Informes de La Previa
24/01/2021 | 14:39 | A partir de los dichos recientes de Mauro Zárate y Eduardo Salvio sobre su posible salida de Boca, un recorrido por los momentos en donde diferentes futbolistas se metieron en problemas en los medios.
Raúl Monti
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Declaraciones “sin casette”: ¿valentía o riesgo innecesario?
El reglamento del juego lo deja más que claro: un partido de fútbol se termina en el preciso instante en el que el árbitro se lleva el silbato a la boca y marca el final del encuentro. En teoría, el rendimiento y la calidad de los jugadores deberían ser evaluados por lo que sucede dentro de los límites de la cancha durante esos 90 minutos, pero la realidad es muy distinta. En la era de las redes sociales, donde no existen ni el silencio ni el olvido, los futbolistas se enfrentan día a día con un rival muy complicado: sus propias declaraciones.
“Por la boca muere el pez”, dice el refrán, y sobran los ejemplos para confirmar dicha idea. El último caso resonante en el fútbol argentino es el de Eduardo Salvio, quien esta semana se metió en el ojo de la tormenta tras hablar sobre una posible salida de Boca y criticar el rendimiento de sus propios compañeros en la derrota copera ante el Santos de Brasil. Casi en simultáneo se sumó la voz de Mauro Zárate, quien también puso en duda su continuidad y caldeó el ánimo de los hinchas “xeneizes”. El factor común de ambas situaciones es que eran totalmente evitables: bastaba con que los delanteros apelaran a las clásicas declaraciones con “cassette”.
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En la jerga futbolera, que un protagonista “se ponga el cassette” significa que elige declarar sin decir nada importante o polémico, evitando así cualquier riesgo de equivocarse. Aunque esta estrategia hace que muchas entrevistas carezcan de interés, son útiles para quienes deben enfrentarse a los micrófonos y no quieren morir en el intento. El pecado de Salvio y Zárate, si es que lo hubo, fue responder con honestidad. Por su parte, los hinchas de Boca en las redes sociales eligieron contrastar sus dichos con los de Diego Maradona, alguien que nunca intentó disimular lo que pensaba y sentía.
Aunque parezca una exageración, una declaración desafortunada puede cambiar drásticamente la carrera de un futbolista. Prueba de ello es lo que le tocó vivir en el 2008 a Oscar Ahumada, quien defendió la camiseta de River durante 7 años y llegó a usar la cinta de capitán. Más allá de haber sido campeón con la banda roja en el pecho, el común de los futboleros lo asocia con la recordada frase del “silencio atroz”. La repercusión de esa entrevista obligó a Ahumada a abandonar la institución poco tiempo después y, aunque pasaron más de 10 años, no volvió a pisar el Monumental, por miedo a la reacción de la gente.
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Una personalidad fuerte, inteligencia y banca popular son algunas de las cualidades que poseen los futbolistas más valientes en este sentido, los que se animan a decir lo que piensan sin ningún tipo de filtro previo. Diego Armando Maradona es, una vez más, una referencia ineludible en este tópico. Rebelde, ácido, frontal, Diego hablaba con el corazón en la mano cada vez que era consultado por los periodistas. El resultado de su postura fue una serie de respuestas memorables, que aún son recordadas por los hinchas.
Otro obstáculo al que se enfrentan los futbolistas a la hora de declarar es el miedo al ridículo, a no poder respaldar dentro de la cancha lo que dicen frente a los micrófonos. En este caso, una excepción a la regla fue José Luis Chilavert, el histórico arquero paraguayo. “Chila” no sólo ridiculizaba abiertamente a sus rivales, sino que constantemente remarcaba sus propias condiciones, alimentando su reputación de arrogante y engreído. Su anécdota más recordada en ese aspecto ocurrió en 1996, en la previa de un duelo de Eliminatorias entre Argentina y Paraguay. Chilavert se pasó toda la semana diciendo que iba a hacer un gol en ese encuentro, y cuando llegó el momento de la verdad, demostró por qué era uno de los mejores futbolistas del continente.
Muchas veces los jugadores se animan a “soltar el cassette” con el paso de los años, cuando cuentan con más experiencia dentro de la cancha y también en las salas de prensa. En sus inicios, a finales de los ‘90, Juan Román Riquelme se destacaba por su talento dentro del campo de juego, pero evitaba ser el centro de atención en cuanto se alejaba del verde césped. Cuando dejó de ser una promesa y se convirtió en el referente absoluto del club de La Ribera, demostró en sus interacciones con los periodistas la misma habilidad que tenía para gambetear rivales con la pelota en los pies.
Un camino similar, pero no idéntico, es el que transitó Lionel Messi. Al igual que Riquelme, era extremadamente tímido en su juventud y se fue soltando con el correr de los años, pero eligió un perfil distinto al del ídolo de Boca. Mientras que Román optaba por confrontar con los periodistas para no darles la respuesta que buscaban, Messi decidió declarar lo que sentía sin preocuparse por las consecuencias de sus dichos. En el último tiempo, el astro rosarino criticó públicamente a los dirigentes de AFA, Barcelona y Conmebol, dando muestras del carácter aguerrido que tanto le exigían algunos de sus detractores.
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El rol de capitán, en muchas ocasiones, les demanda a los jugadores importantes que se salgan del libreto para hablar en nombre del grupo. Sin embargo, los años de experiencia no son garantía de inmunidad a la hora de declarar. Carlos Tévez, por ejemplo, fue víctima de sus palabras en más de una oportunidad. “La plata no compra la felicidad”, dijo antes de irse a China por un contrato multimillonario. “Me banqué un año y medio que Riquelme hable mal de mí y de mis compañeros”, afirmó antes de que Román se hiciera dirigente. “Los futbolistas podemos estar seis meses sin cobrar”, opinó durante el parate por el aislamiento, lo que le valió el rechazo de sus colegas con realidades diferentes.
Aunque más de uno tuvo que salir a pedir disculpas o dar explicaciones por alguna frase fuera de lugar, no son pocos los que creen que parte de la culpa les corresponde a quienes hacen las preguntas. El mayor exponente de esta postura es Marcelo Bielsa, quien hace varios años decidió no dar más entrevistas y hablar con los periodistas únicamente en conferencias de prensa. En muchas oportunidades, los propios entrenadores salieron al rescate de sus dirigidos, como lo hizo Marcelo Gallardo en 2016, cuando a Martínez Quarta le consultaron por la actuación de los árbitros al final de un partido.
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Las redes sociales son el aliado ideal para la memoria de los hinchas, que rara vez olvida una declaración desafortunada. Pero entonces, ¿es justo condenar a un futbolista por lo que dice fuera de la cancha? Ponerse el “cassette”, ¿es ocultar la verdad o un acto de inteligencia? Hablar sin el “cassette”, en cambio, ¿es un acto de valentía o un riesgo innecesario? Lo concreto es que aquel viejo refrán sigue teniendo vigencia: “Por la boca muere el pez” y, de vez en cuando, la pasan mal los futbolistas.
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