Informes de La Previa
13/06/2021 | 13:30 | El torneo más importante del continente se pone en marcha y la Selección de Messi y compañía tiene un objetivo claro: romper la racha de 28 años sin gritar campeón.
Raúl Monti
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La Copa América fue el escenario en el que Argentina ganó su último título, en 1993.
Revisando las hojas del calendario, el recuerdo de la última vuelta olímpica de la Selección queda cada vez más lejos en el tiempo. Nadie podía imaginar, ese domingo 4 de julio de 1993, que aquella conquista en la Copa América de la mano del “Coco” Basile marcaría el inicio de la sequía de títulos más larga de toda nuestra historia futbolística.
Desde aquella jornada de fiesta en el Estadio Monumental de Guayaquil, diez entrenadores distintos se hicieron cargo de la Selección. Argentina participó en siete Mundiales y nueve Copas América. Cientos de futbolistas destacados en el ámbito nacional e internacional se vistieron de albiceleste, decididos a romper la racha, pero no hubo caso: hace ya 28 años que los argentinos no pueden gritar campeón.
Entre equipos buenos y malos, algunas pocas alegrías y la enorme frustración de perder siete finales, los hinchas argentinos nunca dejaron de soñar. La relación de la gente con el combinado nacional y sus jugadores a lo largo de los años fue intensa y cambiante, marcada por las pasiones, pero sin abandonar jamás la ilusión de festejar un campeonato. Una ilusión que, este domingo, se enciende una vez más.
Consultado por los objetivos de Argentina para el desafío que se viene, Lionel Scaloni responde con un semblante muy distinto al que tenía cuando aceptó el desafío más grande de su carrera. Ya no es el técnico inexperto que tuvo que hacerse cargo del equipo de la noche a la mañana, tras el fugaz y decepcionante ciclo de Jorge Sampaoli.
Con el visto bueno de sus dirigidos, Scaloni supo hacerse cargo de la tan pedida renovación en la lista de convocados. Consolidó un grupo joven y con hambre de gloria que, con los altibajos propios de un equipo en construcción, alcanzó la semifinal de la última Copa América y aún no conoció la derrota en las Eliminatorias.
No se trata de una sensación: estamos en presencia de un equipo con muchas caras nuevas. De los 28 futbolistas que nos representarán en la Copa América, once tienen 25 años o menos y apenas seis jugadores superan los 30. En el grupo de los grandes, precisamente, están los únicos que cargan con la mochila de las finales perdidas: Messi, Agüero, Di María y Otamendi. El resto está haciendo sus primeras armas con la Selección sin ese peso sobre sus hombros, aunque el escenario que los espera no les traiga buenos recuerdos a los hombres de celeste y blanco.
Brasil, que se quedó con la organización del torneo a días del arranque, ha sido históricamente un territorio hostil para los seleccionados argentinos. Las estadísticas no mienten: a los brasileños nunca se les escapó un torneo continental disputado en su país. Y en el estadio Maracaná, donde se jugará la final de esta edición, Argentina solo pudo ganar un partido en los últimos 64 años, en la previa del Mundial ‘98, cuando “el Piojo” López logró quebrar el maleficio por una noche.
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Gran parte del plantel actual y su director técnico tuvieron su bautismo de fuego en Brasil en la última Copa América, cuando conocieron de primera mano qué implica jugar de visitante en la casa del pentacampeón. Más allá del meritorio tercer puesto obtenido en el torneo, los arbitrajes de los partidos de Argentina en la fase final se robaron toda la atención.
En la semifinal contra la “verdeamarela”, los jueces dejaron pasar un claro penal contra Nicolás Otamendi en la jugada previa al gol de Firmino que sellaría el 2 a 0 final. El propio Messi criticó la actuación de los árbitros al término del partido. Unos días más tarde, cuando fue expulsado tras un encontronazo con Gary Medel en el duelo por el tercer puesto, el capitán argentino no se calló nada y habló de “corrupción” y una copa “armada para Brasil”.
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Los medios brasileños reportan que, con la mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2022, esta Copa América es mucho más que una competencia deportiva para el presidente Jair Bolsonaro. El mandatario quiere mejorar su imagen positiva y sabe que levantar la copa le sumaría algunos puntos a favor.
Aunque para muchos este interés del poder político en el desarrollo del torneo es una señal de que podría haber una “mano negra” que favorezca a Brasil, hay una realidad indiscutible que se vio en el campo de juego. Con o sin ayuda, la Selección local ganó todo lo que jugó en las Eliminatorias, llega en un gran momento futbolístico y es uno de los candidatos de fierro a quedarse con la gloria.
Fuera de la cancha, todos los integrantes del proyecto argentino afirman estar unidos por la causa y preparados para el desafío, pero el panorama no es tan simple cuando la pelota empieza a rodar. Invicto en las seis primeras fechas de Eliminatorias, el último partido ante Colombia resume a la perfección lo que puede esperarse de Argentina (lo bueno y lo malo): puede ser un equipo dominante, agresivo y de buen fútbol, como en el primer tiempo; y también es capaz de cometer errores infantiles y de regalar una victoria que tenía en el bolsillo, como en el segundo tiempo.
Scaloni es consciente de que el rendimiento colectivo será determinante en el camino de la Selección, porque el hombre que lleva la “10” en la espalda va a necesitar más ayuda que hace algunos años. Leo Messi sigue siendo el mejor de todos, con una lucidez y visión de juego que pueden abrir un partido en cualquier momento, pero ya no tiene la explosión en la gambeta ni el desequilibrio con los que llegó a lo más alto del fútbol. Es el momento ideal para que jóvenes talentos como Lautaro Martínez, Nicolás González, “Angelito” o Joaquín Correa, entre otros, den un paso al frente en el ataque y se conviertan en amenazas para la defensa rival. El propio Messi se los va a agradecer.
Con una pandemia de por medio y en un sector del continente castigado por las cifras de contagios y las crisis que estos generan, la decisión de jugar el campeonato no estuvo libre de cuestionamientos. Figuras como Luis Suárez, Edinson Cavani y hasta los propios jugadores de Brasil declararon no estar de acuerdo con que el torneo se lleve a cabo. A pesar de ello, con la decisión tomada y ya sin posibilidades de dar marcha atrás, durante las próximas semanas millones de personas en el país se pondrán en “modo Copa”.
Para muchos será una nueva oportunidad de conquistar un título. Para otros tantos se tratará más de una obligación, de una tarea que, de no cumplirse, será un fracaso. Pero para todos los futboleros argentinos, más o menos exigentes, este domingo marcará el inicio de una nueva ilusión. Arranca la Copa América, y se reaviva el deseo de soltar un grito contenido hace ya 28 años: Argentina, campeón.
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