Enzo Fernández, la nueva joya de River

Tiene apellido común. Y nombre fuera de lo común.

No es un Fernández más de la guía. Su padre le puso Enzo porque era hincha de River y admiraba a Francescoli. No fue el único. Cualquier semejanza con lo ocurrido en 1986 con un tal Pérez, mendocino de Maipú, no es pura casualidad.

Enzo Jeremías Fernández nació en San Martín, conurbano bonaerense, el 17 de enero de 2001. Acaba de cumplir 21 años y con apenas 30 partidos en la Primera de River es, en este arranque en la Copa de la Liga, el futbolista de mejor rendimiento en el equipo de Gallardo. Hace de todo. Y todo bien.

Dio sus primeros pasos en el baby de La Recova y entró a River con 5 años. En infantiles era titular pero en la octava empezó a jugar poco y pensó en irse. Cosa de chicos. Por suerte tenía al lado a Pablo Esquivel, su descubridor y formador, buen consejero, quien lo calmó con una frase que inmortalizó Angelito Labruna: “De River no hay que irse nunca”.

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Siempre como volante central, el Tapón Gordillo le dio continuidad y confianza en la Sexta división y de allí saltó a hacer la pretemporada con la Reserva, a comienzos de 2019. Debutó un miércoles contra Unión, al día siguiente participó en una práctica con la Primera y dos días después, Gallardo lo sentó en el banco de suplentes del Monumental, en un partido contra Patronato. Aquel 27 de enero, con la resaca de Madrid a cuestas, el Patrón ganó 3-1 con 3 de Avalos. Pero el Gordo, como le decían sus compañeros, sentía que comenzaba a cumplir sus sueños.

El debut llegó un año y monedas después, el 5 de marzo de 2020, en el inicio de la Copa Libertadores. Contra Liga de Quito en los 2.600 metros de Quito. Un equipo totalmente alternativo porque River definía la Superliga unos días después en Tucumán. El equipo dirigido por Matías Biscay cayó 3-0 pero Enzo Junior sumó sus primeros 10 minutos como profesional.

Cuatro meses después, en julio de 2020 escuchó la sugerencia de Gallardo y no lo dudó: salió a buscar minutos en Defensa y Justicia. Era seguir jugando en la Reserva de River o terminar de foguearse en otro club de primera, que además disputaba torneos internacionales. No quería contradecir a Angelito. Se iba de River, pero para volver. Para volver y jugar.

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En Defensa tuvo algún altibajo inicial pero pronto se ganó la titularidad como volante central. Fue titular en la final de la Sudamericana que le ganó 3-0 a Lanús en Córdoba y en las dos finales contra el bravísimo Palmeiras por la Recopa. Pateó el último penal de la serie que le dio al Halcón su segundo título internacional. Y en Brasil. Personalidad no le falta.

En mayo de 2021, sin haber completado un año en Varela, un día sonó su teléfono.

-Hola, Enzo.

-Sí

-Soy Enzo Francescoli. Cómo estás. Te llamo para avisarte que en junio volvés a trabajar en River.

La vida te da sorpresas, cantaba Rubén Bladas. Su mentor le avisaba que no iba a tener que esperar hasta diciembre para completar su préstamo, sino que volvía antes. Gallardo lo quería en el plantel para que auxiliara a su otro tocayo, Enzo Pérez, en la mitad de la cancha.

Le costó ganarse un lugar, pero sorprendió a todos cuando en la sexta fecha de la última Liga, a River le dieron un penal contra Vélez, con el partido 0-0, y el Enzo menor agarró la pelota, entre todas las figuras ya consagradas, y fue decidido a patearlo. Lo metió y River ganó 2-0. No le tiemblan las piernas.

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En la segunda mitad del torneo se ganó el puesto en el medio junto a Santiago Simón y Agustín Palavecino y River terminó arrasando con los goles de Julián pero siempre sostenido en esas piezas claves del mediocampo. Redondeó un 2021 de ensueño con 4 vueltas olímpicas: Sudamericana y Recopa con Defensa; Liga y Trofeo de campeones con River. La frutillita la puso Scaloni cuando lo convocó a la selección en la doble fecha de eliminatorias, en noviembre. Cartón lleno.

Hasta el momento, en esta Copa de la Liga, Enzo Fernández es el jugador de campo de River con más minutos en cancha. Sólo salió en el último cuarto de hora ante Unión. No es casualidad: su juego ha crecido. Hoy corre y marca como un 5, tiene la dinámica y la inteligencia de un 8, la claridad para la asistencia de un 10 y la presencia en el área que todo entrenador le pide a un mediocampista. En todos los partidos suele dejar a sus compañeros frente al arquero y tiene un par de situaciones claras de gol. Reventó el travesaño contra Newell’s y el palo ante San Lorenzo. Ah, y no se cansa: transita la cancha con la misma intensidad en el minuto 1 y el 95.

“Enzo Fernández puede ser el jugador más buscado en el próximo mercado”, advirtió Enzo Francescoli hace unos días sobre su homónimo, abriendo el paraguas. Desde España llegó la información que el Real Madrid lo tiene en observación, junto a otro grupo de candidatos. Y tiene toda la lógica: Enzo Fernández responde al perfil de futbolista moderno que se observa con frecuencia en Europa: dinámica, disciplina táctica, pero sobre todo excelente técnica para jugar a un toque y presencia en ambas áreas.

Fana de River a nivel “termo de redes sociales”, se ha viralizado un video en el que se lo ve hace un par de años dirigiendo la batuta con sus compañeros de inferiores en una combi, en plena disputa de la Dallas Cup, gritando y agitando los brazos de manera desaforada. También hay una foto suya festejando en el Obelisco el 9 de diciembre de 2018. Y otra de su hija Olivia, de un año y medio, que lleva una remera con la siguiente leyenda: “Hincha de River como mi papá y como Enzo Pérez”.

Pero claro, hoy ya no es como hace 30 años. Hoy en la concentración de River alguien dice “Enzo” y se dan vuelta unos cuantos al mismo tiempo. Hay que poner semáforos para que no se choquen. La culpa la tiene Francescoli.

Apenas pisó la primera, era Encito, para no tener que andar aclarando el apellido. Hoy, Enzo Jeremías Fernández, el tercero de la dinastía, se pronuncia sin diminutivo. Le hace honor al nombre y lo defiende con tremenda jerarquía partido a partido.

Aunque parezca una misión imposible, hasta Qatar no para.