Otro fracaso aplaudido

Pasó otra vez.

Allí están ellos. Algunos aplaudiendo su propia decadencia. Otros orgullosos de no sabemos bien qué.

Unos y otros. Los que tienen el mandato popular de cambiar las cosas y lo interpretan no sin llamativas cláusulas. Y los que se resisten a hacerlo.

Algunos por convicción, otros porque las cajas siguen siendo enormes, claro. Los hay intelectualmente honestos. Los hay impresentables, de un lado y de otro.No todos. Por suerte, no son todos. Pero son bastantes, los suficientes.

No hay ley. El Presidente no tendrá instrumento legal alguno para buscar cambiar el paupérrimo presente de Argentina. Ese que, si la democracia es bien interpretada, obvio, tiene el mandato ciudadano de cambiar. El que le dieron las urnas.

¿Más decretos? ¿Una consulta popular? Vaya a saber cuál es la próxima carta a jugar. Lo cierto es que ya le habían diezmado la cantidad de artículos y atribuciones pretendidas.  Pero ni así, las que quedaban -algunas sumamente polémicas, claro está- tampoco fueron aprobadas en particular.

Y, dicen que desde Israel, el propio Milei mandó a bajar la sesión y volver a cero una norma largamente negociada. Largamente no quiere decir bien negociada.

Inexperiencia, dicen. Falta de rosca, confiesan. Cuestión de cajas, susurran. Viveza, sentencian.

Como fuere, las impericias de unos o las vivezas conocidas de otros, sumieron ayer al congreso en otro fracaso aplaudido.

Los miraba anoche. Atónito. ¿Que aplauden unos? ¿De qué se enorgullecen otros?

Muchos votaron crearle a Alberto Fernández nuevos impuestos, le otorgaron si facultades extraordinarias o bajarle las jubilaciones a nuestros viejos votando una nueva fórmula previsional hace menos de 4 años. Fue ayer nomas, cuando decían que había que darle a un nuevo presidente las herramientas para que comenzara su plan de gobierno.

No niego que algunas herramientas pedidas por Milei se asemejan más a las que usaba Jack "el Destripador" que Bob "el constructor" en los dibujitos, pero ya le habían quitado de esa ferretería imaginaria de la política las que consideraban más polémicas. Pero ni así.

Y aplaudieron. Y volvieron a la tele, y a las redes, a las acusaciones de traidores, a las listas de buenos y malos, a los dardos de traición a la Patria.

Los miraba anoche, atónito, mientras la pantalla del noticiero mostraba a los laburantes sobre un bondi haciendo cálculos de como viajar con la fuerte suba del boleto.

¿Qué aplauden, mientras el comerciante hace cuentas para no rajar a un empleado con la caída de ventas de su negocio o vos calculas cuánto vas a pagar el mes que viene de electricidad con la nueva suba de los servicios?

Unos no entendieron nada, o siguen negándose a entenderlo. Otros no saben cómo hacerlo. Y ni al paraíso, claro, se lleva al otro a patadas en el traste.