Alberto, ¿de enojado a moderado?

Según la versión que hoy publican varios diarios, después del banderazo del sábado, Alberto Fernández habría decidido archivar por ahora el proyecto de expropiación de Vicentin.

Ahora, el Presidente apostaría al plan del gobernador santafecino Omar Perotti que, con otras formas y otros tiempos, busca lo mismo que Fernández pero sin expropiación.

Así, el Gobierno lograría una salida elegante, al poner en suspenso la expropiación y apostar a la intervención. Pero avisando que si fracasa el modelo Perotti, volverá la opción de la expropiación.

Yo no se si este cambios provisorio de planes tiene más que ver con la dificultad para conseguir los votos que le faltan en la Cámara de Diputados o con el banderazo del sábado pasado.

Por lo pronto, el Gobierno dejó trascender que se había elegido la expropiación, pero como no hay unidad, van a seguir "buscando alternativas que unan, no que dividan"

Si es así, es una clara señal de que el Gobierno escuchó el mensaje.

Porque lo que venimos viendo hasta el sábado a la tarde, era un Presidente enojado que avanzaba, no se si por todo, pero sí contra todo lo que no le gustaba.

Horas antes del banderazo, Alberto Fernández se refirió a los que iban a marchar como "gente que está confundida" y agregó que quienes se manifiestan "terminan avalando" a los dueños de Vicentin, que están muy cuestionados y que además están bajo la lupa de la Justicia por denuncias de fraude e incumplimiento de pago a cientos de productores agropecuarios.

Primera sorpresa. Porque hasta donde yo sabía, el banderazo del sábado era contra la intervención y la expropiación. No en favor de los manejos poco claros de los dueños de Vicentin.

Mucha gente participó en "defensa a la propiedad privada". No para llevar en andas a los ceos y accionistas de Vicentin.

Y también habrá habido argentinos y argentinas que salieron a la calle contra lo que interpretan un avasallamiento del Poder Ejecutivo sobre el Poder Judicial, o por la calidad institucional y el equilibrio de poderes.

O en Córdoba, donde la mayoría pedía a los diputados nacionales del peronismo que no den quorum o que voten en contra de la expropiación.

Vuelvo. ¿Por qué meter a todos los manifestantes en la misma bolsa y decir que están todos confundidos?

A un Presidente le podrá gustar o no tal o cual marcha. Pero no se tiene que enojar ni tiene que descalificar a los que marchan.

Es una forma de participación de la ciudadanía, que en una democracia no sólo participa votando. La gente participa también de otras maneras, por ejemplo saliendo a la calle y protestando, reclamando o celebrando.

También se enojó contra "los que le hicieron creer a la gente que la expropiación es un invento chavista" y recordó que "la expropiación está en nuestra Constitución Nacional desde siempre".

De nuevo, culpando a los medios y de nuevo subestimando a la gente, como si la gente no tuviera la capacidad de para interpretar lo que lee o lo que le dicen y luego sacar sus propias conclusiones.

Después dijo que "no estamos atentando contra la propiedad privada; estamos rescatando una empresa en quiebra". Como si la única forma de rescatar una empresa en quiebra fuera la expropiación. Hay otras formas. Y sino, le preguntemos al gobernador Perotti. Y como si Argentina fuera un modelo exitoso de rescate de empresas en quiebra.

Visiblemente molesto, el Presidente avanzó un paso más. Descalificó al juez Fabián Lorenzini diciendo directamente que el magistrado santafesino ignoraba cómo funcionaba el Derecho en estos casos.

Dijo: "Son llamativas las conclusiones a las que llega el juez, con el que absolutamente discrepo. Es disparatado, es un dislate jurídico de magnitud. (...) El juez es un juez concursal; yo soy el Presidente de la Nación".

Y agregó "Al juez hay que explicarle, porque ese día parece que faltó a la clase de derecho administrativo y constitucional, que los DNU tienen el peso de las leyes, no es la voluntad del Ejecutivo".

No es nuevo y es una costumbre ya en Argentina que los Presidentes critiquen los fallos judiciales que no les gustan.

Un Presidente enojado, que la semana pasada había criticado a una periodista que lo entrevistaba porque, según él, le hizo una pregunta con muchos adjetivos sobre el caso Vicentin. Cristina Pérez había calificado la intervención como "polémica y cuestionable". ¿Alguien duda que es polémica y cuestionable?

Un Presidente que antes se había enojado con las críticas de la oposición al decir que hay dos clases de opositores: los que gobiernan y los que escriben en Twitter.

Me parece que el sábado hubo un claro mensaje.

De acuerdo a las primeras versiones, parece que el Gobierno lo escuchó y celebro si finalmente se puede evitar otro conflicto innecesario en nuestro país.

Si hay capacidad de escucha no es lo mismo que si no lo hubiera.

De todas maneras es importante de aquí en adelante no subestimar a la gente y no subestimar el debate público, clave en una democracia que está en las antípodas del autoritarismo.

Porque no es lo mismo expropiar a las trompadas, que hacerlo de una modo que legitime y torne posible la expropiación: si se justifican en público, si se buscan acuerdos, si se consulta a especialistas, si se tienden puentes con quienes piensan diferente.

Es lo que requiere, siempre, la democracia, y en particular en situaciones como éstas: una pedagogía democrática.

El lema del Gobierno de Alberto es "Argentina Unida".

¿Será éste el momento de empezar a transitar el camino para lograr ese objetivo? ¿O triunfarán los que piensan que la división y el enfrentamiento nos llevará al éxito?

Aunque sea muy difícil pensar en coincidencias absolutas, creo que en una Argentina derrumbada ya es hora de dejar de lado la crispación y optar por la moderación.