Grandes del Deporte
11/10/2020 | 13:20 | Lujoso, hábil, exquisito, fue considerado rey de la rabona. Integró la Selección campeona del mundo en el '86 y logró títulos como jugador y como entrenador en Argentinos y en Colo Colo.
Jorge Parodi
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Claudio "Bichi" Borghi: “El fútbol es bello”
El fútbol es el juego más hermoso del mundo. Aunque el obvio objetivo es ganar, reducirlo a un caprichoso resultado es minimizarlo.
En la bolsa de valores del fútbol actual, el concepto resultadista y exitista, está en alza. En estos tiempos parece que sólo importa ganar.
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Mientras que las acciones de la belleza aplicada al fútbol, la técnica, el caño o el túnel (como le decíamos antes) o de una buena rabona, cotizan en baja.
El gran escritor uruguayo Eduardo Galeano escribió alguna vez: “Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol”
No se confunda con jugar lindo, no significa jugar bien, pero jugar bien puede tener un componente de belleza en el juego.
Que quede claro que los futbolistas no deben ser malabaristas y que una cosa es jugar bien al fútbol otra jugar a la pelota.
Nuestro grande del deporte de hoy, Claudio “Bichi" Borghi jugaba bien y jugaba lindo.
Lujoso, hábil, exquisito, Bichi fue puro talento y fue considerado rey de la rabona. Es que el fútbol sigue siendo un juego, aunque pocos jueguen a jugar.
El Bichi llevaba el potrero en el ADN de sus botines. Nunca renuncio a su vocación de jugar.
Era un volante ofensivo creativo, que formó parte del Argentinos Juniors inolvidable de los 80 e integra la lista de los campeones del mundo con la camiseta de la Selección Argentina.
Había logrado domesticar al balón desde muy chico, su técnica era extraordinaria. Su diálogo con la pelota era como el que tenemos con un amigo al que podemos contarle todo lo que nos pasa y todo lo que sentimos.
Entre Bichi y la pelota no existían secretos. Claudio Daniel Borghi nació en Castelar, Provincia de Buenos Aires, el 28 de septiembre de 1964.
Creció en un hogar muy modesto del conurbano bonaerense. Su papá falleció cuando Bichi tenía sólo 10 años.
La pérdida temprana de su padre lo obligó a trabajar desde muy chico para ayudar a su familia y a su abuela Hipólita quién lo educó. Fue repartidor de soda, fabricó jaulas para pájaros y trabajó en una zapatería.
El Bichi hizo las inferiores en Argentinos Juniors, pero debió dejar porque esa necesidad imperiosa de trabajar, pero un tal José Pékerman fue a buscarlo a su casa, le consiguió una beca del club y así Borghi pudo dedicarse al fútbol por completo.
El 4 de octubre de 1981, con sólo 17 años debutó en la primera de Argentinos Juniors que dirigía Osvaldo Chiche Sosa, en un 0 a 0 frente a Platense en Vicente López.
Luego de esa presentación, con el correr de los partidos se convirtió en uno de las principales figuras del equipo de La Paternal.
La venta de Pedro Pablo Pasculli a Italia le permitió afianzarse como titular y en una pieza clave en los tres títulos conseguidos: el Metropolitano, el Nacional y la Copa Libertadores.
En diciembre de 1985, disputó la histórica final de la Intercontinental ante la Juventus de Michel Platini y, pese a perder por penales, fue el mejor jugador del encuentro.
En esa fría jornada en Tokio, en una de las finales más emocionantes de la historia de la vieja Copa Intercontinental, El Bichi brindo una cátedra de buen fútbol.
El magnate Silvio Berlusconi quedó fascinado con el talento del Bichi y se encaprichó en comprarlo para el Milán, aún sin la anuencia del DT Arrigo Sacchi.
En 1986, integró el plantel argentino que se consagró campeón del Mundial de México. Allí, disputó los encuentros ante Italia y Bulgaria. En un amistoso ante Israel, en la previa de aquella Copa del Mundo, convirtió su único tanto con la Albiceleste.
Tras el Mundial fue transferido por una cifra millonaria al Milán, pero al tener completo el cupo de extranjeros primero pasó por el Como (Italia). Luego, con el paso del tiempo, pasó Neuchâtel Xamax (Suiza), River Plate, Flamengo, Independiente, Unión de Santa Fe, Huracán, Colo-Colo, Platense, Correcaminos de la UAT, O'Higgins, Audax Italiano y Santiago Wanderers.
Una vez retirado, comenzó su destacada carrera como director técnico, donde principalmente brilló en Colo-Colo al ganar cuatro títulos locales. Además, estuvo al frente de Independiente, Boca, la Selección de Chile, Argentinos Juniors y la Liga de Quito.
En el club de La Paternal, se consagró campeón del Clausura 2010.
El Bichi logró títulos como jugador y como entrenador en Argentinos y en Colo Colo. Es adorado por los hinchas de estos dos clubes. Una de las tribunas del estadio Diego Armando Maradona de la Paternal, lleva el nombre de Claudio Borghi
Como DT no renunció a su manera de entender el fútbol. Sus equipos siempre miraron el arco de enfrente. Sincero, frontal, directo. Así es Borghi, así son sus equipos.
En el mundo Boca se dio cuenta que en todo lo que ocurre puertas adentro se hace público casi al instante. por eso dijo que Boca "era como tener sexo con la ventana abierta”.
Como dijimos, como futbolista fue el Rey de la Rabona. Es que no sabía pegarle con la zurda y ese recurso fue, según él mismo, un defecto que convirtió en virtud.
La rabona para Borghi era un recurso, una necesidad y no un lujo innecesario, ni una cargada al rival.
Es cierto que el Bichi era medio vago, que tiraba tres rabonas por partido, que no era de los primeros a la hora de entrenar.
Borghi tenía condiciones para ser uno de los mejores jugadores del mundo, tenía un talento superlativo, cuando le preguntaron porque no se esforzó por intentar optimizar esas cualidades, citó una frase de Al Pacino en la película “Perfume de mujer”: YO siempre supe cual era el camino, pero no lo hice porque era demasiado duro.
El Bichi, hoy comentarista en la televisión de Chile, afirma: “Yo jugaba bien, de eso no hay dudas, pero no tuve la capacidad de mantener el nivel que tuve desde los 18 hasta los 24 años y eso es una incapacidad”.
Claudio Borghi reivindicó siempre la estética del fútbol. Su talento exquisito dejó una huella.
Sus convicciones y sus ideas se mantuvieron siempre inclaudicables, como futbolista y como DT Claudio Daniel Borghi fue un crack, un distinto.
Asumió el riesgo de JUGAR siempre, porque en definitiva el fútbol sigue siendo un juego, el más hermoso del mundo, más allá del negocio, los resultados y sus circunstancias.
Así lo entendió y lo jugó el Bichi Borghi.
Parafraseando el título de aquella hermosa y recordad película italiana “La vida es bella”, la historia del Bichi merece un filme dirigido y protagonizado por Claudio Borghi: “El fútbol es bello.”
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