael Nadal con el premio “Leyenda” y lo eligió como el mejor deportista español de la historia y se hizo justicia. Sin dudas Nadal es una verdadera leyenda contemporánea y uno de los más grandes deportistas de todos los tiempos.

Pese a sus lesiones crónicas y al paso de los años, su espíritu indomable, su corazón de campeón, su tenis intenso y su inmenso coraje lo mantuvieron competitivo, como siempre.

Nadal es un ejemplo de voluntad y perseverancia, volvió después de cada lesión con más fuerza.

El triunfo lo agiganta, pero la derrota lo enaltece.

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Rafa soportó con templanza dolores físicos y una lesión crónica.

El Rey del polvo de ladrillo o de la tierra batida (como dicen los españoles) es un tenista avasallante.

Su mente es clara, fuerte y prodigiosa, su temple en los momentos complicados es admirable. Su entrega es conmovedora. Su humildad, lo califica como persona y como deportista. Su generosidad solidaria es silenciosa y un secreto a voces.

Nunca se creyó más que nadie por pegarle bien a una pelotita de tenis. Una fiera dentro del court, amable y respetuoso con todos fuera de la cancha.

Amigo de sus amigos, en 2013 estuvo en Córdoba, en el Orfeo, participando de una exhibición despedida de David Nalbandian.

Los números de su trayectoria son impactantes.

Suma 14 consagraciones en Roland Garros, en el Abierto Francés, . Nadie ganó tantas veces un mismo torneo de Grand Slam. Su récord en finales de Roland Garros es perfecto: 14-0.

Fue número uno del mundo durante 209 semanas y terminó el año cinco veces encabezando el ranking de ATP.

Rafa es el máximo ganador de la historia en torneos en canchas lentas, por delante de Guillermo Vilas.

Rafael Nadal es un grande de verdad, sin vueltas, sin peros, sin objeciones. En el futuro los hombres y mujeres del mañana lo recordarán por sus hazañas deportivas.

Mientras tanto, hoy en su Roland Garros, Mosqueteros, en su tierra batida, anaranjada y prometida parece haber dado su última función.

Su emoción fue nuestra emoción, sus lágrimas contagiaron a las nuestras. Te vamos a extrañar Rafa, seguro que sí.