A un año de la partida de Lionel Messi de Barcelona

El 5 de agosto de 2021 el mundo se conmovió con la confirmación de la noticia que parecía imposible: Lionel Messi se iba de Barcelona. El argentino había quedado libre un mes antes, las negociaciones por su continuidad se dilataron y el final cayó por su propio peso.

Messi había aceptado una reducción del 50 % en su contrato, pero Laporta, que llevaba meses desde su vuelta como presidente y había usado al ídolo como anzuelo para captar votos, argumentó que el Barcelona no podía afrontar los costos de la renovación debido al tope salarial que imponía La Liga.

En una conferencia de prensa, y secándose las lágrimas con una servilleta que le alcanzó su mujer, Lionel Messi se despidió del club de toda su vida: dejó su versión de los hechos, aseguró que quería quedarse y prometió que algún día volvería porque así se lo había asegurado a su familia.

Dejando el brillo de los trofeos de 35 títulos, después de 778 partidos y 672 goles, Lionel Messi se iba de Barcelona a buscar otro rumbo. El 10 de agosto de 2021, cinco días más tarde de la despedida, Paris Saint-Germain anunciaba con un video en las redes sociales a su nuevo fichaje estrella.

Leo daba un paso impensado en su carrera: se iba tras 21 años de vivir en Barcelona, bajaba un escalón en las ligas europeas, asumía el desafío de apostar todo a la Champions y se juntaba con sus amigos Neymar y Di María en Paris. Un detalle: usaría la camiseta 30, su primer número.

Mientras el mundo especulaba sobre las posibilidades del PSG de conquistar Europa, en la Argentina había nacido un seleccionado que invertiría la tendencia histórica: Lionel Messi dejaría de sufrir con la camiseta de su país, pero en contrapartida disfrutaría menos con la de su nuevo club.

Un aspecto poco recordado: cuando Messi fue campeón con la selección Argentina en la Copa América de Brasil, el 11 de julio, todavía era jugador del Barcelona, pero nunca más volvería a ponerse la camiseta del club catalán.

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Antes de cumplir el primer mes en Paris, Messi ya estaba debutando en el campeonato francés. Mauricio Pochettino, que era el técnico del equipo, daba sin querer una pequeña muestra de lo que sería su ciclo: todos habían ido a ver a Messi y él no lo ponía sino hasta 25 minutos antes del final.

Entre el debut y el primer gol de Messi en el Paris Saint-Germain pasaría casi un mes y en el medio el rosarino viviría una de las noches más emotivas de su vida: cuando el Monumental se vino abajo por su triplete contra Bolivia y Leo rompió en llanto en el medio de la cancha.

Mientras en Argentina lo mimaban como nunca, en Francia empezaban los cuestionamientos. El PSG de las estrellas, de Messi, Neymar y Mbappé nunca dio la talla. Hizo lo esperable: ganó la Liga, pero todo el mundo se acuerda de cómo lo sacó increíblemente de la Champions el Real Madrid.

En su vitrina personal, Lionel Messi sumó el séptimo Balón de Oro, el más polémico de todos. Le tocó padecer el Covid, después de pasar las fiestas en Argentina. Sufrió abucheos por parte de los hinchas como nunca le había pasado. Y hace una semana arrancó una nueva temporada con gol y título.

Ya pasó un año desde la salida de Messi de Barcelona y pasó volando como Leo cuando encara hacia el área para definir a los ángulos del arco. Ambos, Leo y el Barza siguieron adelante cada uno por su lado, aunque cada tanto se miran de reojo para ver qué es de la vida del otro.