La otra mirada
03/08/2020 | 09:36 |
Fernando Genesir
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Un símbolo que habla de nosotros
Repasando las noticias del fin de semana, y al margen de la pandemia, la cuarentena y sus consecuencias sanitarias y económicas, me detuve en la limpieza del arroyo La Cañada.
En tres días de trabajo y cubriendo apenas 10 de las 50 cuadras que tiene su recorrido, se retiraron 62 toneladas de basura de su cauce.
La verdad, me pareció una cifra impresionante, al punto que tuve que releer la cantidad porque pensé que había visto mal o que se trataba de un error.
Pero no: se retiraron 62 toneladas de basura a lo largo de 10 cuadras del arroyo de La Cañada.
En una radio federal como la nuestra, decir esto frente a los oyentes del resto del país no me da orgullo de Córdoba, me da vergüenza.
Importante labor de limpieza realizada por operarios del Coys (ex Esop), que deberán continuar con el trabajo durante otros dos o tres días más para llegar a limpiar hasta la desembocadura en el Suquía.
Los trabajos se iniciaron el miércoles pasado y se preveía terminarlos el viernes, recorriendo desde el puente Venus, de barrio Bella Vista.
Pero la gran cantidad de desechos de todo tipo que se encontraron, impidió que puedan culminar esta tarea.
Es decir, es tanta la basura acumulada en La Cañada y tanto lo que hay que limpiar, que deberán continuar con el trabajo durante esta semana.
Según la Municipalidad de Córdoba, ese trabajo no se hacía desde hace un año y medio.
Sin embargo, en junio del año pasado se desarrolló una limpieza importante después de que se viralizara la foto de un sillón tirado durante 15 días.
Si, un sillón amarillento de tres cuerpos, estuvo ahí, en el cauce de La Cañada, y a la vista de todos: 15 días abandonado a la altura de Marcelo T. de Alvear al 500, a tres cuadras y media de la Municipalidad de Córdoba, frente al Hotel de La Cañada.
Y se conoció porque el crítico de cine Roger Koza le sacó una foto y la subió a Twitter y porque después hubo más fotos, videos y hasta memes sobre el sillón, que se transformó en una crítica a la limpieza municipal.
Pero no es solo un sillón: botellas, sillas, marcos de televisores, hornos microondas, guitarras, colchones, todo roto y convertido en símbolo del abandono justo en La Cañada, un símbolo de la ciudad.
Un ex funcionario hasta supo diferenciar el tipo de basura según la zona. Le contó a La Voz que "desde Elpidio González hasta Julio A. Roca tenemos restos de heladeras, gomas, motos; y desde Roca al Suquía vasos y botellas”, detalló, y pidió más cuidado a los vecinos.
Por eso, en cada operativo que realiza la Municipalidad para limpiar el cauce de La Cañada se utilizan entre seis y 20 contenedores.
Por supuesto que el personal y los camiones deben ingresar con protección para evitar cortes o roturas, porque entre la basura se encuentra de todo.
Y también podríamos sumarle la gran cantidad de conexiones cloacales clandestinas que desaguan sobre La Cañada y el gran deterioro que provoca en su lecho.
Toda esta limpieza significa dinero que sale de lo que pagamos con nuestros impuestos y que, si no se ensuciara, podría destinarse a otra cosa.
Por supuesto que es muy importante que el municipio cumpla con su misión y brinde ese servicio a los vecinos.
Ya todos sabemos, desde los chicos en el colegio hasta los jugadores de fútbol en los vestuarios, que debemos limpiar lo que ensuciamos.
Y sobre todo, que además de limpiar no hay que ensuciar.
Vengo reclamando desde hace años por la limpieza de los basurales a cielo abierto pero también por medidas que eviten la generación de esos espacios.
No habrá Estado que alcance si no cambiamos nuestros hábitos: no es tirando cáscaras de mandarina por la ventanilla ni colillas de cigarrillo en la peatonal ni sillones en la Cañada.
62 toneladas de basura en 10 cuadras de La Cañada, habla de nosotros como sociedad. Y nos interpela en nuestro comportamiento como ciudadanos: cómo somos, cómo actuamos, cómo cuidamos nuestra aldea, qué importancia le damos a la limpieza, qué valor le damos al medio ambiente.
Y también qué pasa con nuestra responsabilidad individual y social.
Acá no se le puede echar la culpa a la pandemia, a la cuarentena ni a la economía. Somos nosotros.
Somos nosotros los que ensuciamos y somos nosotros los que debemos genera un cambio de comportamiento y empezar a actuar responsablemente.
Y no hace falta ninguna campaña de educación: ya todos sabemos lo que está bien y lo que está mal.
La verdad, a esta altura del partido, ya no pretendo que se cumpla el sueño del ex concejal Fernando Montoya de hacer navegable La Cañada pero sí al menos que no ensuciemos más esa postal de nuestra Córdoba.
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