La Mesa de Café
02/11/2021 | 13:45 | La psicopedagoga especialista en niñez y adolescencia, dijo en La Mesa de Café que "será un desafió para los docentes incorporarlo" e instó a crear "escuelas entusiasmantes".
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Liliana González, psicopedagoga, especialista en niñez y adolescencia y autora de "Tiempo de conversar", habló en La Mesa de Café sobre un dilema que interpela a padres, docentes y alumnos en el regreso a la presencialidad escolar, tras un año de pandemia: el uso del celular.
Para la psicopedagoga, "el celular llegó para quedarse", pero "será un desafió para los docentes incorporar este elemento al aula". De todas formas, la especialista se mostró en contra de la forma en la que los niños y adolescentes se relacionan con las pantallas.
"En la pandemia me callé la boca porque el celular fue la forma de conectar con los amigos y no morir de angustia, pero el sentir de la vida no está en las pantallas, está en el encuentro. No digo 'nada de pantallas', sino que no haya exceso de pantallas. Es difícil prohibir, pero si lo llevan al colegio, tiene que ser una herramienta pedagógica y el docente tiene que estar capacitado para trabajarlo de esa manera", explicó.
Liliana invitó a pensar "qué es lo que no sucede en el aula que provoca problemas de aburrimiento, de desinterés" y ensayó una respuesta: "Lo que pasa es que no hay un encuentro del niño con el conocimiento, no solo con lo académico, que eso hoy está en internet; sino con un supuesto saber del docente, un saber de la vida".
"Ahora ¿la solución es el celular? Es una resignación, porque los adultos tampoco lo pueden dejar. Por eso propongo: resignifiquemos el acto pedagógico, el celular tiene que ser un elemento dentro de la didáctica", sostuvo.
Y fue contundente respecto la tecnología como elemento de ocio: "Yo lo sacaría del recreo, no del aula. En el recreo deberían mirarse, conversar, charlar, conocerse, porque ahí sino el celular está 24 horas y no me gusta pensar una infancia o una adolescencia así".
"La escuela hoy tiene que ser aventura, investigación. No hablo de una escuela divertida, sino de una escuela entusiasmante, que ponga el foco en la creación, en el pensamiento crítico", dijo.
Y se refirió a la adicción que puede ocasionar el celular tras meses de confinamiento, cuando este aparato muchas veces fue la única forma que tenían los jóvenes de conectarse con sus pares y de tener un espacio propio dentro del encierro compartido con sus familias.
"El celular no puede ser la solución. Hay zonas donde el celular les abre las puertas al mundo y encuentran un espacio intimo, pero hay que estar atentos, porque hay cosas que empujan a los chicos a salir de la infancia antes de tiempo", expresó.
"La escuela va hacia lo hibrido, creo que es un derecho para esos chicos tener un celular", dijo y brindó tres elementos a los que prestar atención para saber si hay un problema: "Tienen que cumplir con tres habilidades básicas: lectura comprensiva, hablar con fluidez, -tener un lenguaje claro para mostrarle al otro lo que piensa- y escribir el nombre propio".
"Si el celular ayuda, que ayude, pero va a ser muy difícil introducirlo al aula. Le pido a las familias que estén atentas, que miren, que escuchan y conversen con sus hijos", concluyó.
La autora profundiza este tema en su libro "Tiempo de Conversar", coescrito con su hija Natalia Brusa, donde plantea algunos desafíos de la sobreexposición a las pantallas.
Entrevista de Miguel Clariá.