Grandes del Deporte
24/10/2021 | 15:01 | Antes de la gloria, la fama y los excesos, Diego Maradona fue un chico que soñaba con jugar a la pelota. Nuestro homenaje a 45 años de su debut en primera.
Jorge Parodi
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Cuando Diego era "Pelusa": los inicios de Maradona
"En una villa nació, fue deseo de Dios,
crecer y sobrevivir a la humilde expresión.
Enfrentar la adversidad
con afán de ganarse a cada paso la vida.
En un potrero forjó una zurda inmortal
con experiencia sedienta ambición de llegar.
De cebollita soñaba jugar un Mundial
y consagrarse en Primera,
tal vez jugando pudiera a su familia ayudar..."
Así comienza “La Mano de Dios, el tema-homenaje de Rodrigo a Diego Maradona.
Tanto se ha escrito, tanto se ha dicho sobre el "10", que a la hora de ubicarlo entre los Grandes del Deporte, opté arbitrariamente por detenerme en el comienzo, en el origen, en el principio de la leyenda de Maradona.
Fue el tiempo cuando el "Gran Diego", "El Mejor de todos", el de la "Mano de Dios", solo era "Pelusa":
El acta 1477 del Registro Provincial de la Personas, Policlínico Lanús, dice textualmente que el día treinta de octubre de mil novecientos sesenta, a las siete y cinco horas, nació una criatura de sexo masculino que había recibido el nombre de Diego Armando.
Mamá Dalma, (la mítica Doña Tota) contó que el parto fue un domingo a la mañana y que junto a su marido, Don Diego, habían pasado la noche anterior muy divertidos en un baile.
Dice la leyenda que Doña Tota piso un mosaico con una estrella, en el momento en el que entraba al hospital. Tal vez era un presagio de lo que vendría.
Diego fue el primer varón, después de cuatro mujeres en la familia Maradona, luego llegaron, Raúl, Hugo y Claudia. Fueron 8 hermanos en total.
Don Diego y la Tota habían dejado Esquina, Corrientes, donde el papá del 10 era lanchero. Llevaba animales a la isla cuando el río crecía.
Junto a sus cuatro hijas, en el año 59, se instalaron en Villa Fiorito, partido de Lomas de Zamora, localidad ubicada en el primer cordón de la zona sur del conurbano bonaerense.
En Buenos Aires, Don Diego trabajaba en una molienda y la "guita" no alcanzaba.
Alguna vez Maradona contó que soñaba con comer, que cuando llegaba la hora de la cena la Tota decía que le dolía la panza, "NO, NO VOY A COMER, PORQUE ANDO MAL DEL ESTOMAGO", fingía.
Recién a los 13 años, Diego se enteró que nunca le había dolido nada, que decía eso para que sus ocho hijos pudieran comer.
Desde siempre, en la familia y en la Villa, Diego fue "Pelusa", el apodo lo acompañó durante toda la infancia.
Muy cerca de su humilde casita, con techo de chapas y sin agua corriente, había siete potreros con arco y travesaño. Un lujo, para Diego, en ese momento, era una mezcla del Azteca y el San Paolo.
Apenas empezó a caminar, comenzó a jugar para Estrellas Rojas, un equipo de pibes que dirigía su viejo.
A su primera pelota se la regaló su primo, "El Beto". Era de cuero, número 1, blanquita, chiquitita. Flamante. Con ella durmió abrazado la primera noche, con ella amaneció abrazado la mañana siguiente.
A los 9 años, junto al "Goyo", un amigo del barrio se fueron a probar a Argentinos Juniors.
Francis Cornejo, el delegado, el entrenador, no podía creer lo que hacía ese pibito con la pelota.
Nacían los Cebollitas, allá por año 1969, cuando el hombre llegaba a la luna. Ese equipo de chicos clase 60, causaban sensación, movilizaban gente y Diego, era la figura.
Fueron campeones en el Torneo Nacional Evita 1973-74 y ganaron el título en la novena de Argentinos Juniors, dando espectáculos inolvidables.
En el entretiempo de un partido entre Argentinos y Boca, en cancha de Atlanta, en el año 70, Diego, con casi diez años empezó en el centro del campo a hacer jueguitos… empeine, taco, hombro, cabeza: un show.
Mantuvo el control la pelota sin que tocara el césped durante los 15 minutos de pausa del encuentro de primera.
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La gente no quería que empezará el segundo tiempo, le pedía al pibito que se quede, que no se vaya, que siguiera con su exhibición.
Era la primera ovación que recibía Diego en un Estadio en serio.
Los hinchas de Boca y Argentinos Juniors que lo aplaudían, no podían imaginar que pocos años después lo iban a convertir en ídolo.
Con 13 años Diego consiguió trabajo en una empresa de desinfecciónes. Su especialidad era matar cucarachas.
Con su primer sueldo llevó a su mamá, Doña Tota a cenar a una pizzería. Era su sueño, los dos solos, como novios. Diego sentía devoción por su madre.
Después llegó Jorge Cyterszpiler, su amigo inseparable, su primer representante, el que le daba el sándwich y la "Coca",el que lo invitaba a dormir en su casa para evitar los dos bondis que tenía que tomar para entrenar, el que lo acompaño en los Juegos Evita y en su primer título en la novena de Argentinos.
El que, ya como profesional, lo llevó a Boca, al Barcelona y luego al Napoli.
Una noche, sonaba Roberto Carlos con el tema "Yo Te Propongo", en la improvisada pista de baile sobre las baldosas de la cancha de Papy fútbol del Club Social y Deportivo Parque. Allí tomó coraje y sacó a bailar en los lentos una chica del barrio, Claudia Roxana Villafañe.
Allí, comenzó su historia de amor con Claudia, su primera novia, la mamá de Dalma y Giannina. Al resto de la historia ya la conocen.
Un tiempito antes, un miércoles 20 de octubre en la Paternal, Argentinos Juniors enfrentaba a Talleres por el Nacional '76.
Diego no había cumplido los 16 años, el DT Juan Carlos Montes lo llamó a ese pibe de rulos, que tenía la camiseta número 16.
“¡Entrá por Giacobetti!" le dijo.
La primera pelota que le llega al zurdo, la resolvió con un caño a Juan Domingo Cabrera, el 8 de la "T". Argentinos perdió esa tarde por 1 a 0, pero Diego se fue ovacionado.
Nacía el "Genio", el más "Grande", la leyenda, el personaje.
Después la fama, los elogios, el "Barrilete Cósmico", la historia, la desmesura, la "Mano de Dios"…
Pero la historia de este genio del fútbol empezó así:
Un domingo de octubre de 1960, en el Policlínico de Lanus, en los Potreros de Villa Fiorito, con los Cebollitas, con la camiseta de los Bichos de la Paternal.
Con aquella pelota de cuero, flamante, blanquita, chiquitita, con la que durmió abrazado esa noche y con la que se despertó al otro día, también abrazado.
Así comenzaron sus sueños, que fueron los de todos los futboleros.
Cuando Diego Armando Maradona, era sólo PELUSA.
"A poco que debutó
"Maradó, Maradó",
la 12 fue quien coreó
"Maradó, Maradó".
Su sueño tenía una estrella
llena de gol y gambetas...
y todo el pueblo cantó:
"Maradó, Maradó",
nació la mano de Dios,
"Maradó, Maradó".
Sembró alegría en el pueblo,
regó de gloria este suelo..."
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