Guillermo, el primero

El momento futbolístico de Belgrano tiene un padre: Guillermo Farré, a quien pocos le veían pasta de entrenador “apaga incendio” cuando lo fueron a buscar para torcer el errado rumbo inicial con el uruguayo Alejandro Orfila, quien más allá de las buenas intenciones le quedó grande el traje y jamás entendió lo significativo de dirigir al Celeste.

Este domingo se cumplirá una vuelta al sol, el primer año del eterno capitán en el banco “Pirata”. Presentado el 22 de mayo de 2021, declaró que lo primero que necesitaba era que ese Belgrano fuera un equipo dinámico y agresivo, y poco a poco ese estilo “made in Zielinski” se fue gestando, desde aquel debut 19 días después, el 10 de junio como visitante de Riestra, rasguñando un empate en el minuto 92 por intermedio de Rocky Balboa.

Farré llegaba con un puñado de meses al lado del Ruso en Estudiantes de La Plata, sin experiencia. Pero eso lo pudo suplir habiendo sido un futbolista inteligente, que dejaba la vida en cada pelota y el cien por ciento en todos los partidos y jugadas porque entendía el juego.

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Bueno, algo de eso le vio Pancho Ferraro para armar el Belgrano 2007.

En Belgrano no es común que los entrenadores duren tanto. Desde Zielinski, quien estuvo cinco años y tres meses, que un técnico no lo dirige 365 días y 38 partidos, los que cumplió el viernes. Y eso que pasaron Teté González dos veces, Madelón, Méndez, Lavallén, Bernardi, Osella, Berti, Caruso Lombardi y Orfila.

No fue mala su primera experiencia en 24 partidos, sacando el 62% de los puntos en juego. No le alcanzó al equipo del año pasado para luchar por un ascenso porque quedó muy pegado al malísimo 27% de los puntos conseguido por Orfila: 11 de 27: desde ese punto de vista fue justo que no lo haya logrado, si estuvo entre los primeros cuatro de la zona en las primeras 5 fechas.

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No obstante realizó una gran campaña en cuanto a puntos, agarrando un equipo que no armó y dejando una buena base para lo que vendría y que sí armaría. Se quedaron Losada, Ochoa y Miño, tres de los jugadores que estuvieron en el ojo de la tormenta. Pero los recuperó, los mejoró con competencia. A Losada le trajo Vicentini, quien sería titular en cualquier otro lado; a Ochoa le puso a Oliver y con la vuelta de Ostchega le dio doble presión; y con Miño fue tan cercano, que le hizo entender que era un “distinto”.

Con un presupuesto sólo en fútbol de 35 millones de pesos, se armó un plantel largo y el de mayor calidad en la categoría. Rébola es un buen complemento de Novaretti y por las dudas espera Olivera; Longo el “5”que le ganó la idea a Farré quien hizo traer al mejor volante central del año pasado (Ramírez), Zapelli va explotando de a poco; Comba, Susvielles, Bernardello, Rojas y Bordagaray alternan, juegan, rinden y rotan; y Vegetti recuperó ese instinto asesino de “9” que perdió con Orfila con el que sólo marcó un gol. Con Farré, el Toro se convirtió en el sexto artillero histórico del club en AFA.

Nada es casualidad. Mario Gómez, quien lo tuvo en 2008 y jugó la promoción ante Racing, contó que ya tenía dentro de la cancha ese carácter que muestra fuera de ella.

Y ahí se ve la mano del técnico a la hora de administrar riqueza futbolística. Un plantel bien administrado lleva a que el entrenador se vuelva fundamental para cambiarle la cara al equipo en todo momento. Así se explican las victorias de Belgrano en los segundos tiempos, con muchos goles en los últimos 15 minutos de partido, las siete victorias consecutivas y este arranque demoledor.

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El Bicho Flotta, ayudante del Ruso en los cinco años de Belgrano vio el crecimiento de Guille y ese potencial que hoy se plasma.

La llegada de “Chapu” Farré le cambió la cara a Belgrano. Faltan cosas por corregir como plantarse de visitante porque ahora viene lo más difícil. Si hasta acá llegó líder jugando mal, más afuera de Alberdi, con que mejore un poco estará en lo correcto. El problema es que desde inicio de torneo, de visita, no mejoró su performance futbolística.

Como referente, capitán y jugador que fue del club, transmite otra cosa a sus futbolistas desde la seriedad del trabajo y consciente que cuando se tiene orden e intensidad, pasa a tener un rótulo de equipo difícil y eso está prevaleciendo.