La Mesa de Café
14/08/2020 | 13:19 | Gabriela Gallardo y Gimena Boccardo decidieron vender alfajores para financiar a la institución de más de 100 años. Tal fue el éxito que decidieron donar docenas a comedores de la ciudad.
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La crisis por el coronavirus dejó en jaque a muchas escuelas y jardines maternales que debieron cerrar sus puertas por no tener cómo mantenerse.
El Kindergarten de La Falda, una institución que lleva más de 100 años en sus funciones, no podía correr esa misma suerte. Al menos eso pensaron Gabriela Gallardo y Gimena Boccardo, dos docentes y vecinas de la zona que se pusieron manos a la obra.
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Gabriela ya cumplió 12 años como directora de la institución y 20 siendo la "seño Gabi". Prácticamente toda su vida la pasó dentro de esas cuatro paredes. Al ver que la actividad no iba a reactivarse en el corto paso decidió que el "Kinder" debía reconvertirse.
Una idea vino a su cabeza: rescatar de un cuaderno viejo y amarillento la receta de la abu Bea. No cualquier receta, sino la de sus famosos alfajorcitos de maicena.
"Un día le digo a mi papá: 'Qué te parece si buscamos la receta de la abuela y vemos qué onda. Quizás podemos pagar algo'. La abu murió hace dos años. Nosotros siempre la acompañábamos, pero no éramos reposteros", contó Gabriela en Mesa de Café.
Con la ayuda del abu Jorge, se pusieron a fabricar los alfajorcitos que se vendían sin pausa y sin prisa hasta que Jimena Boccardo, también docente, decidió sumarse a la iniciativa.
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"Yo empecé a promoverlo desde mis redes. Siempre estoy ahí compartiendo cosas. Al mismo tiempo, conté su historia en Twitter. Es una red en la que escribís algo y lo lee al instante mucha gente, más allá de los limites geográficos que uno tiene", comentó Gimena.
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La historia empezó a viajar a través de las redes y cada vez más gente, que no vive en La Falda, comenzó a querer dar una mano. Entonces Gimena tuvo la idea de empezar a ofrecer alfajorcitos para donar: aquellos que estaban lejos o no les gustaban, podían comprarlos para que nenes de comedores pudieran disfrutarlos.
En ese momento, tuvieron la idea de lanzar una campaña solidaria que pudiera llegar a más lugares. Empezaron produciendo 20 docenas y hoy llevan más de 200. Una cadena de favores que se extendió más de lo imaginado.
"Nuestra idea es seguir porque la necesidad no termina acá. No sabemos a dónde vamos a llegar, pero queremos continuar", expresó.
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"Desplegando Alas", "Mi Pame" y "Rincón de Sueños" son algunos de los merenderos que ya recibieron sus alfajores y los repartieron entre los chicos que asisten.
Para Gabi, todo esto no hubiera sucedido sin la pandemia.
"Yo soy maestra y mi marido transportista. Los dos estamos complicados", contó.
Entrevista de Miguel Clariá.