Informe de La Previa
09/06/2024 | 17:41
Redacción Cadena 3
Juan Schulthess
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Irse, ¿para no volver?
Desde siempre, el fútbol argentino tiene cosas que lo hacen único: la hinchada, el potrero, las canciones de cancha, la rivalidad. Y tiene una historia, un sueño que acompaña a todos los que lo juegan, que se repite de forma inmanente una y otra vez: la del pibe que debuta en el país, la rompe y se va al viejo continente a deslumbrar del otro lado del mar. Después de muchos años, ese mismo pibe vuelve, siempre vuelve, porque al final esta es su tierra. Y su gente. Y cuelga los botines en el país que lo vio nacer, como en el final feliz de un cuento de hadas.
Esas historias tienen cara y nombre, y son, quizás, los relatos de amor más lindos que tiene nuestro fútbol: Juan Román Riquelme, Juan Sebastián Verón, Carlos Tévez, Diego Milito o Maxi Rodríguez, por ejemplo.
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Todos ellos fuero íconos de los años 2000 que cautivaron los corazones de sus hinchas y representaron “el sueño del pibe” haciéndolo.
Hay algunos a los que les costó más: Marcos Rojo volvió a Estudiantes pero casi no pudo jugar por sus muchas lesiones, y hoy también lo sufre, aun siendo el capitán de Boca.
Matías Suárez llegó desde Bélgica a Belgrano y luego se fue a River en un pase que generó mucho ruido, y hoy, otra vez en “El Pirata”, sigue muy condicionado por su físico también. Sergio “Chiquito” Romero arribó desde Italia y se acomodó en la titularidad de un “Xeneize” al que llevó directo a la final de la Copa Libertadores.
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Sin embargo, son cada vez menos los que eligen el camino de volver. ¿Qué pasa con los campeones de esta generación? ¿Qué ocurre con los que se fueron estos últimos años? ¿Por qué no vuelven? ¿El sueño cambió?
Nos preguntamos, en primer lugar, en dónde están hoy esos ídolos en la curva descendente de su carrera que podrían jugar en Argentina, y encontramos que hay respuestas que, quizás, antes no estaban en el mapa: Estados Unidos, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes, y, aunque en menor medida, China. Mercados nuevos, relucientes, atractivos para el bolsillo, con ganas de llamar espectadores contratando estrellas del deporte aunque sus mejores años hayan quedado atrás.
Mercados que, hay que decirlo, tienen cifras infinitamente más poderosas que las que puede ofrecer el país. Y aparece también otro destino, quizás el más doloroso para nosotros: Brasil. Nuestro rival, nuestro vecino. ¿Cuántas veces los hinchas millonarios se ilusionaron con un posible regreso de Lucas Alario, quien hoy está en el fútbol carioca?.
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La pregunta del por qué no tiene una sola respuesta.
Algunos de los campeones del mundo de Qatar ya explicaron las dificultades actuales que representa vivir en el país: la inseguridad, la delincuencia, los vaivenes de la economía y muchas otras características por las cuales hoy Argentina se ha vuelto un destino menos atractivo.
En ese sentido, un caso paradigmático es el de Ángel Di María. El crack rosarino, actualmente en Benfica de Portugal, habló en más de una oportunidad de su sueño de volver a Central, el club de sus amores. Sin embargo, ese ansiado anhelo parece cada día más lejano.
En la vereda del frente, el retorno del mejor de todos, Lionel Messi, a Newell’s, donde nunca llegó a jugar de manera profesional, parece una utopía inalcanzable.
Dos grandes goleadores, como Gonzalo Higuaín, injustamente lapidado, quien eligió terminar su prolífica carrera en el Inter Miami, o “El Kun” Agüero, que se vio obligado a colgar los botines por problemas coronarios, tampoco pudieron jugar sus últimos partidos en nuestra tierra.
En Córdoba, hubo mucho ruido y pocas nueces con los esperados regresos que no fueron, como el de Javier Pastore a Talleres o los de “El Mudo” Vázquez y “El Chino” Zelarayán a Belgrano, por ejemplo. Y, aunque falta mucho, una hipotética vuelta de Paulo Dybala a Instituto también suena muy lejana.
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En cuanto al contexto interno, los jugadores tienen familias, hijos nacidos muchas veces en el viejo continente que no conocen el idioma ni la cultura argentina, y que crecieron y aprendieron lo que es la vida en Europa. Cada vez hay más arraigo con sus países de recepción; quizás, porque los futbolistas emigran cada vez más jóvenes, sin llegar a consolidar del todo su historia en esta tierra del sur. Juan Román Riquelme tenía 23 años cuando se fue de Boca hacia el Barcelona. Valentín Barco, la última promesa “xeneize”, tiene apenas 19 años y ya espera su turno para brillar en el fútbol inglés.
También, posiblemente, haya algo que preguntarse del propio fútbol argentino, con una liga de 28 equipos que no ha tenido un campeón en la Copa Libertadores en los últimos seis años. Formatos cambiantes, en ocasiones difíciles de comprender, y técnicos de renombre que duran, a veces, tan poco tiempo como las promesas juveniles.
Cada excepción será notable, pero quizás este “irse para no volver” sea algo a lo que nos tendremos que acostumbrar. Tal vez tengamos que resignarnos a mirar al norte, a la MLS, que tiene más tonada argentina que estadounidense, y comenzar a apropiarnos, de a poco, de eso que, en realidad, no es nuestro. O en finales distintos de un cuento de hadas que parece estar modificando su desenlace.
Texto: Camila Osorio / Edición y narración: Juan Schulthess
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