Perfiles de La Previa
17/10/2020 | 12:54 | El protagonista de la última victoria argentina aprovechó su chance con la albiceleste y está entre los candidatos de Lionel Scaloni para la renovación del equipo. Conocé su historia.
Raúl Monti
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Joaquín Correa, la nueva promesa de la Selección
El potente zurdazo de Joaquín Correa en la altura de La Paz se gritó con fuerza en cada rincón de la Argentina, porque acabó con una racha de 15 años sin victorias de la Selección en la capital boliviana. Su gol le regaló una alegría a todos los futboleros del país, pero la euforia fue aún mayor en la provincia de Tucumán, donde además del triunfo celebraron el buen momento de una promesa que los llena de orgullo.
Desde la ciudad de Alberdi, su tierra de origen, los familiares del “Tucu” vivieron un momento especial. Como lo hacen cada vez que Joaquín tiene un partido, le prendieron una velita a la Virgen del Valle antes de sentarse frente al televisor, y disfrutaron un juego aparte cuando el actual volante de la Lazio ingresó al campo de juego. El gol de la victoria y el abrazo con Messi en el festejo despertó emociones muy fuertes en sus seres queridos, testigos y compañeros de todos los sacrificios que tuvo que hacer Correa para alcanzar este presente soñado.
Irma y Julio, sus padres, fueron los encargados de consolarlo después de que el pequeño Joaquín abandonara la pensión de River. Se había ganado un lugar en las inferiores del “Millonario” con apenas 11 años, pero no aguantó estar tan lejos de su familia y sus amigos de toda la vida. Un par de años después, cuando estaba más grande y con ganas de una segunda oportunidad, volvió a despedirse de los suyos. Esta vez no hubo marcha atrás en su decisión y comenzó un exitoso camino en Estudiantes de La Plata, el club que se convirtió en su nuevo hogar.
Poco a poco, su casa en Alberdi se transformó en una especie de museo personal, cuidadosamente elaborado por su familia. Juntaban todos los recortes de diarios y revistas en los que aparecía Joaquín, y las paredes daban cuenta de su incipiente trayectoria: estaban repletas de fotos suyas en las selecciones juveniles y celebrando sus primeros goles en la cantera del “Pincha”. Debutó en primera a mediados del 2012 y su evidente potencial llamó la atención del pueblo albirrojo.
Aunque prefería jugar de enganche o volante por izquierda, el “Tucu” podía desenvolverse con naturalidad en todo el frente de ataque. Creció a pasos de gigante al lado de compañeros que venían de ganar la Libertadores en el 2009, como Andújar, Enzo Pérez, el “Chapu” Braña y la “Gata” Fernández, pero su referente desde un inicio fue Juan Sebastián Verón. Correa declaró años más tarde que “La Brujita” fue como un “padre futbolístico”, y no dudó en colocarlo como el tercer mejor jugador de la historia argentina, solo por detrás de Messi y Maradona.
Cuando se consolidó en Estudiantes, Correa se ubicó entre las promesas del fútbol argentino, y empezó a recibir contactos desde Europa. No se dejó marear por los millones que le ofrecían clubes grandes como Inter, Chelsea o Paris Saint Germain y eligió seguir los consejos de Verón. El actual presidente del “Pincha” le recomendó ir a un equipo de menor calibre para poder formarse sin tanta presión, y Joaquín le hizo caso. Con 20 años y a cambio de 10 millones de dólares, dejó La Plata y se mudó a la ciudad italiana de Génova, para defender los colores de la Sampdoria.
La adaptación al viejo continente no fue para nada fácil, pero su compatriota Sergio Romero y el resto del plantel lo ayudaron a acomodarse tanto dentro como fuera de la cancha. Al igual que en Estudiantes, su nivel fue de menor a mayor. Sufrió algunas lesiones en su primer año en Italia, donde tuvo que cambiar su dieta para ganar peso y masa muscular, y pudo mostrar su mejor fútbol recién en el 2016. Sin embargo, cuando empezaba a hacerse importante en Sampdoria, un tentador llamado desde España lo hizo cambiar de rumbo antes de lo esperado.
Fue uno de los primeros pedidos de Jorge Sampaoli luego de asumir la dirección técnica del Sevilla y se sumó a un equipo superpoblado de argentinos, donde lo recibieron el “Mudo” Vázquez, Gabriel Mercado y Matías Kranevitter, entre otros. Aunque su presentación oficial llegó en una dolorosa derrota por la Supercopa de España, contaba con la confianza del técnico y estuvo a la altura de las expectativas. Se dio el lujo de jugar en Champions League y su rendimiento le permitió cumplir el gran sueño de su carrera, vestir la camiseta de la Selección.
Una vez más Sampaoli, quien lo había llevado al Sevilla, le dio una oportunidad en la albiceleste. Su debut en la Mayor llegó el 9 de junio de 2017 en un amistoso contra Brasil, y el “Tucu” se ilusionó con decir presente en Rusia 2018. A pesar de ello, una dolorosa lesión le cortó las alas en el peor momento posible: una pubalgia en la previa del Mundial lo obligó a jugar infiltrado durante meses en Sevilla, hasta que ya no podía levantarse de la cama. No solo se quedó fuera de la lista, sino que su equipo perdió por 5 a 0 ante el Barcelona en la final de la Copa del Rey, y esa mala experiencia lo convenció de que era hora de probar algo distinto.
Con el objetivo de volver a la Selección, regresó a Italia para sumarse a la Lazio en el 2018. Encaró su segunda etapa en la Serie A como un futbolista mucho más completo que la primera vez, y encontró el protagonismo que tanto había buscado. Con el número “11” en la espalda, se acostumbró a jugar de segundo punta y se hizo fuerte en un torneo caracterizado por la solidez defensiva de sus equipos. Su consagración llegó en la final de la Copa Italia ante el Atalanta del “Papu” Gómez, en el estadio Olímpico de Roma. El “Tucu” fue la figura de la cancha, metió el gol del título y dio la primera vuelta olímpica de su carrera.
El buen nivel demostrado en la Lazio no le alcanzó para convencer a Lionel Scaloni, y tuvo que ver desde su casa la Copa América del 2019. Correa hizo pública su decepción por no haberse ganado un lugar en la convocatoria, pero no bajó los brazos. Mantuvo su nivel en Italia, sumó un nuevo campeonato a su palmarés y sintió que se estaba metiendo en la consideración del técnico, pero la pandemia le puso un freno a sus aspiraciones. Joaquín se quedó varado en Roma, una zona muy golpeada por el virus, y pasó varias semanas completamente solo en un departamento, entrenando como podía. A pesar de ello, cuando la pelota volvió a rodar demostró que su ambición seguía intacta.
El tucumano de 26 años fue uno de los elegidos para integrar la Selección en el arranque de las Eliminatorias y aprovechó el llamado con creces: aunque sólo jugó media hora en el segundo partido, su rostro fue la tapa de todos los diarios. El gol ante Bolivia le da argumentos para ilusionarse con su futuro, justo cuando Scaloni está definiendo quiénes integrarán su proyecto en los próximos años. Joaquín Correa sabe que hay mucha competencia en su puesto, pero nadie le quita la ilusión de ganarse un lugar en el equipo y ser uno de los nombres destacados en la renovación de Argentina.
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