La emotiva historia de Dani Alves, el ídolo que regresa al Barcelona

Perfiles de La Previa

La historia de Dani Alves, el ídolo que vuelve a Barcelona

13/11/2021 | 13:30 | El lateral brasileño contó en una carta los sacrificios que tuvo que hacer para llegar a lo más alto. A sus 38 años, volverá a vestir la camiseta del club que lo vio brillar. Recorré su camino.

Raúl Monti

Audios

La emotiva historia de Dani Alves, el ídolo que regresa al Barcelona

"El secreto", carta escrita por Dani Alves

Voy a empezar con un secreto. Bueno, quizá aprendan algunos secretos en esta historia, porque siento que soy incomprendido por mucha gente. Pero empecemos por el primero.

Cuando el Barcelona hizo su increíble remontada ante Paris Saint Germain en la UEFA Champions League, vi cada momento desde mi sillón. Quizá pensaste, por leer diarios, que quería que mi ex club perdiera.

Pero, ¿qué hice cuando mi hermano Neymar marcó ese hermoso tiro libre? Salté de mi sillón gritándole a la TV. “Vamoooooooos!”

¿Y cuando Sergi Roberto hizo el milagro en el minuto 95? Como cualquier otro aficionado en el mundo me volví loco. Porque la verdad es que Barcelona todavía está en mi sangre.

¿Fui irrespetado por la junta directiva antes de dejar el club? Absolutamente. Así es como me siento, y no pueden decir algo diferente. Pero tú no puedes jugar en un club por 8 años, conseguir lo que conseguimos y no tenerlo en tu corazón por siempre.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Antes de ir a la Juventus, le hice una promesa final a la directiva. Les dije: “me van a extrañar”. No lo dije como jugador. Barça tiene muchos jugadores increíbles. Lo que quise decir fue que iban a extrañar mi espíritu y la sangre que derramé cada vez que me puse la camiseta.

Escuchen, les diré otro secreto: antes de enfrentar a los mejores atacantes del mundo —Messi, Neymar, Cristiano— estudio sus fortalezas y debilidades como una obsesión, y planeo cómo voy a atacar. Mi objetivo es demostrarle al mundo que Dani Alves está al mismo nivel. Quizá ellos me pasarán una o dos veces. Seguro. Pero yo también los atacaré. No quiero ser invisible. Quiero el escenario. Incluso a los 34 años, después de 34 títulos, todavía siento que tengo que probarme cada vez.

Pero es aún más profundo que eso. Antes de cada partido, tengo la misma rutina. Me paro frente al espejo por 5 minutos y bloqueo todo. Después, una película comienza en mi mente. Es la película de mi vida.

En la primera escena, tengo 10 años. Estoy durmiendo en una cama de concreto en la pequeña casa de mi familia en Juazeiro, Brasil. El colchón sobre la cama es tan grueso como tu dedo pequeño. La casa huele a humedad, y está oscuro afuera. Son las 5 de la mañana, y el sol todavía no sale, pero tengo que ayudar a mi padre en nuestra granja antes de ir a la escuela.

Mi hermano y yo salíamos al campo, y nuestro padre ya estaba trabajando. Tenía un pesado tanque en su espalda, y estaba rociando las frutas y plantas con químicos para matar las bacterias.

Quizá éramos muy jóvenes para lidiar con toxinas, pero le ayudábamos de cualquier manera. Esta era nuestra forma de sobrevivir. Por horas, competía con mi hermano para ver quién era el mejor trabajador. Porque, el que mi papá decía que le ayudaba más, tenía el derecho de usar nuestra única bicicleta.

Si no ganaba la bicicleta, tenía que caminar 12 millas de la granja a la escuela. El camino de regreso de la escuela era aún peor, porque los partidos de fútbol en el vecindario empezarían sin mí. Así que corría las 12 millas para llegar al terreno de juego.

Veía a mi padre cuando me iba a la escuela, y todavía tenía el gran tanque en su espalda. Era un pedazo de futbolista cuando era chico, pero nunca tuvo el dinero para ir a una gran ciudad para que los scouts pudieran verlo. Él quería asegurarse de que yo tuviera esa oportunidad, aunque eso lo matara.

La pantalla oscurece.

Ahora mi padre me está llevando a la ciudad en su viejo automóvil para que pueda ir a una prueba en frente de algunos scouts. El carro es estándar, y sólo tiene dos cambios — lento y lentísimo. Puedo oler el humo. Mi padre es un luchador. Yo debo ser un luchador, también.

La pantalla oscurece.

Ahora tengo 13 años, estoy en la academia de jugadores jóvenes en una ciudad más grande, lejos de mi familia. Hay 100 chicos metidos en un dormitorio pequeño. Es como una prisión.

El día antes de irme de casa, mi padre fue a la ciudad y me compró un nuevo uniforme. Después del primer día de entrenamiento, dejé mi nuevo equipo en el tendedero. La mañana siguiente, no estaba. Alguien lo había tomado. Ahí fue cuando me di cuenta de que no estaba más en mi granja. Este es el mundo real.

Vuelvo a mi cuarto, y estoy hambriento. Entrenamos todo el día, y no había suficiente comida en el campamento. Alguien robó mi ropa. Extraño a mi familia y, definitivamente, no soy el mejor jugador. De 100, soy el 51 en habilidad. Así que me hice una promesa.

