Reto al destino
27/02/2020 | 09:59 |
Jorge Parodi
La inesperada noticia duele, impacta, paraliza. El lanzador de jabalina Brain Toledo murió esta madrugada a los 26 años, tras haber protagonizado un accidente con su moto cerca de Marcos Paz, de donde era oriundo.
Es que la vida de Braian Toledo fue un ejemplo de superación.
Nació en un hogar humilde en Marcos Paz, desde niño tuvo carencias, pasó necesidades.
Vivió junto a su familia en una casita de madera.
El deporte, el atletismo y su voluntad lo llevaron a la élite mundial en su especialidad: el lanzamiento de jabalina.
Cuando Braian tenía 9 años, una madrugada se levantó y encontró a su madre llorando en el comedor de la casilla de madera en que vivía.
Le preguntó qué pasaba y su mamá no quiso decirle, hasta que insistió tanto, que terminó confesándole que no sabía qué iba darles de comer a su hermana y a él al otro día.
Braian abrazó con fuerza a su madre y le dijo que se quedara tranquila, que él iba a ayudarla.
De chico, Toledo fue albañil y en el colegio hacía las tareas de dibujo a sus compañeros, a cambio de unos pocos centavos para ayudar en su casa.
Un profesor de Educación Física del colegio le detectó condiciones para el atletismo y lo invitó a entrenar.
Braian se agarró fuerte de una jabalina, la hizo volar y la tiro cada vez más lejos.
Con el tiempo se convirtió en el mejor lanzador de jabalina de la Argentina.
La Secretaría de Deportes de la Nación le dio una beca y Braian respondió.
Horas y horas entrenando, con calor, con frío, en contra y a favor del viento, nada podía detenerlo.
Se hizo conocido cuando se convirtió en el primer medallista de oro para Argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud que se realizaron en Singapur 2010.
Toledo tenía sólo 16 años.
Un año más tarde, ya entre mayores, en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 logró una medalla de bronce.
Toledo obtuvo la medalla de plata en lanzamiento de jabalina en el Campeonato Mundial Junior de Barcelona, en 2012.
Con esfuerzo y dedicación comenzó a cumplir con sus sueños: Clasificó a sus primeros Juegos Olímpicos en Londres 2012, pero no le fue bien.
La revancha llegaría cuatro años más tarde en Río de Janeiro donde clasificó a la final, logro que ningún argentino había alcanzado desde que lo hiciera Ricardo Heber en Helsinki 1952.
Quedó a 19 centímetros de clasificarse a la disputa por un lugar en el podio al lanzar la jabalina 79.81 metros y se quedó con un 10º puesto.
Su sueño eran los Juegos de Tokio 2020.
Por eso, tomó la decisión en abril de 2017, de irse a entrenar a Finlandia, para ponerse a trabajar con una leyenda de la jabalina en el mundo, el finlandés Kari Ihalainen.
Braian Toledo tenía el ferviente deseo de superarse, no solo en el deporte.
Desde el país nórdico, Braian estudiaba a distancia Marketing y Publicidad Digital.
Una dura lesión en el tobillo le impidió participar de los Juegos Panamericanos de Lima, el año pasado.
Braian Toledo estaba convencido que su madurez deportiva lo llevaría a una medalla en Tokio o en París 2024.
Con esa idea se levantaba a entrenar cada mañana.
La muerte lo sorprendió con solo 26 años, cuando estaba en nuestro país participando de un Campus para los jóvenes atletas que se están preparando para lo que será la cuarta edición de los Juegos Olímpicos de la Juventud.
Braian Toledo fue una de las pocas joyitas del siempre olvidado atletismo argentino.
El deporte lo sacó de la pobreza y le permitió hacerle una casita a su mamá.
Braian pudo cumplir con la promesa de ayudarla, aquella que le hizo cuando solo tenía 9 años, cuando la abrazó aquella noche en la entre lágrimas, cuando su madre, le confesó que no tenía para darles de comer al otro día.
Con esfuerzo, sacrificio y humildad Braian Toledo desafió a su destino.
Braian Toledo iba detrás de sus sueños montado en una jabalina que volaba cada vez más lejos, cuando se le cruzó la maldita muerte.
El deporte argentino ya lo empieza a extrañar.
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