Juegos Olímpicos
31/07/2021 | 13:26 | Pasan los días y las medallas escasean para la delegación albiceleste en Tokio, pero pretender mejores resultados es ignorar la realidad de nuestro país en materia deportiva.
Jorge Parodi
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El deporte amateur en la Argentina: volver al pasado
Pasan los días y las medallas escasean para la delegación argentina en los Juegos Olímpicos de Tokio. Hay muchos decepcionados y otros que se descargan en las redes sociales injustamente contra los primeros damnificados que son los deportistas.
Pretender mejores resultados significa confiar demasiado en la providencia o en el corazón de nuestros deportistas o ser un cazador de utopías o simplemente desconocer o ignorar la realidad de nuestro país en materia de deportes, más allá del fútbol.
Ser deportista amateur en Argentina nunca fue fácil, no hay distinciones si son olímpicos o no.
Una vida de sacrificios, de viajes y de dormir en aeropuertos por innumerables escalas, entre muchas carencias más.
Trabajar, estudiar y entrenar. Todo en simultáneo. Los deportistas tienen que usar su ingenio para sumar dinero para viajes y competencias. No es raro que realicen rifas, vendan comida, entre otras cosas.
Hay deportistas que desarrollan su carrera en el Viejo Continente y entrenan en Argentina a nivel selección.
El deporte amateur no es prioridad de ningún gobierno, ni lo fue.
Sólo se acuerdan cuando hay que sacarse una foto con un medallista.
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El deporte, incluido el social y la recreación, deberían tener una política de Estado, superadora de la acción del gobierno de turno.
En la Argentina eso no existe, la dirigencia política ni siquiera se lo plantea.
Se puede analizar el deporte desde una clasificación tradicional y teniendo en cuenta como los países intervienen en mayor o menor medida en su contexto, diagramación y difusión.
En un modelo liberal es tenue o inexistente la intervención del Estado; la organización recae en manos de las asociaciones y federaciones y el sistema encuentra matices de acuerdo al país donde se aplica.
Los ejemplos son Australia, Canadá y Estados Unidos.
En el modelo estatal o público el deporte es una útil herramienta para los fines que persigue el Estado; de esta manera, la nación absorbe la materia deportiva y regula las aristas y categorías.
El Estado encamina estructura y medios, para formar y captar talentos y financia el deporte desde las bases.
Es el caso de China y Cuba con matices, ya que China tiene una concepción más amplia en el deporte profesional.
Existe el modelo deportivo mixto, donde se mezclan el sistema público y el sistema privado.
Este sistema se caracteriza con una estructura jerarquizada, con una pirámide organizacional compuesta por federaciones que contienen asociaciones que a su vez contienen a clubes y estos a los deportistas.
Esta pirámide varía en cuanto a la intervención estatal y al mayor o menor financiamiento privado de acuerdo al deporte en que el país quiere aportar.
Como ejemplo se puede citar a Francia, España y Brasil.
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En nuestro país el modelo es el mixto con aportación privada y pública, pero tiene muchas falencias.
En 2009 se creó el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) el que poseía autarquía a través de la Ley 26.573. La manera en que se financiaba era con un impuesto del 1% a los abonos de telefonía celular. Además, a medida que las empresas aumentaban los precios de sus servicios se incrementaba la cantidad de dinero que llegaba al Enard.
A partir de 2018 mediante la Ley 27.430 la fuente de financiamiento se reemplazó. Desde entonces el Poder Ejecutivo Nacional debe incluir en cada Proyecto de Ley de Presupuesto de la Administración Nacional el monto anual que transferirán al ente.
En cuanto a los números, en 2017 los ingresos en dólares eran USD 44.473.070,83. Con el cambio de metodología en 2020 dejó un saldo de USD 15.922.490,52.
Para decidir cuáles serán los deportes que recibirán el apoyo financiero, cada federación debe enviar su presupuesto.
En un esquema resultadista, en el que los deportistas reconocen la presión que sienten por alcanzar un resultado para obtener una beca, se prioriza a quienes, por ejemplo, tienen más posibilidades de ganar una medalla.
Desde Atenas 2004 hasta Rio de Janeiro 2016, Argentina ganó en todos los Juegos Olímpicos al menos una medalla de oro. Cortó en Atenas una racha de 52 años sin obtener ninguna presea dorada.
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El destacado periodista del diario La Nación Juan Manuel Trenado escribió algunas consideraciones que merecen ser tenidas en cuenta para entender lo que sucede:
“Lo que cambió fue la inversión estatal en el deporte. El primer impulso lo dio la preparación de los Juegos Panamericanos de Mar del Plata en 1995.
En 2004, la función de la Secretaría de Deportes fue enfocarse en los deportistas de alto rendimiento con más posibilidades. La estrategia benefició a algunos, pero no permitió desarrollar la base, porque todavía el presupuesto era muy escaso. En 2009, con la creación del Enard, durante ocho años nuestros deportistas amateurs tuvieron más posibilidades que nunca antes. Pero ya no es el 1% de la facturación de la telefonía lo que recibe el Enard.
En 2017, se le quitó la autonomía al Enard y el Estado comenzó a controlar los fondos: se le le otorgó una suma fija al deporte y retiene el resto. El número se ajusta año a año por el índice de crecimiento presupuestario (siempre menor a la inflación y más en etapas de ajustes).
El Enard, que tenía suficientes recursos para sostener una planificación deportiva de mediano y largo plazo, se ha quedado prácticamente sin recursos y sin independencia.
Es que el cambio trajo un doble problema. Por un lado, se aumentó la burocracia. El dinero que antes ingresaba directamente al Enard, ahora debe pasar por procesos de aprobación del Gobierno nacional (además de ser una cantidad considerablemente menor). Eso dejó dos entes deportivos (Enard y Secretaría), que funcionan bajo las mismas normas burocráticas.
El sistema de becas se sostiene, con limitaciones, pero lo que se vio más afectado es el presupuesto de viajes para competencias internacionales. Si a esto le sumamos las limitaciones geográficas de conseguir competencia ante la elite en medio de la pandemia, que dejó a todos los países sudamericanos en una condición desfavorable, la situación se agravó aún más”.
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Por nuestra parte, está claro que el problema fundamental es la falta de una clara política de Estado para el deporte, que sea superadora de los matices de cada gobierno.
Falta entender que el deporte es clave en el desarrollo de una nación y una muralla para proteger a nuestros jóvenes y a nuestros niños de las tentaciones y peligros que los acechan.
Las medallas son la consecuencia de proyectos a largo plazo, del apoyo a los clubes de barrios, a los deportistas federados, de una infraestructura adecuada, de docentes apasionados, de ideas sustentables.
En la punta del iceberg están los atletas de alta competencia que deber estar apuntalados y proyectados.
Una medalla es la consecuencia de un plan y de muchos años de trabajo. Por eso exigirlas hoy carece de toda lógica.
El problema no solo es de fondos. Se trata de una cuestión de fondo.
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