Grandes del Deporte
20/11/2021 | 13:30 | Hizo historia como boxeador, pero entendió que la vida pasa por otro lado. Los lujos que lo rodearon en su mejor momento no lograron cambiar su esencia. El homenaje de Cadena 3.
Jorge Parodi
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Juan "Martillo" Roldán: "Alma de campeón"
Juan Domingo Roldán fue un tipo común, un hombre de campo, una persona simple que amó a la naturaleza, a las plantas, y meterse en el monte. Una persona que fue feliz junto a su familia y a sus amigos de siempre.
“Martillo” Roldán, en cambio, fue un noqueador implacable, un pegador extraordinario, un boxeador que hizo historia.
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Durante muchos años “Martillo” puso el cuerpo en un trabajo donde se dan y se reciben golpes, ninguno de ellos logró siquiera rasguñar el alma clara y simple de Juan Domingo Roldán.
“Martillo” Roldán fue un protagonista ineludible de una época de oro de la categoría mediano en la década de los ‘80. Compartió veladas inolvidables bajo las deslumbrantes luces de Las Vegas, en tiempos en los que reinaban Marvin “Maravilla” Hagler, Thomas Hearns, Ray Sugar Leonard y “Mano de Piedra” Durán.
El país se paraba para verlo. Nos quedábamos hasta bien entrada la madrugada esperando sus peleas.
“Martillo” Roldán fue un campeón del mundo sin corona.
Técnicamente no era un exquisito, más bien era un boxeador rústico, pero su fortaleza, su coraje, su potencia y ese martillo en la mano derecha lo convirtieron en una figura mundial.
No es la historia, lamentablemente tan común, del boxeador que lo tuvo todo y lo perdió todo.
De los que en el sube y baja de la vida, vienen de la miseria, el boxeo los sube a la gloria y luego la vida los devuelve a su punto de partida.
Juan Domingo Roldán fue un niño feliz, desde muy pequeño fue un tamberito laborioso, que trabajó en el campo, junto a su padre.
“Martillo” tuvo 10 años dejando una huella en el boxeo, fue campeón argentino y sudamericano, tuvo tres chances mundialistas, pero a la vuelta de su carrera volvió al campo, junto a María Elena, su mujer de toda la vida, con sus hijos y con sus nietos.
“Martillo” hizo de la amistad una religión, con los amigos de siempre, lejos de “los amigos del campeón” de los que siempre escapó.
Respetado en su Freyre natal, en el este cordobés, en cada casa de un amigo hay un fuego que se enciende y una invitación espontánea para compartir en una mesa de afectos y anécdotas, un rico asadito.
Al decir de un amigo gremialista: “Martillo” vive en estado de asado permanente.
Juan Domingo Roldán nació en Freyre el 6 de marzo de 1957.
La magia de la radio lo llevó a soñar con ser como “Ringo” Bonavena y Nicolino Locche, cuyas peleas escuchaba fascinado en el campo, desde muy chico.
Bien alimentado, entre la escuela y las tareas rurales, Juan Domingo Roldán se convirtió en un joven fuerte, trabajador, criado en una familia unida, donde no se mezquinaba el cariño.
Cuando Roldán tenía 16 años, llegó a su pueblo (Freyre) un circo húngaro llamado “El Monumental''.
La gran atracción de ese circo era un oso: Bongo. En cada lugar donde llegaba, ofrecían un jugoso premio para aquellas personas que le aguantaran dos rounds de pie.
Aquel joven fuerte, boxeador amateur incipiente y con fama de noqueador, concurrió al circo y casi sin pensarlo aceptó enfrentar al Oso Bongo que pesaba 270 kilogramos.
Roldán tenía en claro que no quería pegarle al animal, pero debía aguantar dos vueltas sin ser derribado.
Entonces apeló a una inteligente estrategia: “Martillo” esperaba el momento en que el oso abría las patas delanteras para abrazarlo, y en ese momento le sujetaba fuertemente los testículos, apretándoselos cada vez que el animal intentaba pasarle las patas por debajo de los brazos. De este modo, el oso terminó amansándose y en ningún momento lo derribó.
El mito que se desparramó por el pueblo, el que le dio fama y luego tomó la prensa en Estados Unidos previo a sus peleas mundialistas, indicaba que “Martillo” noqueó al oso, pero eso nunca ocurrió.
En el boxeo debutó como amateur en 1973, en esa condición hizo más de 100 combates.
Como profesional debutó en diciembre de 1978 y en sus primeras cuatro peleas ganó por nocaut en el primer round.
Su segundo bautismo lo tuvo cuando el periodista Gregorio Goyo Martinez del diario La Voz de San Justo de San Francisco, lo bautizó: lo llamó “Martillo”, tal la potencia de su pegada, debido a la extraordinaria fuerza de sus golpes, en especial de su derecha.
Con el tiempo, el empresario Juan Carlos Lectoure comenzó a guiar su carrera y Roldán se convirtió en una gran figura del Luna Park, llevando multitudes al estadio y logrando el título argentino y el sudamericano de los medianos.
El cordobés de Freyre siempre dijo que “Tito” Lectoure fue como su segundo padre y que todo lo que fue, se lo debe al recordado empresario.
