Grandes del deporte
19/08/2023 | 17:03
Redacción Cadena 3
Jorge Parodi
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La noche que Roña Castro fue "Rocky"
Ocurrió en un estadio de béisbol de Monterrey, México, el 10 de diciembre de 1994.
El boxeo argentino lo atesora como uno de los grandes combates de su historia, comparable con Firpo-Dempsey, Loche-Fujii, Monzón- Benvenutti, Bonavena- Alí, o Galindez-Ritchie Kates.
Jorge Fernando “Locomotora” Castro defendía por segunda vez su título mediano del CMB frente al estadounidense John David Jackson, ex campeón mundial welter y mediano, que llegaba invicto.
Los cuatro primeros rounds fueron parejos. A partir del quinto fue un verdadero monólogo del retador que entraba, pegaba y salía a partir de su mayor velocidad y de una gran técnica, sin darle distancia a un “Roña” Castro desbordado.
Ya en la octava vuelta la pelea no tenía equivalencias y “Locomotora” no tenía respuestas boxísticas.
El rostro del “Roña” era una máscara, estaba desfigurado y era un verdadero punching ball humano, estaba recibiendo una cruenta paliza.
Castro iba perdiendo ampliamente la pelea, John David Jackson su rival, el desafiante, sólo necesitaba soplarlo para terminar su brillante trabajo.
Hasta ese momento las tarjetas de los tres jurados marcaban 80-71, 80-73 y 79-74 todas a favor de Jackson.
Cuando finalizó el octavo round, el experimentado árbitro sudafricano Stanley Christoudolou, se acercó al rincón con la decisión de parar la pelea.
Luis Spada, un entrenador argentino radicado en EE.UU. que estaba en el rincón Castro le respondió: “Le pedimos un round más, por favor, dele ese derecho”.
Sin demasiada convicción, el árbitro le concedió lo que se llama el “round del campeón” y en ese noveno capítulo Castro, fingiendo estar groggy, apoyó su espalda contra las sogas. Confiado, Jackson se desguarneció en el ataque y después de esquivar por milímetros un golpe voleado, un cross de derecha, se encontró como con un camión de frente, con un furibundo cross de izquierda, también voleado, que venía con el mismo envión del golpe anterior.
Casi ciego, “Locomotora” sacó una mano milagrosa e inesperada que explotó en la mandíbula del estadounidense que lo depositó en la lona en calidad de bulto, desparramado como una botella después de un picnic. Se fue al suelo, totalmente sentido y, aunque se levantó, volvió a caer dos veces más, una por un empujón y la otra por un golpe no muy preciso de “Roña”, pero aquella mano letal, implacable, desesperada, explosiva de un hombre que parecía sin respuestas boxísticas, terminó con la historia de ese combate y se convirtió en leyenda.
Fue una mano, sólo una mano la que cambió la historia.
Milagro boxístico, épica, proeza, sorpresa, estupor, la mano de Dios de Maradona en el boxeo.
El inconfundible promotor estadounidense Don King vociferaba como un loco a quien quisiera escucharlo: “Este es el verdadero Rocky...Porque Stallone lo hace en el cine y cobra 10 millones de dólares. Castro lo hizo de verdad...” Y lo premió como boxeador de la noche en una velada en la que habían combatido el gran Julio César Chávez, el ídolo mexicano y Félix Tito Trinidad.
Según la revista The Ring, fue “La pelea del año” y “El round del año”.
Después de la gloria, vino el dolor, las consecuencias físicas de esa terrible batalla. “Roña” terminó con el rostro desfigurado, cuando se miró en el espejo se largó a llorar, no podía sonreír por las lastimaduras en la boca y volvió a la Argentina con un antifaz en los ojos, que casi no podía abrir.
Jorge Fernando Castro, “el Roña” para el mundo del boxeo, nació en Caleta Olivia, Santa Cruz, el 18 de agosto de 1967.
Tuvo una infancia con necesidades, hermanos y calle. Lo llamaron “Roña” porque siempre fue muy camorrero, porque siempre buscaba roña.
El boxeo llegó a su vida casi naturalmente. Realizó 144 peleas como profesional, con 130 triunfos, 90 por nocaut, 11 derrotas y 31 empates.
Fue campeón mundial en 1994, ganándole al campeón Reggie Johnson en Buenos Aires. Después retuvo el título ante Alex Ramos por nocaut.
Tiene 15 hijos (más algún tiro al aire, según confiesa) y a todos pudo comprarles una casa, fue padre por primera vez cuando tenía 16 años.
Fue un boxeador hábil, guapo, carismático, inteligente, mañero, que siempre iba al frente, aunque no era muy apegado al gimnasio, porque según él mismo dice entrenaba combatiendo.
Hincha fanático de Boca, Amigo de ex presidentes de la nación y de Maradona. Afirma haber sabido esquivar a los amigos del campeón.
“Locomotora” recibió el Premio Konex - Diploma al Mérito en el año 2000, otorgado por la Fundación Konex, como uno de los 5 mejores boxeadores de la década en la Argentina.
Después de aquel combate ante Jackson hizo dos defensas más y luego perdió el título. Enfrentó dos veces frente a “Mano de Piedra” Durán (su ídolo): le ganó en Mar del Plata y después perdió en Panamá. Peleó en varios países del mundo a los que jamás imaginó conocer, desde su humilde origen.
El 18 de junio de 2005, Jorge Castro sufrió un accidente automovilístico en Buenos Aires, con un colapso de pulmón y varias costillas. Castro requirió mucha hospitalización y cirugía de emergencia.
El 27 de enero de 2007, le ganó por nocaut técnico a José Luis Herrera en el segundo asalto. Esta fue su última pelea.
Actualmente vive en Temperley, sin inconvenientes económicos. Realiza una tarea solidaria, colaborando desde la pandemia, con comedores y merenderos que dan de comer a más de 1700 chicos.
“El Roña” Castro es un auténtico personaje, protagonista de veladas inolvidables de boxeo.
Pero aquella noche del 10 de diciembre de 1994, en Monterrey México se convirtió en leyenda.
Por esa mano de dios de Maradona, que “Roña” llevó al boxeo.
Fue la noche que Jorge “Locomotora” Castro sacó de las pantallas de cine las épicas hazañas de Rocky y las hizo realidad sobre un ring.
Como dijo Don King, el inefable promotor de pelo erizado: “Roña” Castro fue Rocky de verdad.
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