Informes de La Previa
27/09/2020 | 14:30 | La fractura de Andrés Herrera, causada por su compañero Ángel Romero, dividió las aguas entre defensores y acusadores. El incidente reavivó el debate sobre cómo se debe manejar un vestuario.
Mauricio Coccolo
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Convivencia en el fútbol: ¿todos para uno y uno para todos?
En el mundo del fútbol las actitudes, los gestos y los comportamientos siempre provocan debates. Cuando se produce un conflicto el hecho es uno solo, pero las interpretaciones son infinitas. Todo el mundo opina y se dividen las aguas entre defensores y acusadores.
El último caso se dio en San Lorenzo después de un entrenamiento en el que Ángel Romero fracturó a su compañero Andrés Herrera. Según trascendió, en una acción desmedida el paraguayo le entró fuerte a Herrera, desde atrás, y le rompió el peroné. El técnico Mariano Soso dio por terminada la práctica y sancionó a Romero mandándolo a entrenar separado del grupo.
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Luego del incidente pasaron cosas, casi todas en las redes sociales —símbolo de la época—. Primero, Ángel Romero publicó un pedido de disculpas asegurando que no había tenido intención de lastimar a Herrera. Después, el correntino grabó un breve video agradeciendo las muestras de cariño. Y, por último, Fabricio Coloccini, uno de los líderes del plantel, escribió un mensaje de aliento para el defensor, pero usó la palabra “miserable” para describir lo que había pasado y desató una tormenta de especulaciones.
Para ponerle punto final a la historia, Ángel, acompañado por su hermano Oscar, fue a visitar a Andrés Herrera y subieron una foto de los tres con sus pulgares arriba. Pero no pudieron evitar que el tema disparara un capítulo infaltable: los escándalos de los Romero en San Lorenzo, que van desde un supuesto trato privilegiado por parte de Tinelli hasta el desplante que le hicieron a Monarriz en Córdoba cuando quiso sacar a uno y el otro, enojado, se negó a seguir jugando.
Qué se debe hacer en estos casos, es la gran pregunta. El psicólogo deportivo Marcelo Roffé piensa que el único camino es respetar los reglamentos internos y dice que eso es responsabilidad del técnico.
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En una postura diametralmente opuesta, Alberto Márcico, exjugador de Ferro y Boca entre otros, tiene una receta discutible pero muy extendida en el mundo de los vestuarios: a veces la única solución, dice Márcico, es agarrarse a trompadas.
En una posición intermedia, Guillermo Farré, excapitán de Belgrano, piensa que la clave está en la reacción del que cometió el error porque quien se equivoca debe ser el primero en darse cuenta, asumirlo y pedir disculpas al grupo.
Cómo lograr una convivencia armoniosa entre más de 50 personas, todas diferentes pero luchando por un objetivo común, es el gran dilema para los conductores de grupos. El profesor Fernando Signorini, que trabajó muchos años con futbolistas profesionales, apunta tres claves: afecto, sinceridad y lealtad.
En una línea de pensamiento similar, Claudio Rivadero, exjugador de Talleres, Belgrano y San Lorenzo, dice que en el ambiente del fútbol hay una sola cosa que debe ser sagrada: el reglamento interno.
La mayoría de las opiniones coinciden en un punto: el castigo sirve para corregir. Marcelo Roffé agrega un detalle importante: conocer las diferentes personalidades que tienen los integrantes de un grupo no solo ayuda a la hora de aplicar sanciones, sino que también permite prevenir incidentes futuros y anticiparse a los hechos.
El Beto Márcico, que fue dirigido durante muchos años por Carlos Timoteo Griguol, cuenta que una de las claves que tenía el extécnico de Ferro era tratar a todos los jugadores con el mismo respeto, pero no solo a ellos sino a todo el mundo, hasta el punto de que los retaba si le protestaban al árbitro.
¿Qué pasa cuando se rompe la convivencia en un grupo? Márcico vivió desde adentro el famoso episodio de los halcones contra las palomas en el vestuario de Boca, aunque dice que no fue para tanto, asegura que no supieron frenar a tiempo el conflicto.
Marcelo Roffé piensa que muchas veces el problema está en la sobreabundancia de jefes y la falta de líderes. En ese aspecto, Fernando Signorini dice que el conductor debe imponerse desde el conocimiento y destaca las cualidades que tenía César Luis Menotti.
Lo que pasó con Ángel Romero y Herrera trajo a la memoria un acontecimiento similar entre Agustín Orión y Leandro Paredes: en una práctica el pibe le mostró un par de veces la pelota al arquero, que reaccionó rompiéndole el ligamento del tobillo. La historia terminó con Paredes yéndose de Boca aún sin estar del todo convencido. Las preguntas, desde aquel momento, siguen siendo las mismas: ¿algunos jugadores tienen privilegios? ¿Está bien que los tengan? ¿Se trata a todos por igual, tanto a grandes como a pibes?
Guillermo Farré, de dilatada trayectoria, aporta una lectura interesante cuando dice que hay entender que todos, en distintas edades, gozan de diferentes privilegios que deben ser administrados cuidadosamente por el técnico.
En una postura cercana a la de Farré, Ernesto Corti piensa que los privilegios no deberían existir, pero sí es necesario tener tratos diferenciados con los jugadores de más trayectoria que merecen, según Carucha, un respeto distinto.
Siguiendo la misma línea, que parece muy delgada, difusa y polémica, Fernando Signorini, que trabajó con Diego Maradona y Lionel Messi, entre otras grandes figuras, apunta un concepto diferente cuando habla de prerrogativas aceptadas por el grupo.
Es común que las grandes figuras reclamen algunos privilegios, otros se los ganan sin pedirlos y algunos ni los tienen en cuenta. Y un poquito más allá, en una galaxia diferente y propia, está Zlatan Ibrahimovic. El sueco tiene una personalidad especial —por decirlo de una forma neutra— y tuvo un cruce muy recordado con Pep Gardiola en el Barcelona. Nadie sabe muy bien cómo empezaron las diferencias, pero terminaron de la peor manera.
El manejo de los egos en el vestuario es otro tema espinoso. Según Carucha Corti nadie puede estar por encima del grupo. Guillermo Farré dice que en casos extremos la única solución son las pautas claras para poder corregir. Marcelo Roffé hace una diferencia clave entre conducir y dirigir. Por último, Fernando Signorini habla de la transferencia de responsabilidades y los líderes naturales.
El tema es infinito como infinita es la lista de conflictos que se producen diariamente en el mundo del fútbol. Algunas cosas nunca van a cambiar porque donde haya personas siempre habrá problemas de convivencia, pero lo único que no se puede dejar de hacer es buscar todos los días mejores soluciones.
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