Informes de La Previa
25/04/2020 | 13:22 | A 40 años de la intervención a la Liga Cordobesa de Fútbol por parte de la última dictadura tras la resolución 1.309 que llevó a Talleres a la AFA. Escuchá el relato de quienes vivieron ese momento.
Gabriel Rodríguez
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Golpe de estadio (Por Gabriel Rodríguez)
“Este acto que hoy se concreta mediante las actas que se han firmado hace pocos instantes, es una de las pruebas de lo que los argentinos, de acá en más, en todos los estamentos de la sociedad, en todos los actos individuales, debemos realizar para conseguir los grandes objetivos que Argentina se ha propuesto en este Proceso de Reorganización Nacional”.
“Con esta grandilocuencia, propia de un tiempo atroz, el interventor militar de Córdoba Adolfo Sigwald rubricaba su logro. El 9 de enero de 1980 había terminado de doblegar la tozuda resistencia de la Liga Cordobesa de Fútbol a la resolución 1.309, por la cual AFA abría el torneo Metropolitano a los clubes del interior”. Eso escribió para La Voz del Interior, el periodista Angel Stival.
Pero para llegar a ese momento, primero hay que contar el origen: transcurría la época más oscura de nuestra historia y el país estaba bajo las sombras del más sangriento golpe de estado. Paralelamente en el deporte, Talleres desde el ’74 era un fenómeno popular, clasificando a todos los Nacionales, con una estructura envidiable y tres campeones del mundo en 1978: Galván, Oviedo y Valencia.
Para poder mantener un plantel repleto de figuras, Amadeo Nuccetelli decidió sacar al equipo por el mundo para producir ingresos ya que las recaudaciones en Liga Cordobesa eran insuficientes y los Nacionales duraban tres meses. Talleres anduvo por Estambul, Málaga, Los Angeles, Guatemala y el Zaire.
Nuccetelli lideró un movimiento de clubes de “tierra adentro” conformando la Liga del Interior y un torneo: la Copa Hermandad, ganada por la “T”.
Belgrano, Instituto, Atlético y San Martín de Tucumán, Gimnasia de Jujuy, Independiente Rivadavia, Central Norte de Salta, Altos Hornos Zapa de Jujuy y Central Córdoba de Santiago del Estero integraban también este reclamo hacia AFA de una mayor apertura al interior.
Julio Grondona fue rápido de reflejos: el 15 de agosto de 1979, tres meses después de asumir, promulgó la resolución 1.309, publicada en el boletín 682 y que decía que aquel club indirectamente afiliado que hubiera alcanzado los playoffs del torneo en dos de las tres últimas ediciones de los Nacionales, se adjudicaba un lugar en los Metropolitanos.
Fue una resolución hecha a la medida de la “T” en los escritorios de Viamonte: finalista en 1977, semifinalista en 1978 y cuartofinalista en 1979. Y así, Grondona satisfacía a Talleres y de paso descabezaba a los embates de la Liga del Interior.
José Luis Marchini, relator de LV2 en ese tiempo, rescató que el nuevo presidente de AFA no se iba a pelear con los del interior y que a la 1309 nadie la discutió.
Sin embargo, apareció la Liga Cordobesa, sintiéndose ultrajada por la 1.309: en asamblea extraordinaria se decidió no autorizar la participación de Talleres ni de cualquier otro equipo en los Metropolitanos. Nueve clubes votaron a favor; mientras que Talleres, Belgrano e Instituto se opusieron. La casa madre del fútbol cordobés no estaba en contra de que Talleres jugara el torneo, sino que quería que la plaza no fuera del club, sino de la Liga, y que todos los años se revalidara. La confrontación elevaría el tono porque en barrio Jardín no pensaban así.
Muchas reuniones, presiones y el permiso a Talleres. Así lo recuerda Gustavo Flores, dirigente de Belgrano e hijo de Miguel Flores, histórico presidente de la liga y delegado de los "celestes" en ese momento.