Me dije a mí mismo: ‘no vas a volver a la granja hasta que hagas que tu papá esté orgulloso de ti. Quizá seas el 51 en habilidad, pero vas a hacer el número 1 o 2 en fuerza de voluntad. Vas a ser un guerrero. No vas a volver a casa, sin importar qué pase’.

La pantalla oscurece.

Ahora tengo 18 años de edad, y estoy diciendo una de las únicas mentiras que he dicho en el fútbol. Estoy jugando para el Bahía en la Liga brasileña, cuando un gran scout se acerca a mí y me dice: ‘Sevilla está interesado en firmarte’.

Dije: ‘Sevilla! Asombroso!’.

El scout me dijo: ‘¿Sabes dónde está Sevilla?’.

Respondí: ‘Por supuesto que sé dónde está Sevilla. Seviiiillaaaaaa. Me encanta’.

Pero yo no tenía ni puta idea de donde estaba Sevilla. Podía estar en la luna. Pero la manera en la que él dijo el nombre lo hizo sonar importante, así que mentí.

La pantalla oscurece.

Ahora estoy en Sevilla, estoy tan desnutrido que los entrenadores y los otros jugadores me ven como si debiera jugar en el equipo juvenil. Estoy en los seis meses más difíciles de mi vida. No hablo el lenguaje. El entrenador no me pone a jugar y, por primera vez, estoy pensando seriamente en volver a casa.

Pero después, por alguna razón, pienso en el uniforme que mi padre me compró a los 13 años. El que me robaron. Pienso en él con el tanque en su espalda, rociando químicos. Y decido que me voy a quedar.

Cuando la temporada inicia, el entrenador nos dice a todos: ‘en Sevilla, nuestra defensa nunca pasa la línea del mediocampo. Nunca’. Juego algunos partidos, pateando el balón, viendo la línea. Sólo viendo la línea, como el perro que tiene miedo de cruzar una cerca invisible en su patio. Después, en un partido, por alguna razón, me dejo ir. Tengo que ser yo. Dije: ‘agora’. Y sólo fui. Ataque, ataque, ataque.

Después de eso, el entrenador dijo: ‘ok, Dani. Nuevo plan. En Sevilla, tú atacas’.

Después de unas temporadas, fuimos de ser un club de descenso a levantar la Copa UEFA dos veces.

/Inicio Código Embebido//Fin Código Embebido/

La pantalla oscurece.

Mi télefono suena. Es mi agente.

‘Dani, Barcelona está interesado en ficharte’.

No tenía que mentir esta vez. Sabía dónde estaba Barcelona.

Esa es la película que se reproduce en mi cabeza cuando me paro frente al espejo antes de cada partido. Al final, antes de caminar de regreso al vestuario, siempre digo la misma cosa a mí mismo. Mierda, vine de la nada. Estoy aquí. Es irreal, pero estoy aquí.

Recuerdo durante una sesión de entrenamiento, Messi estaba haciendo cosas con el balón en sus pies que desafiaban la lógica. Por supuesto, es lo que hace todos los días. Pero esa vez, algo era diferente. Mientras está pasando por delante de mí, miro hacia abajo a sus botines, y pienso: ¿es esto una broma? Sus cordones están desatados. Ambos. Este chico está jugando contra los mejores defensores del mundo, simplemente flotando en el campo, y está como si fuera un domingo en el parque. Ese fue el momento en el que me di cuenta que nunca más iba a jugar con alguien como él en toda mi vida.

Y después, por supuesto, está Pep Guardiola. Pep fue el primer entrenador en mi vida que me enseñó a jugar sin el balón. Y no sólo demandaba a sus jugadores cambiar su juego, nos sentaba y mostraba por qué quería que cambiáramos, con estadísticas y vídeos.

Esos equipos del Barça eran prácticamente invencibles. Jugabámos de memoria. Sabíamos que íbamos a hacer. No teníamos que pensar. Por eso, hasta este día, Barça está en mi corazón.

Antes del inicio del próximo partido, como siempre, iré al espejo y se repetirá la misma película en mi mente.

La pantalla será negra, y recordaré estas cosas…

Mi cama de concreto. El olor a humedad. Mi padre con un tanque de químicos en su espalda. El camino de 12 millas a la escuela. Mi nuevo uniforme. El tendedero vacío. “Por supuesto que sé dónde está Sevilla”. Mierda, vine de la nada. Estoy aquí. Es irreal, pero estoy aquí.


La carta original puede leerse (en inglés o portugués) en el sitio The Players Tribune.

Te puede Interesar

Bomba en el fútbol

El lateral brasileño, de 38 años, cerró este viernes su regreso al club. "Se incorporará a los entrenamientos la próxima semana, pero no podrá debutar hasta enero", informaron.

Patología cardíaca

El cardiólogo Alejandro Allub, quien también padeció un hecho similar, explicó a Cadena 3 que el riesgo de la arritmia está en que se repita. "Se infiere que se trató de una taquicardia supra ventricular", dijo.

Patología cardíaca

El especialista Norberto Debbag dijo a Cadena 3 que "es posible" que haya relación entre ambos, pero aclaró que "aún no se conocen los efectos del coronavirus a largo plazo". 

F1 2021, GP de San Pablo

El inglés le ganó la clasificación con diferencia a Verstappen, pero podría quedar excluido por una falta técnica con su DRS. Si se confirma, partiría último en la clasificatoria de mañana.