Gaudio vs. Coria, la dramática “final argentina” en París

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Gaudio vs. Coria, la dramática final argentina en París

06/06/2021 | 14:15 | El 6 de junio de 2004, dos tenistas nacidos en nuestro país definieron por única vez en la historia una final de Grand Slam. El "Mago" y el "Gato" protagonizaron un duelo marcado por su rivalidad. Escuchá.

Jorge Parodi

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Gaudio vs. Coria, la dramática “final argentina” en París

Nunca la gloria y el drama estuvieron, al mismo tiempo, tan cerca y tan lejos, para dos deportistas argentinos. Apenas a unos pocos milímetros del fleje de un court de tenis.

Ese domingo con un sol a pleno en la primavera de París, a un “Mago” se le fugó sin avisar la magia de su varita y un “Gato” demostró porqué dicen que los felinos tienen siete vidas.

El 6 de junio de 2004, Gastón Gaudio y Guillermo Coria protagonizaron una inolvidable final de Roland Garros. Fue la única vez hasta el momento en la que que dos argentinos definieron un torneo de Grand Slam. Fue "la final argentina" en París.

Nunca la gloria y el drama estuvieron, al mismo tiempo, tan cerca y tan lejos, para dos deportistas argentinos.

Para ambos fue la primera y única final de un Grand Slam. Guillermo Vilas era el único tenista argentino que había ganado el Abierto de Francia en 1977.

La rivalidad entre Coria y Gaudio había nacido en los años previos. En 2001, por ejemplo, el “Mago” Coria le ganó la final de Viña del Mar y festejó como el Matador Salas, algo que a Gaudio no le gustó nada.

Una semana después, el “Gato” lo dejó afuera en los cuartos de final del ATP de Buenos Aires y le devolvió la gentileza, con un bailecito para festejar, además de otros gestos desproporcionados para un triunfo en esa instancia.

En Hamburgo 2003 se volvieron a encontrar y esa vez ganó Coria, que sufrió calambres, durante el partido, pero finalmente logró recuperarse. “¿Qué te pasa, pendejo de mierda? No me mires así porque te cago a trompadas, gil”, le dijo un furioso Gaudio después del saludo final.

Había de por medio una cuestión personal, era un clásico, una rivalidad especial. No era un partido más, no sólo por tratarse de una final de Grand Slam entre compatriotas

El que llegaba mejor era el “Mago” Coria, que en la edición anterior había avanzado hasta la semifinal. El “Gato” nunca había pasado de la cuarta ronda en Roland Garros. Coria era el claro favorito de la cátedra.

El nacido en Rufino era el número 3 del mundo y venía de ganar el ATP de Montecarlo. En París, solo perdió un set en su camino a la final, frente al británico Tim Henman, en semifinales.

El “Gato”, ocupando el puesto 44 del ránking, dejó en el camino a Guillermo Cañas en primera ronda y en semifinales a David Nalbandian. En las primeras rondas necesitó cinco sets, después cuatro, y las siguientes fueron en sets corridos.

Parecía un partido fácil para Coria, su comienzo fue fenomenal, movía de un lado al otro del court a un Gaudio desconcertado, errático, nervioso y ausente, que no la pasaba nada bien.

Había de por medio una cuestión personal, era un clásico, una rivalidad especial.

En menos de una hora de juego, el “Mago” se quedó con los dos primeros sets (6-0 y 6-3) y se floreaba, con un juego dominante.

Esos nervios le habrían provocado una dificultad física, un inoportuno calambre. El “Gato” nunca le creyó, el antecedente en Hamburgo avalaba su sospechaEn el descanso del tercer set, Gaudio iba a sacar 4 a 3 y el público empezó a hacer la “ola”. El “Gato” empezó a sonreír y a aplaudir a la gente. Esto marcó un quiebre en el partido, según el propio Coria: "Ahí empecé a ponerme nervioso".

Gaudio era como un boxeador que estaba contra las cuerdas y a punto de ser noqueado. Después de aquella “ola”, se encontró con la complicidad del público, comenzó a jugar con la gente y reírse.

De pronto Gaudio empezó a soltar su revés exquisito y a sentir buenas sensaciones. Ese parcial fue para Gaudio 6-4 y el siguiente terminaría en 6-1, llevando la definición a un quinto set sin tie-break.

Gaudio era como un boxeador que estaba contra las cuerdas y a punto de ser noqueado. 

Como por arte de magia, Coria recuperó su movilidad. El santafesino logró levantarse y llegó a estar 6-5 arriba donde tuvo dos puntos de campeonato casi consecutivos.

El “Mago” tuvo dos match point con su saque. Era el momento de Coria. El santafesino se apuró, la ansiedad le ganó y en las dos oportunidades, primero un drive y luego un revés la pelota se le fue apenas ancha. A milímetros del fleje. El “Gato” respiró con una sonrisa nerviosa de alivio.

Con el empate 6-6 de Gaudio, la definición debió ser por diferencia de dos. Gastón se agrandó, se soltó después de estar al borde del abismo del partido y sacó lo mejor de su repertorio, con el público a su favor.

6-5 a favor a favor del Gato, que salió a jugársela. Un tiro ganador del revés a una mano del “Gato” significó el 8-6, set. Título y la gloria.

Gaudio no sabía si reír o llorar, e hizo ambas cosas, no lo podía creer, lanzó su raqueta al cielo, saludó a Coria en la red y chocó las palmas de sus manos con público de las primeras filas del court central, en su momento de gloria.

Gaudio improviso esa vuelta olímpica para decirle “merci” al público que lo apoyo. Después se lanzó de cabeza para abrazar a sus afectos y Franco Davin, su coach.

Coria se sentó en un banquito derrumbado en su propia impotencia, ahogado en lágrimas. Luego, fue el gran Guillermo Vilas quién, le dijo algo al oído al inesperado campeón y le entregó el trofeo a un Gastón Gaudio que no salía de su asombro por el logro.

Aquel partido marcó un antes y un después en la carrera de ambos tenistas. Guillermo Coria a un año de la final, cayó en el puesto 14 del ránking y nunca pudo volver a su máximo nivel logrado entre 2003 y 2004.

Sin dudas, esa final de Roland Garros fue un golpe anímico letal del cual nunca pudo recuperarse. En 2009, después de muchas idas y venidas por culpa de sus lesiones, se retiró definitivamente.

Gastón Gaudio fue el número 5 del mundo en 2005, llegando a ser la primera raqueta de Argentina. Pero en los años siguientes fue noticia más por sus enojos que por ganar títulos. En agosto de 2011 anunció su retiro oficialmente

Aquella final quedó para la historia. El día que dos tenistas argentinos atraparon al mundo en París con un partido dramático, que tuvo todos los ingredientes. El día que al “Mago” se le fugó sin avisar la magia de su varita, el día que el “Gato” demostró porqué dicen que los felinos tienen siete vidas.

En el discurso final, Gaudio emocionado dijo: “Mami, papi, los amo”. La gloria y el drama estuvieron a pocos milímetros del fleje.

Aquel 6 de junio del 2004, Gaudio y Coria escribieron uno de los capítulos más gloriosos y dramáticos de la historia del deporte argentino.

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