La gran Pietragalla

Recién este miércoles el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, rompió el silencio sobre el asesinato del trabajador rural Luis Armando Espinoza a manos de fuerzas policiales en Tucumán, luego de estar una semana desaparecido.

Lo consideró un caso "lamentable" y agregó que no se puede permitir "la violencia institucional en democracia".

Sostuvo que es necesaria una sanción política y penal y que "no puede haber impunidad".

Pero además, Pietragalla vinculó el homicidio de Espinoza en Tucumán con la gestión de Cambiemos: fue cuando dijo que "la violencia institucional es una deuda muy grave" y que "en los últimos cuatro años se hizo más complejo porque, cuando se alimenta políticamente, las fuerzas se sienten habilitadas a actuar de este modo", en relación a la gestión de Macri.

Pietragalla se refería a la doctrina Chocobar, el policía que, fuera de servicio, persiguió y mató a una persona por la espalda en el marco de un violento asalto a un turista estadounidense en la ciudad de Buenos Aires.

A Macri se le puede cargar la doctrina Chocobar, pero ¿se puede decir que la desaparición forzada y el asesinato de un peón rural en Tucumán y el posterior operativo de encubrimiento tiene relación directa con la política de mano dura del macrismo?

Usted sabe mejor que nadie, que yo he sido muy crítico del gobierno de Macri.

A Macri se lo podrá acusar, y con razón, de muchas cosas: dijo que la inflación era fácil de bajar, nunca bajó y terminó subiendo; la pobreza, que pidió que lo evaluáramos por eso, y terminó subiendo; la deuda, que tuvo que tomar del FMI, y terminó endeudando más al país; los brotes verdes que nunca terminaron de crecer; la retenciones, que las bajó pero después las terminó subiendo; el cepo, que lo sacó pero después lo terminó poniendo; y hasta su fracaso político, porque el kirchnerismo volvió al poder.

Ahora, cargarle la responsabilidad a Macri por lo que hace la policía de Tucumán, que te desaparece y te mata, la verdad es que parece mucho, ¿no?

Recuerdo que, desde el retorno de la democracia, los gobernadores tucumanos fueron todos peronistas menos uno.

¿Los repasamos juntos? Como si fuera un equipo de fútbol: Riera, Domato, Chiche Aráoz y Palito Ortega, al medio Bussi, y en la delantera Miranda, 12 años de Alperovich y ahora dos mandatos de Manzur.

¿Qué tiene que ver Cambiemos o el radicalismo con ese equipo de los muchachos peronistas?

¿Qué tiene que ver Cambiemos o la UCR con la Policía de Tucumán manejada durante décadas por gobernadores del PJ?

Pregunta para que responda Pietragalla.

El presidente de la Coalición Cívica-ARI, Maximiliano Ferraro lo cuestionó por el "vergonzoso y canallesco silencio" ante la represión y tortura que sufrió una familia de la comunidad Qom en la localidad de Fontana, en Chaco.

Y Mario Negri pidió la renuncia de Pietragalla: "Argentina no puede tener un Secretario de Derechos Humanos que sólo actúa cuando están en juego los derechos de los amigos del poder de turno o miembros de su partido político como Ricardo Jaime".

Pietragalla respondió: ”Bienvenida la preocupación de aquellos sectores que ayer festejaban las ejecuciones por la espalda".

Lo de Pietragalla es la clásica respuesta: es más fácil hablar de la doctrina Chocobar del macrismo que de los cuatro asesinatos en democracia sin respuesta.

Pero además de contestarle a Negri quizá Pietragalla debería ocuparse más de la violencia institucional actual y bregar por el pleno respeto de las garantías constitucionales. Algo por lo que tanto insistían, y con razón, cuando estaban en la oposición.

En el final, solo para recordar, Pietragalla hizo su debut en la escalera de la fama cuando aprovechó el coronavirus para pedir la prisión domiciliaria de Jaime.

Pietragalla habrá pensado que estábamos todos entretenidos con la pandemia y la cuarentena y, con mucho disimulo metió esa solicitud a favor de Jaime que después la Cámara de Casación Penal rechazó.

Cómo será que ni la ministra de Justicia, Marcela Losardo, de quien depende la secretaría de Derechos Humanos, ni el Presidente de la Nación, estaban al tanto de la jugada maestra de Pietragalla.

Sin embargo, Alberto Fernández terminó avalando los motivos judiciales de aquella palmada que Pietragalla le quiso dar a Jaime.

Se ve que Pietragalla no recibe reproches políticos del oficialismo: ni por el cálido gesto hacia Jaime ni por tibia reacción frente a tanta violencia policial.