Informes de La Previa
12/12/2020 | 15:24 | Una consecuencia del coronavirus en el fútbol son las tribunas vacías, postal con la cual el deporte más popular no es el mismo. ¿Podrían regresar los fanáticos a ver a su equipo en el país?
Mauricio Coccolo
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¿Deberían volver los hinchas a los estadios?
El fútbol sin gente en los estadios no es lo mismo. Se puede jugar igual, por supuesto que se puede, pero le falta algo. Es como la comida sin sal: se come, aunque se nota que el sabor es diferente.
No es una afirmación tribunera, es una descripción de la realidad histórica: el fútbol es lo que es gracias a la gente. Si la mayoría de las personas del mundo eligieran mirar partidos de bolitas entonces jugar a las bolitas sería, además de una pasión enorme, un negocio millonario. Pero el espectáculo más popular del planeta sigue siendo patear un pedazo de cuero inflado.
La maquinaria funciona pese a la pandemia, sin gente en las canchas, porque la base de la economía del fútbol siguen siendo los hinchas, pero ya no importa dónde se encuentren. Claro que si están en las tribunas es mucho mejor, pero alcanza con que tengan ganas de mirar los partidos y pagar sus abonos de televisión para poder hacerlo.
Los grandes clubes del mundo se convirtieron en empresas multinacionales que cruzan las fronteras de sus ciudades para buscar nuevos mercados. El Real Madrid sigue siendo un sinónimo de Madrid como el United lo es de Manchester, pero ambos compiten para ganar seguidores en China, África, Estados Unidos, o dónde sea que haya gente dispuesta a verlos jugar y comprar sus camisetas.
En Argentina la mayoría de los clubes son de consumo interno, eso achica la torta del negocio y, al mismo tiempo, agranda la influencia de la venta de entradas en los presupuestos. Además, en el fútbol local el costo de abrir los estadios, aunque no haya gente, es muy alto por lo que la presencia de público, incluso en las copas internacionales, es una necesidad que va mucho más allá del folclore.
Durante los primeros meses de la pandemia, cuando parecía que no había más solución posible que quedarse encerrados —y sentados— hasta que todo pasara, muchos dirigentes del fútbol argentino decían que era preferible no jugar antes que hacerlo a puertas cerradas y aventuraban que la vuelta del fútbol sería imposible sin vacuna.
El último partido con gente, por la Primera División de Argentina, se jugó hace más de nueve meses: fue la victoria de Racing por 2 a 1 contra Estudiantes en La Plata. Ya se intuía lo que podía llegar a pasar, pero nadie imaginaba que sería para tanto. Cerrando el año, Matías Lammens, el ministro de Turismo y Deporte de la Nación, repitió una vez más que no ve probable la vuelta del público a las canchas en el corto plazo.
A nivel continental, la Conmebol fue la que más presionó para que el fútbol volviera en medio de la pandemia. Tanto la Libertadores como la Sudamericana tienen protocolos con excepciones para que los clubes puedan volar por todo el continente sin restricciones, pero la vuelta del público todavía no aparece en el horizonte. Sin embargo, Alejandro Domínguez ya advirtió que la Copa América solo se disputará si se puede vender entradas porque de lo contrario sería imposible financiarla.
El primer paso de la vuelta de la gente a la canchas en las competencias de la Conmebol pudo darse en las Eliminatorias, pero finalmente no sucedió. El detalle es que en el camino a Qatar se agregan costos extras, como los vuelos de los futbolistas desde Europa con sus respectivos protocolos sanitarios, que significaban más gastos para las asociaciones nacionales. Por eso los presidentes presionaban para abrir una puertita de al menos cuatro o cinco mil personas en los estadios.
Hasta el momento, la única actividad deportiva profesional de Argentina que se desarrolló con público fue el Súper TC 2000 en el Gálvez, que contó con la presencia de 500 personas. Las entradas volaron y la gente volvió a vivir la fiesta del automovilismo en la nueva normalidad que obliga al uso de barbijo, alcohol en gel, medición de temperatura corporal y respeto del distanciamiento social.
Los protocolos implementados en el automovilismo no parecen imposibles para el fútbol. ¿Por qué no podrían ir quinientas, mil, dos mil personas a una tribuna donde estarían debidamente cuidadas? ¿Qué son públicos diferentes? Puede ser, pero tampoco la gente que va a la cancha es suicida…
Muchas de las ligas más importantes del mundo dieron los primeros pasos tratando de recuperar la normalidad perdida, la última fue la Premier inglesa que autorizó el ingreso de 2 mil hinchas por partido con reglas muy claras: control de temperatura, tapabocas y distanciamiento excepto para los grupos sociales o familiares. Por supuesto, además se les pide que traten de no abrazarse en los festejos. Difícil, pero no imposible.
Una consecuencia impensada de la ausencia de público en los estadios fue el crecimiento de los triunfos visitantes. En la Copa Maradona, por ejemplo, durante los 72 partidos de la primera fase las victorias locales fueron 24 contra 29 de los visitantes. La presión de la gente tiene una influencia incuestionable en los árbitros, los rivales e incluso los jugadores propios. Las localías quedaron relativizadas por el Covid.
Cuándo podrá ir la gente a los estadios en Argentina es una pregunta que todavía no tiene respuesta. Plantear si deberían volver los hinchas es otra discusión, especialmente en un país que todavía no se decidió a poner de nuevo a sus chicos en las aulas. Prioridades.
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