Informes de La Previa
20/01/2024 | 18:00
Redacción Cadena 3
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Diego Martínez, un “laburante” del fútbol ante el desafío de su vida
El camino como entrenador del nuevo técnico de Boca inició hace una década, precisamente, dirigiendo a Boca.
En realidad, comenzó en las inferiores, donde Diego Martínez (el protagonista de esta historia) trabajó con chicos que todavía no habían terminado ni la primaria. A Diego le gustaba su trabajo, pero una llamita interna le decía que quería algo más. Extrañaba la adrenalina del fútbol profesional. Y fue allí cuando decidió soltar la comodidad que había logrado en “el Xeneize” para comenzar un viaje arduo y trabajoso que lo llevaría por todas las categorías del fútbol argentino.
No le preocupaba tener que empezar de abajo. Conocía todas las canchas del ascenso de sus años como futbolista, cuando no era más que un buen volante por izquierda. Debutó en Almirante Brown en el año 1997. Siguió en Ituzaingó, tuvo un breve paso por la liga de Guatemala y volvió al país para jugar en Gimnasia de Concepción del Uruguay, All Boys y Temperley. Sobre el final de su carrera aprovechó la oportunidad de competir en Europa, en el fútbol de Grecia, y colgó los botines en Estudiantes de Caseros, con apenas 33 años, tras una dura lesión de rodilla.
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Ya retirado, hizo el curso de director técnico y el profesorado en Educación Física. Allí conoció a Jorge “Coqui” Raffo, histórico formador de las juveniles de Boca, que lo invitó a sumarse al club. Durante su etapa en el “xeneize”, gracias a una alianza con el Barcelona, Martínez pudo viajar a España, ver cómo trabajaban las inferiores del club culé y conocer la histórica Masía. Quedó maravillado.
Intentó, con los chicos de Boca, poner a prueba lo aprendido. Pelota al piso, juego asociado, siempre con la intención de ser protagonista. Entrenó a futuros cracks, como Valentín Barco, “Equi” Fernández o Facundo Colidio, entre otros muchos chicos que luego llegaron a primera. Diego era feliz en su trabajo, pero le faltaba algo. Y por eso, cuando recibió el llamado de Ituzaingó para convertirse en técnico del primer equipo, no lo dudó. Le agradeció a “Coqui” Raffo por la oportunidad, armó el bolsito y se fue de Boca deseando volver, pero con un duro desafío por delante.
Ituzaingó, club donde pasó como jugador, estaba en la D, la última categoría del fútbol argentino. De arranque, Martínez dejó clara su idea de juego, la misma que había conocido en Barcelona y puesto en práctica en las inferiores de Boca. Revolucionó la forma de entrenar en “El Verde”, y logró el subcampeonato en su primer torneo en Ituzaingó. Su estilo de juego llamó la atención en el ascenso, y su incipiente carrera como entrenador empezó a crecer a pasos agigantados.
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Fue paso a paso, creciendo de a poco. En 2016 dirigió a Ituzaingó en la D. En 2017, pasó a Sportivo Cañuelas, a pelear el título en la C. En 2018 lo llamaron de la B Metro, para dirigir a Comunicaciones, y poco tiempo después llegó a un grande del ascenso como Estudiantes de Caseros. Y fue en “el Pincha”, justamente, donde su vida cambió para siempre.
En su corta carrera como técnico, Diego empezaba a tener un estigma con sus equipos: jugaban muy bien, pero no conseguían títulos. En Estudiantes, donde el objetivo era volver a la B Nacional después de 18 años, se sacó la espina. Armó un equipo letal, que no tenía rivales en su división, y se aseguró el ascenso cinco fechas antes del final del campeonato. En paralelo, llevó al “Pincha” hasta semifinales de la Copa Argentina, en lo que fue una campaña inédita para un club de la B Metro. Cayó en semifinales ante el River de Marcelo Gallardo, pero a esa altura ya había conseguido el reconocimiento de todos los futboleros del país.
En 2020, apenas 5 años después de su debut como entrenador, Godoy Cruz le dio la posibilidad de llegar a la máxima categoría del fútbol argentino, aunque los resultados no fueron los esperados y presentó la renuncia al poco tiempo. Recaló en Tigre, candidato al título en la B Nacional, donde logró un nuevo ascenso y el título de campeón. “El Matador” fue el equipo más goleador del torneo y, ahora sí, Diego Martínez se sintió como un auténtico técnico de Primera. En el proceso se ganó un apodo muy peculiar: por su barba y pelo largo, parecidos a los de un polémico personaje mediático, aquel Tigre fue conocido como “el equipo del Gigoló”.
Ya en el fútbol grande de nuestro país, Martínez seguía dulce. El juego ofensivo del “Matador” se potenció con refuerzos como Mateo Retegui, que se destapó como goleador, y Tigre se transformó en un rival difícil para cualquiera. Su mejor momento fue en el 2022, cuando el equipo alcanzó la final de la Copa de la Liga y quedó a las puertas de un título histórico. Finalmente, la derrota contra Boca por 3 a 0 puso fin a aquel sueño, pero el propio Juan Román Riquelme llamó a Martínez para ofrecerle ser el nuevo técnico “xeneize”, asombrado por su trabajo. Diego, que tenía contrato con Tigre, rechazó la oferta por respeto al club que le había permitido consolidarse en primera división.
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Poco tiempo después, ya en 2023, Diego Martínez llegó a Huracán para pelear la permanencia en primera. “El Globo” tenía un buen plantel, pero estaba muy golpeado anímicamente, y en apenas seis meses Martínez no solo lo sacó del fondo de la tabla, sino que lo convirtió en el equipo que sumó más puntos de toda la Copa de la Liga, para sorpresa de propios y ajenos.
Al finalizar el campeonato, eliminado del torneo en cuartos de final, volvió a sonar el teléfono. Una vez más, Riquelme lo llamaba para ser técnico de Boca. Diego tenía contrato en Huracán y un proyecto armado en torno a su figura, pero sintió que no podía dejar pasar el tren una vez más. Tuvo una salida desprolija del “Globo”, con reproches y multa incluida por parte de la dirigencia, pero cumplió su sueño: llegar a Boca, con todo lo que eso significa.
Es sabido que dirigir a Boca no es para cualquiera. “El Bichi” Borghi dijo alguna vez que el trabajo era “como tener sexo con la ventana abierta”. La presión, las críticas y los rumores están a la orden del día. Y en el último tiempo, el banco “xeneize” se llevó puesto a más de un ídolo que tuvo que irse por la puerta de atrás.
A pesar de todo, Martínez se tiene fe. No le tiene miedo al mundo Boca. Y cree en algo que, aunque sea polémico, él puede contar mejor que nadie: está convencido de que dirigir a un chico de Ituzaingó en la D, o a una figura del “xeneize” en una copa internacional, es “esencialmente lo mismo”.
En la última década, pasó por todas las divisiones del fútbol nacional, con buenos y malos momentos. Se arremangó para meterse en el barro, y supo alcanzar la gloria. Por eso, Diego Martínez va para adelante con las armas que consiguió a lo largo del camino. Tiene las ganas, la confianza y la ilusión de un “laburante” del fútbol que está ante el desafío más grande de su vida.
Informe de Agustín González
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