Guillermo Farré

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Guillermo Farré, más héroe que villano

29/05/2021 | 14:00 | El histórico volante de Belgrano es el nuevo DT del "Pirata". Aunque será recordado por el gol que condenó a River al descenso, su carrera fue mucho más que ese momento.

Jorge Parodi

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Guillermo Farré, más héroe que villano

Siempre hay un día, un minuto, un instante, un momento en la vida que marca un antes y un después.

Luego, cada uno lo etiqueta o califica como quiere: destino, suerte, oportunismo, casualidad o causalidad.

Como en la película “Match Point”, en la que la pelotita de tenis bailaba tambaleante sobre la faja de la red, amagando a caer de un lado o del otro.

A veces, ese momento inolvidable se puede ubicar en el tiempo, en el espacio y en la memoria emotiva.

La tarde del 26 de junio de 2011 fue la fecha.

El Estadio Monumental de River, el lugar.

El ascenso de Belgrano y el descenso de River, la circunstancia.

Un gol, inolvidable y eterno que significó un ascenso de ensueño y un descenso de pesadilla, el motivo.

Un futbolista vestido de celeste, con su cinta de capitán, el protagonista.

La felicidad con forma de “Pirata” de media Córdoba y la tristeza de medio país “Millonario” por sufrir una afrenta a su inmaculada historia, la consecuencia.

Guillermo Farré fue el protagonista.

Guillermo Farré fue el héroe y el villano de la misma película.

Hoy, a los 40 años, Guillermo Farré es el nuevo entrenador del equipo en el que entró a la historia.

Respetuoso y respetable, el volante central escribió en el campo de juego historias para contar y una rica biografía para repasar.

Guillermo Farré nació en Colón, Provincia de Buenos Aires, el 16 de marzo de 1981.

Como suele ocurrir con gran parte de los chicos argentinos, la pelota era su juguete preferido.

En su infancia un baldío cercano a su casa fue su all inclusive.

El Fortín fue el club de barrio, con el que salió campeón de su Liga a los 17 años.

La primera parada de su exitoso destino futbolístico fue en Central Córdoba de Rosario.

El 15 de marzo del 2003 debutó en la B Metro ante Estudiantes de Caseros. Estuvo cuatro años en el equipo “Charrúa”.

De a poco el joven volante central se convirtió en líder y capitán.

Algo que repitió durante su carrera, por voz de mando, inteligencia y una matriz de buena persona.

Francisco Ferraro, DT de Belgrano en ese momento, mostró interés por ese volante central criterioso, notable lector del juego, buen administrador de pelotas, que tenía respetable media distancia.

Un 18 de agosto de 2007 debutó en la B Nacional con la camiseta de Belgrano, que venía de descender.

Fue un amor comprometido, incondicional y recíproco.

Guillermo Farré interpretó como pocos el espíritu del club, la particular idiosincrasia, la rebeldía estudiantil, con reminiscencias de serenatas y doctores del barrio Alberdi y aprendió enseguida en la “Escuela de la Lengua” de la calle, el idioma de los cordobeses, lleno de guiños y humor chispeante.

La pareja se extendió durante 317 partidos, Farre está tercero entre los que más transpiraron la camiseta celeste de los de Alberdi.

Su primer gol y su debut como capitán, fue contra la CAI en 2009.

Pasaron dos promociones perdidas frente a Racing y a Rosario Central.

El ascenso seguía esquivando como Nicolino Locche en alguna noche inspirada en el Luna Park, pero esta vez con un aditamento: Belgrano andaba con el bergantín casi hundido en el fondo de la tabla.

Con su sobriedad, su inteligencia táctica y junto a un grupo de jugadores comprometidos, llegó Ricardo Zielinski para enderezar a la flota “Pirata” y llevarla muy cerca del puerto.

El objetivo, que parecía una utopía estaba más cerca, pero el último obstáculo significaba un remake de David y Goliat.

Había que derrotar a River en la Promoción, un campeón que nunca había caído a la lona de Primera B Nacional.

Junto al capitán Farré, los nombres de Olave, Turus, Lollo, “Chiqui” Pérez, Tavio, Manzanelli, Ribair Rodriguez, Maldonado, “el Mudo” Vázquez y “el Picante” Pereyra se hicieron cargo, con hombría y fútbol, del complicado desafío.

Antes del histórico partido en el Monumental, la esposa de Farré le dio un sobre con una foto que debía abrir en el vestuario. Era la foto de su hijo Salvador que había nacido ese año. La pegó en el locker y la miró antes de entrar a la cancha. No existió mejor motivación en la vida, para derribar a un gigante en un estadio Monumental intimidante.

Guillermo Farré fue un león, que exhibió, una vez más, su espíritu indomable.

Mostró sus credenciales en el momento y en el lugar preciso.

Sin ser un goleador, ni mucho menos, un gol suyo fue como el viejo muro de Berlín que separó la alegría indescriptible de los menos en ese templo del fútbol, de la tristeza más profunda de los más.

El fútbol puede cambiar, como la vida, en un abrir y cerrar de ojos.

Y todo cambió en el minuto 17 del segundo tiempo, el del gol eterno.

El que convirtió a Farré en héroe y verdugo.

El que lo inscribió en la historia del fútbol argentino.

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Hazaña "Pirata" en 2011

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Lo demás es historia conocida: Belgrano ascendió y fue protagonista de los torneos de AFA, peleando entre los mejores, durante varios años.

El Belgrano del “Ruso” era un equipo duro, de botín serio, que no brillaba, pero que sabía a qué jugaba, como su capitán.

Llegaron los torneos internacionales y el reconocimiento de todo un país futbolero para Zielinski y sus buenos muchachos.

Los tiempos del fútbol suelen ser efímeros para las alegrías y eternos para las tristezas.

Se fue Zielinski y el paso del tiempo le abrió la puerta de salida a muchos protagonistas de la hazaña en River.

Llegaron las malas y años después Belgrano descendió.

Farré se fue a Sarmiento de Junín, allí fue líder y capitán. El ascenso se le escapó por muy poco.

El sueño de volver a Belgrano para el retiro estuvo cerca de cumplirse durante la pandemia. Pero, no pudo ser.

Estudiantes de Río Cuarto lo recibió, mientras estiraba una decisión irreversible.

Guillermo sabía que sus días montado a un par de botines y en una cancha de fútbol habían terminado y así lo anunció.

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Guillermo Farré siempre sumó, siempre dio todo, siempre cordial, sincero e inteligente.

Guillermo Farré es una buena persona, que jugó muy bien al fútbol.

Guillermo forjó una carrera y una familia a la medida de su manera de entender la vida: simple y sincera.

La historia del fútbol argentino tiene un capítulo donde brilla su nombre y el de su equipo con alma de “Pirata”.

Guillermo Farré es el autor de un gol que causó un terremoto en el fútbol de nuestro país.

En ese preciso instante produjo, como si fuera un gran actor, lágrimas y sonrisas al mismo tiempo.

Son esos momentos irrepetibles que marcan un antes y un después.

La vida y la carrera de Guillermo Farré es mucho más que ese momento supremo, ese gol inolvidable y ese estallido celestial.

Guillermo Farré es un señor del fútbol, un jugador que dignificó su profesión.

Jamás se colgó la medalla de verdugo de un grande.

Potenció su grandeza al destacar, por sobre todas las cosas, el orgullo del logro obtenido por ese grupo de jugadores para hacer feliz a la familia celeste.

Cualquiera sea el contexto y bajo cualquier circunstancia, Guillermo Farré siempre será más héroe que villano.

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