La Mesa de Café
04/08/2022 | 11:14 | "Hubo una zona liberada", denunció el exjefe de Policía Ramón Frías. Paso a paso, cómo se gestó la agresión.
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Hay un mar de fondo. Una disputa que se conoce entre dientes, pero que no deja de avanzar. La figura de Andrés Fassi continúa generando desconfianza en Buenos Aires.
A partir de este dato se puede empezar a explicar todo lo que rodeó la salvaje agresión que sufrieron los hinchas de Talleres que asistieron el miércoles a la noche al estado Amalfitani, de Vélez Sársfield, para lo que se suponía iba a ser una fiesta deportiva.
El Gobierno de la ciudad de Buenos Aires ya le había avisado a la dirigencia local, encabezada por Sergio Rapisarda, que ellos podían habilitar la presencia de espectadores visitantes.
El fútbol argentino es una paradoja repleta de eufemismos y la falta de sentido común. En la Liga Profesional, sólo pueden ingresar hinchas locales. Sobre todo, en Buenos Aires, donde está prohibida la presencia de los visitantes. En otros lugares, como Mendoza, para completar los estadios en los partidos de mayor trascendencia, se creó la falsa figura del hincha "neutral": visitantes que pueden ir sin camisetas, sin banderas y sin poder gritar por su equipo. Una farsa.
Al mismo tiempo, en el país se disputa la Copa Argentina, donde en canchas neutrales los equipos juegan con dos hinchadas. Lo que para un torneo es peligroso, para otro parece no serlo.
Pero la Conmebol, el ente que organiza el fútbol sudamericano, dispone que para los partidos internacionales, como los de la Copa Libertadores, es necesario asegurar un cupo mínimo de visitantes. De lo contrario, multa en dólares.
Con esta potestad, el club Vélez Sársfield decidió pagar la multa y negar la concurrencia de los visitantes. ¿Por qué? Nunca se entendió el justificativo. Los locales no podían llenar el estadio. Había lugar para más espectadores, pero se negaron a darle una tribuna. Así, durante varios días comenzaron a desfilar cordobeses por la sede del club porteño para asociarse y así poder ir como "infiltrados". Que en realidad no eran tales, porque ya todo el mundo lo sabía.
En realidad, lo que Vélez Sársfield quería impedir era una movilización masiva de hinchas cordobeses a Buenos Aires. ¿Para qué? Todo indica que se trató de evitar un golpe político de Fassi, una demostración de fortaleza institucional de los cordobeses.
El miércoles temprano, miembros de la barra de Talleres "La Fiel" almorzó con la barra de Vélez. Incluso, estuvieron juntos en la tribuna popular. Entre barras se entienden. Más cuando el millonario viaje a Qatar está a la vuelta de la esquina. Negocios en nombre de la pasión.
Pero había en la platea un sector que Vélez destinó para los entradas de protocolo de Talleres: 350 espectadores cordobeses, entre los que había familiares y allegados a los jugadores, fueron puestos en un rincón de la platea alta. Perfectamente identificados, pese a que no llevaban banderas ni camisetas (salvo excepciones). Incluso, aplaudieron a sus jugadores cuando entraron al campo de juego y cantaron.
Fassi estuvo intranquilo todo el miércoles. Sabía que eran varios los hinchas de Talleres que estaban en las adyacencias del Amalfitani e intentó una gestión de último momento con sus pares de Vélez para intentar que le den una tribuna propia, con todas las medidas de seguridad. No lo logró.
A la hora del partido, Fassi le pidió al jefe de Seguridad del club, el exjefe de Policía Ramón Ángel Frías, que extremara los cuidados de los cordobeses que estaban en la cancha. Había hinchas de Talleres cuando no podía haber hinchas de Talleres. Frías había viajado con un grupo especial de colaboradores. En las tribunas, ya se respiraba un clima rancio.
Cuando al finalizar el entretiempo Frías identificó que dos viejos barras de Talleres abandonaban el sector del "protocolo", algo le hizo cosquilla. Con años de trabajo en la calle, se dio cuenta que se venía lo peor. Con dos de sus hombres de mayor confianza, también expolicías, comenzó a hacer un cerco sobre los 350 hinchas que estaban allí. No eran "infiltrados", sino los que ingresaron con entradas de protocolo. Al menos, la mayoría.
Todo ocurrió en segundos. Un portón que separa la popular de la platea cedió. La versión oficial indica que un grupo de barras de Vélez rompió un candado. En Talleres sospechan que fue un guardia de la seguridad privada del club el que les dio paso libre. "Fue una zona liberada", insistió Frías en la mañana de este jueves en un diálogo exclusivo con Miguel Clariá.
"Dejaron abandonada a la platea, hubo una liberación del portón, fue una emboscada", denunció.
Los barras de Vélez treparon por la tribuna y la emprendieron a golpes de todo tipo contra los cordobeses. Hasta tenían "puntas", según observó Frías. En ese momento, los tres expolicías cordobeses tuvieron que contener la emboscada en una lucha mano a mano. La golpiza fue tremenda. Hubo hinchas que rodaron por las escalinatas. Hasta a los locales le pegaban. "¡Soy de Vélez, no me peguen!", gritaban. Los delincuentes robaban celulares y billeteras. Nadie puede precisar aún el número total de heridos. Varios cordobeses abandonaron corriendo la cancha y se olvidaron para siempre del partido.
La seguridad de Vélez no reaccionaba. La Policía, tampoco. Fueron otros barras locales lo que terminaron con la golpiza. "Les gritaron que ya estaba, que no peguen más", aseguraron los cordobeses que quedaron en medio de la cacería.
Uno de los guardias de Frías terminó con un ojo comprometido. Otro, con politraumatismos. Ambos están realizándose estudios en la clínica Santa Lucía.
Hasta allí se acercó un equipo de la fiscalía especializada en espectáculos masivos, a cargo de Celsa Ramírez. La funcionaria judicial analiza pedir la clausura del Amalfitani.
Y Fassi convocó a una reunión de urgencia de la comisión directiva. Sabe que a esta hora, sostener la presencia de hinchas de Vélez la semana que viene en el Kempes es una quimera. Un enorme riesgo. Pero el Gobierno de Córdoba quiere torcerle el brazo. La idea es continuar seguir vendiendo a la provincia como una isla donde los visitantes sí pueden venir. Aunque en el fútbol de todos los días, eso tampoco suceda.
Entrevista de Miguel Clariá.