A raíz de esa resolución y de las discusiones que generó, el gobierno de facto comenzó a participar en el tema. Córdoba era gobernada por el interventor federal, brigadier Adolfo Sigwald: una noche, cerca de las 12, sonó el teléfono. Del otro lado de la línea Sigwald convocó de urgencia en Casa de Gobierno al vicepresidente de la Liga (Gabriel Salort), al secretario (Basilio Guerrero) y al tesorero. Sigwald, ex jugador de Lavalle, les pidió que le facilitaran a Talleres la participación en AFA. “No es una presión –les dijo–, pero es una obligación para con el interés de la gente”.
La respuesta de los dirigentes no se hizo esperar: tenían resuelto no autorizar la partida de Talleres. La respuesta del gobernador tampoco demoró: a las dos horas envió a su hijo para que presenciara el desenlace de la reunión. Cuentan los memoriosos que Sigwald (h) entró a la reunión, se sentó y siguió todos los detalles de las discusiones.
“No habló, no participó, pero su presencia fue un elemento de presión”, dijo un dirigente. La reunión terminó a las 6 de la mañana con la decisión final de concederle a Talleres la participación en el Metropolitano de 1980. “¿Saben lo que fue llegar de día a tu casa? Esa noche cerraron la puerta, pusieron un milico de guardia y la orden fue clara: no sale nadie hasta que no se apruebe el permiso a Talleres”, fue publicado como referencia de Basilio Guerrero, en el libro de los 100 años de la Liga.
Ramón Gómez, del diario Córdoba en los '80, responsabilizó a dos dirigentes en particular: el Comodoro Ángel Gutiez y el doctor Luis Alberto Herrera.
¿Avance o retroceso? Si se analiza estrictamente el lado futbolístico, fue un paso adelante. Pero en la práctica, había una ínfima chance de que los clubes pudieran aprovecharla… a excepción de Talleres que debutaría el 10 de febrero de 1980 en la cancha de Huracán.
El periodista Juan Rodríguez Brizuela trabajaba para "Sucesos deportivos" en LV2 y en el diario Córdoba. Admite que la intervención se veía venir y que la 1309 fue el golpe mortal para Córdoba.
Había sucedido lo inevitable: los militares habían puesto una pata en el Liga. Faltaba el desenlace, que llegaría algunos meses después, cuando los rumores de una posible intervención comenzaron a inundar los pasillos en 9 de Julio 660. Rumores motivados porque el permiso era por un año y Talleres lo quería permanente.
Las autoridades se dirigieron a la Casa de Gobierno y se entrevistaron con Sigwald, quien les transmitió tranquilidad y descartó cualquier intento de intervención. Eso fue el 24 de setiembre de 1980. Los directivos respiraron aliviados y le transmitieron las buenas noticias al presidente de la liga, Augusto Sachetta. Sin embargo, un día después fueron notificados de la intervención.
Y comenzaron los días más difíciles, con dirigentes que para entrar a la casona debían hacerlo por una puerta lateral y antes mostrar sus documentos.
Emeterio Farías, actual tesorero de la liga, era asambleísta de Primera B en 1980 y cuenta lo duro que fue que pongan a los dirigentes contra la pared para revisarlos y que dos de ellos estuvieron en contra de la resolución para después cambiar de opinión.
Amado Roldán, socio de Talleres, fue el interventor en la nueva Asociación Cordobesa de Fútbol, que ahora no sólo aglutinaba a los clubes de Capital sino también a los del Interior.
A Roldán lo sucedió Roberto Andaluz, quien fue reemplazado por Luis Alberto Herrera quien abrió el camino para la normalización institucional que desembocaría con la llegada de Miguel Flores en 1986.
El libro de los 80 años de la Liga Cordobesa, en la página 12 reza: “sin miedo de pecar de exagerados, podemos decir que en el fútbol cordobés hubo un antes y un después de la 1.309 y la intervención”.
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