Informes de La Previa
17/11/2019 | 15:51 | Riquelme anunció que podría presidir a Boca en un panorama incierto. Lo cierto es que ocuparía un puesto dirigencial. Verón y Pasarella, dos ejemplos que llegaron. Artime se asoma en Belgrano.
Mauricio Coccolo
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Juan Román Riquelme: de jugadores a presidentes
Ningún pibe cuando juega en el campito con sus amigos sueña con llegar a ser presidente de un club de fútbol. Los sueños pasan por otro lado: ponerse la camiseta, salir a la cancha, hacer goles, ganar campeonatos, convertirse en ídolo… pero resulta que algunos llegan a todo eso y además, después, se ponen el traje de dirigentes.
El último que cambió el verde césped por la arena política es Juan Román Riquelme. Si bien todavía no se sabe cuál será su rol en la nueva Comisión Directiva de Boca, lo que quedó claro es que Román salió a jugar el partido de los pantalones largos y dijo que podría ser presidente de Boca si se produce lo imposible: la unidad de todas las fuerzas políticas.
Descartado el escenario irreal que planteó Riquelme, todavía quedan unos días para especular y finalmente descifrar con la función que ocupará el último gran ídolo Xeneize, todo hace suponer que será el hombre fuerte del fútbol de Boca desde el 2020, pero el gran interrogante pasa por saber si ocupará o no algún cargo en una lista.
Atentos para pegar el salto por un bizcocho, los principales candidatos a presidente de Boca salieron a tratar de llevarse las aguas riquelmeanas para sus molinos. Fiel a su estilo, Juan Román jugó para todos y para él mismo porque no descartó ninguna posibilidad con ningún dirigente.
No parece haber muchas dudas sobre cuál sería el resultado de las elecciones si alguna de las listas lograra quedarse con la firma de Riquelme, la gente lo votaría por su extraordinario pasado como futbolista, pero el tema se vuelve un poco más discutible cuando se analizan las capacidades dirigenciales de Román o su preparación para asumir compromisos muy diferentes de los que tenía cuando jugaba.
El ajedrez de la política de Boca está en plena ebullición y el rey Riquelme esta vez parece decidido a meterse de lleno en la vida institucional del club de sus amores.
De los muchos casos históricos y actuales, entre los exjugadores que se metieron en la política de sus clubes, se destaca Juan Sebastián Verón, que atraviesa uno de sus mejores momentos desde que llegó a la presidencia de Estudiantes.
La Brujita no tenía ninguna necesidad de arriesgar toda su idolatría asumiendo el compromiso de conducir a un club que tenía como gran objetivo terminar de construir su nuevo estadio, pero supo desde siempre que presidir a Estudiantes formaba parte de su futuro y se preparó buscando que el momento le llegara.
Verón lleva cinco años conduciendo los destinos del Pincha y todavía le queda uno más de mandato, como todos los presidentes acertó y se equivocó en las decisiones deportivas, eligió mejores y peores técnicos, pero mantuvo una línea muy clara del trabajo en inferiores que le permitió vender jugadores en cifras millonarias para, entre otras cosas, poder sentir el orgullo en el pecho de haber sido el presidente que inauguró el nuevo estadio de 1 y 57. A eso no se lo podrá quitar nadie.
Uno de los primeros grandes ídolos que aparecen en la memoria cuando se habla sobre aquellos que se animaron a convertirse en dirigentes es Daniel Alberto Passarella. Del Kaiser podrá decirse cualquier cosa, menos que pasó desapercibido por la historia de River.
De la época de Passarella como defensor, referente, capitán y ganador ya se dijo casi todo, pero de su etapa como dirigente de River algunas heridas todavía permanecen abiertas. Aunque se separen los tantos, nunca más se podrá recordar toda la gloria que rodeó al Passarella jugador y técnico sin hacer mención a su rol como presidente del descenso.
En el 2009, después de unas elecciones muy reñidas que se terminaron definiendo por seis votos, Daniel Passarella le ganó a Rodolfo D’Onofrio y cerró su ciclo de relaciones con River pasando por todos los sitios posibles, pero esa puerta que Passarella estaba abriendo lo llevaría, sin que él lo supiera, al peor de los infiernos futbolísticos.
Envuelto en una situación económica crítica, después de los desmanejos de Aguilar, el River de Passarella tenía también la soga de los promedios al cuello y el exjugador nunca supo cómo desatar el nudo. Le explotaron todas las bombas juntas: el final de la carrera de Ortega, los bajos rendimientos de los refuerzos, la falta de líderes positivos, la vorágine que se llevó puestos a los mejores proyectos de inferiores y técnicos que no estuvieron a la altura. Al final, terminaría siendo Juan José López el que se tendría que comer el descenso que habían cocinado otros previamente.
Con el paso del tiempo, y en pocas palabras, los hinchas de River resumen la gestión de Passarella como presidente con dos conceptos que lo pintan de cuerpo entero: soberbia y malas decisiones.
Una historia parecida a la de Passarella con River fue la de Carlos Babington en Huracán, los dos fueron jugadores surgidos de las inferiores que se convirtieron en ídolos, luego dirigieron al equipo y finalmente llegaron a ser presidentes del club.
Babington llegó a la presidencia del Globito con sus pergaminos como futbolista en la mejor época del club durante los 70 y un pasado más cercano ascendiendo dos veces desde el banco e incluso quedando cerca de volver a salir campeón en el 94. Asumió con Huracán en segunda, ascendió a Primera División y lo llevó a pelear el título hasta aquel famoso partido contra Vélez y Brazenas.
Después del sueño frustrado todo sería una pesadilla para Babington como presidente de Huracán, tanto que se terminó yendo señalado como uno de los principales responsables de la debacle económica del club y acusado de haberse quedado con plata que no le correspondía. El Inglés pasó de la gloria al escarnio en menos de lo que le llevaría tomarse un té.
En una línea parecida a lo que está pasando con Riquelme en Boca, desde hace algunos años Luis Fabián Artime viene navegando las aguas políticas de Belgrano. Artime, otrora ídolo y goleador, asoma como uno de los candidatos para las próximas elecciones que pueden significar un punto de quiebre en la historia institucional y deportiva del Pirata.
En el mundo también hubo casos de grandes figuras que se convirtieron en dirigentes, dos de los más comentados fueron los de Franz Beckenbauer en Alemania y Michel Platini en Francia. Dos monstruos de la historia del fútbol mundial que terminaron con finales distintos sus experiencias de traje. Mientras Beckenbauer es presidente honorario del Bayern Munich y le traspasó el mando a otro exjugador del club, Platini cumple con una suspensión impuesta por la Comisión de Ética de la FIFA e incluso fue detenido y es investigado por supuestos sobornos durante su presidencia en la UEFA.
Tanto adentro como afuera de la cancha, con botines o zapatos, de camiseta o traje, con pantalones cortos o largos, en el fútbol la diferencia entre ser ídolo o villano sigue siendo la misma de siempre: todo depende de que la pelotita pegue en el palo y entre…