Informes de La Previa
28/06/2020 | 14:03 | El mes está ligado al recuerdo de glorias pasadas, como las alcanzadas por la Selección en 1978 y 1986, a la vez que suscita la pregunta: ¿Habrá otro triunfo en la historia mundialista argentina?
Jorge Parodi
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Argentina llegó a la gloria mundialista en 1978 y 1986
Junio es el pasaporte a la nostalgia. Disfrazada de efeméride, la memoria emotiva nos lleva inexorablemente a los dos Mundiales que supimos conseguir.
Para los futboleros argentinos junio y los Mundiales son sinónimos
El 25 de junio de 1978, en el estadio Monumental de River, Argentina venció a Holanda por 3 a 1 y por primera vez se adjudicó una Copa del Mundo.
El 29 de junio de 1986 en el Azteca de México, nuestra Selección derrotó a la de Alemania por 3 a 2.
El título del '78, fue el que nos quitó la etiqueta de campeones morales, de la mano de un Mario Alberto Kempes descomunal. El del ''86, nos confirmó como potencia del fútbol mundial, guiados por un Diego Armando Maradona colosal.
La Selección de Menotti fue la revolución. La de Bilardo fue la evolución.
El campeón del '78 protagonizó una revolución que cambió la historia de la Selección. Bajo la conducción de Menotti. "El Flaco" jerarquizó al equipo nacional, le dio una identidad, la organizó, buscó en el interior del país y entre los juveniles a los futbolistas ignorados u olvidados. Como nunca antes, la Selección fue el equipo de todos y la prioridad.
El equipo del '86 fue la evolución. Desde lo táctico, el paso necesario hacia un equipo práctico y eficaz, que supo rodear y potenciar al mejor jugador del mundo. Fue la continuidad, con otro estilo, de un proyecto a largo plazo que respetó a la Selección.
El de Menotti pregonó el buen juego, pero ganó luchando. El de Bilardo, que sostuvo la bandera del pragmatismo, terminó jugando.
Ambos equipos, pese a la grieta ideológica y futbolística en que situaron a sus técnicos, tuvieron puntos en común.
El ciclo de Menotti creció injustamente bajo la sombra de una dictadura, que utilizó su éxito políticamente. El de Bilardo, pese a vivir en tiempos de democracia, debió soportar las presiones de un gobierno que, previo al Mundial de México, quiso echar al "Narigón" y que también utilizó el balcón de la Rosada para compartir los beneficios de la gloria deportiva.
La Selección del '78 tuvo a un Fillol imbatible, la salida clara de Olguin, la prestancia de Galván, la jerarquía de Pasarella, la entrega de Tarantini, la inteligencia de Ardiles, el sacrificio de Gallego, las pinceladas de Valencia, la sana locura de Houseman, la nobleza de Bertoni, un Luque intratable, las gambetas indecifrables de Ortiz y en Kempes la enjundia, la potencia y el gol.
El equipo de Bilardo contó con la solvencia de Pumpido, la categoría de Cucciuffo, la personalidad de Brown, el corazón indomable de Ruggeri, el ida y vuelta de Olarticoechea, la inteligencia táctica de Giusti, el equilibrio de Batista, la dinámica de un Enrique incansable, la versatilidad para marcar y jugar de Burruchaga, la obstinación goleadora de Valdano y la genialidad en estado de gracia de un Diego Maradona insuperable.
A ambas Selecciones les dieron una mano. La mano de Dios de Diego y la mano de Kempes que salvo el gol de Polonia.
Maradona, fue el barrilete cósmico que inventó el mejor gol de La historia de los mundiales.
Kempes, El guaso de Bell Ville, a pura potencia arrasó y se llevó puesto a cuanto holandés se le cruzará, para convertir el segundo gol en la final , que nos permitió comenzar a creer que el sueño de ser los mejores era posible.
Dos Mundiales ganados en 12 años nos hicieron creer que éramos los mejores para siempre.
La bendición de tener grandes futbolistas brillando en los mejores clubes del mundo, nos hizo olvidar de la impresentable organización que padece nuestro fútbol desde hace años.
Que el mejor jugador de este siglo, Lio Messi, haya nacido en estas tierras, nos hizo suponer que teníamos la obligación de ser campeones.
Junio es el pasaporte a la nostalgia, es la memoria emotiva en forma de efeméride. Es que para los futboleros argentinos Junio y los mundiales son sinónimos.
Junio nos permite repasar con una sonrisa en el alma y alguna lagrimita traicionera, el álbum con las fotos de Daniel Pasarella y Diego Maradona levantando la Copa más valiosa.
Esa Copa en forma de sueño, la más deseada, la que más extrañamos, la que ojalá algún día volvamos a levantar.
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