La periodista y ex legisladora nacional, Norma Morandini, consideró que Argentina redujo la democracia a un hecho meramente electoral, dejando de lado lo esencial de ese sistema político, que consiste en el respeto por las diferencias.
En diálogo con Cadena 3 en el marco del ciclo “La Argentina, hoy”, que se emite los miércoles en el programa “Informados, al regreso”, entre las 19.30 y las 20.30, y cuenta como entrevistadores a los periodistas Sergio Suppo, Luis Fernández Echegaray y Rodrigo Ipolitti, Morandini habló sobre su reciente libro, titulado “Silencios. Memoria ruidosa sobre lo acallado”, en el que entrelaza su historia familiar, con dos hermanos desparecidos en la última dictadura militar, y la del país.
En ese contexto, la comunicadora cordobesa, que fuera candidata a vicepresidenta del socialista Hermes Binner en 2011, dijo que el kirchnerismo “se apropió del relato de los derechos humanos” y “se impuso de nuevo el miedo y el silencio”.
“En una democracia, la memoria es plural y la tenemos que construir entre todos. Se ha ideologizado lo humano, porque se lo ha congelado en víctimas y verdugos, y así es muy difícil acercarnos a la complejidad del ser humano, en su fragilidad, en sus contradicciones y en su dimensión moral”, reflexionó.
A la luz de esa idea, se preguntó: “¿Qué nos pasa que, en 40 años de democracia, no podemos tener una conversación respetándonos?”. Y se respondió: “Lo relevante en una democracia no es pensar diferente, sino cuánto respetamos el pensar distinto”.
A continuación, las frases más destacadas de la entrevista:
Con el kirchnerismo, hubo una apropiación del relato de derechos humanos, se impuso de nuevo el miedo y hemos vuelto a hacer silencio.
Pregunto si ese silencio no es la causa de esta intolerancia con la que hablamos: hoy sólo se grita.
En una democracia la memoria es plural y la tenemos que construir entre todos.
Se ha ideologizado lo humano, porque se lo ha congelado en víctimas y verdugos, y así es muy difícil acercarnos a la complejidad del ser humano, en su fragilidad, en sus contradicciones y en su dimensión moral.
Lo relevante en una democracia no es pensar diferente, sino cuánto respetamos el pensar distinto.
Hemos reducido la democracia a lo electoral.
Decir lo que se piensa no es delito.
Estamos con todo un lenguaje muy dominado por el combate.
Ahora hay un grupo que grita muy fuerte e impone, y hay una gran mayoría que susurra. Es importante que empecemos a hablar.
Sin participación de ciudadana, la democracia se debilita.
Pertenezco a una generación que fue también ideologizada, que eligió la violencia.
La Cámpora piensa que un gobierno elegido constitucionalmente es una dictadura, como ese curso de neoliberalismo que hacen en la Esma. La concepción filosófica del liberalismo son los derechos humamos; hablar, rezar y vivir sin miedo y sin necesidades.
Los derechos humanos son una concepción universal. No se puede invocarlos y después no respetar el derecho del otro.
La democracia es el sistema de la palabra.
La mejor forma de medir la calidad de una democracia es saber de qué se ocupa una sociedad: de las cosas, de las personas o de las ideas. Nosotros sólo nos ocupamos de las cosas, del dinero y de las personas.
La Esma fue el lugar donde estuvieron mis hermanos, que fueron arrojados al agua en los ‘Vuelos de la Muerte’.
En la Esma, hubo una situación muy perversa, que fue el pacto de (Emilio) Massera con Montoneros.
Lo que pasó en mi familia no fue un accidente de auto, sino algo que le sucedió al país.
Mis hermanos desaparecidos se llamaban Néstor y Cristina.
Cuando íbamos a la plaza, lo hacíamos en silencio. Hoy teneos bombos, marchas, gritos. Y los que hacíamos silencio hemos sido desplazados.
La democracia es mucho más que votar: es respetar los derechos de las minorías, pluralismo.
Somos una sociedad que se está mirando muy mal a sí misma y afuera somos irrelevantes.
Yo no pido rebeldía, sino participación democrática.
Tenemos que intentar conversar democráticamente sobre el tema que sea.
Soy muy crítica de los medios de comunicación. El que grita más fuerte se ha proyectado en los mismos. En esto, ya no se pone lo que importa, sino lo que interesa.
En términos personales, este libro me ha significado lavar mi alma.
Es una herida que va a estar siempre ahí. El dolor es más fuerte que la ira. Cuando veo gente que grita, me dan ganas de decirles: ‘Te cambio un poquito de mi sufrimiento por tu certeza’.
La política es negociación y debate. Y hoy hay mucho trueque: ‘Te doy un voto; me das un puente’.
Entrevista de Sergio Suppo, Luis Fernández Echegaray y Rodrigo Ipolitti.