El 27 de mayo de 1983, Roldán hizo su debut internacional, con un triunfo por puntos sobre Teddy Mann en Rhode Island, Estados Unidos.
El 10 de noviembre del mismo año, “Martillo” se consagró internacionalmente cuando noqueó a Frank “The Animal” Fletcher en el 6° round en el Caesar's Palace de Las Vegas. Fletcher, cayó boca abajo tras un derechazo en cross a la mandíbula y pudo ponerse de pie cinco minutos después. Roldán se convirtió en el número 1 del ranking mundial.
Con la bolsa que cobró por esa pelea, compró el campo en el que habían trabajado durante años.
En los años ‘80, brillaban boxeadores que hicieron historia en la categoría de los medianos y Roldán podía ser retador de cualquiera de ellos.
Los lujosos hoteles y las multimillonarias bolsas que pagaba en cada velada de boxeo, hicieron que Las Vegas le quitara al Madison Square Garden de Nueva York el título de “Meca del boxeo”.
En el hotel Riviera de Las Vegas el 30 de marzo de 1984, Juan “Martillo” Roldán tuvo su primera chance mundialista contra uno de los mejores pesos medianos de todos los tiempos, Marvin “Maravilla” Hagler.
Roldán perdió por nocaut en el 10° asalto. Fue una pelea vibrante y emotiva. “Martillo” mostró coraje y el poder de sus puños. En el primer round, en una acción polémica “Martillo” tiró al campeón, y se convirtió en el único boxeador que derribó a Hagler en toda su carrera.
En la tercera vuelta, “Maravilla” le metió de manera ilícita el dedo pulgar en un ojo de Roldán, quien desde ese momento lo tuvo prácticamente cerrado, sin visión directa ni periférica. A partir de allí Marvin dominó la pelea a voluntad, y Roldán aguantó como pudo.
Desde el dedazo de Hagler a “Martillo” hace 36 años, los guantes de boxeo tienen el espacio del dedo pulgar adheridos a la empuñadura.
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Desde ese momento, Hagler procedió a golpear a Roldán, hasta vencerlo por nocaut técnico en el inicio del décimo round, cuando Roldán decidió no salir a pelear.
"Martillo" Roldán anunció su retiro del boxeo. En 1986, reconsideró su decisión e hizo una reaparición. En su regreso ganó doce combates consecutivos.
Después de tres años, Roldán tuvo otra oportunidad por una corona mundial. El 29 de octubre de 1987, en el hotel Hilton de Las Vegas, Thomas Hearns se convirtió en el primer boxeador en ganar títulos mundiales en cuatro divisiones diferentes cuando venció a Roldán en cuatro asaltos por nocaut.
“Martillo” salió desde un principio a cambiar golpe por golpe, con una estrategia suicida. Roldán tocó la lona en dos ocasiones hasta que metió enceguecido un cross de derecha que hizo zapatear a Hearns hasta tenerlo sentido, a un golpe del nocaut que nunca llegó y en cambio, la “Cobra” de Detroit no se apiadó de Roldán y lo fulminó en la cuarta vuelta.
En septiembre de 1988, Roldán venció al ex campeón mundial de peso mediano, el mendocino Hugo Corro por KO en el primer round, asegurándose una tercera oportunidad por el título mundial, contra Michael Nunn, el 4 de noviembre de ese año. Roldán perdió lo que resultó ser su última pelea, por un nocaut en la octava ronda.
Roldán se retiró con un récord de 67 victorias, 5 derrotas y 2 empates. 47 de sus victorias fueron por nocaut.
Una vez que dejó el boxeo, “Martillo” regresó a su Freyre natal, para trabajar en el campo que le compró a su antiguo patrón.
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Durante algunos años, también ejerció tareas en áreas de deportes de poblaciones vecinas, pero fundamentalmente se dedicó a disfrutar de su familia, de sus amigos, de su amor por el campo.
Nada de los amigos del campeón. Nada de malgastar lo que se ganó con la potencia de sus puños y de cientos de horas de entrenamientos.
Aquel mundo deslumbrante y de fantasía de Las Vegas, las grandes veladas, enfrentar a íconos del boxeo mundial, las bolsas millonarias, la impensada fama, la vida en modo VIP, nada de eso logró cambiar la esencia de Juan Domingo “Martillo” Roldán.
“Martillo” es como fue siempre: simple, campechano, amiguero, familiero y sentimental.
Un tipo común, que como boxeador fue una leyenda, pero que entendió que la vida pasa por otro lado.
“Martillo” fue una leyenda del boxeo, un recuerdo que vive en las fotos, en los videos, en los trofeos y en los cinturones de campeón, en la memoria agradecida de miles de aficionados.
Juan Domingo Roldán es una persona común, rodeado de afectos, que hace años que dejó de boxear y cuya única pelea hoy, es la que llevamos todos los ciudadanos de este bendito país por seguir adelante en la vida, como cualquier hijo de vecino.
“Martillo” Roldán fue un noqueador implacable, un pegador extraordinario, un boxeador que hizo historia.
Durante muchos años “Martillo” puso el cuerpo en un trabajo donde se dan y se reciben golpes, pero ninguno de ellos logró siquiera rasguñar el alma simple y clara de Juan Domingo Roldán.
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