La Scaloneta y el amor menos pensado

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La Scaloneta y el amor menos pensado

04/06/2022 | 15:20 | La Selección argentina comandada por Lionel Scaloni encontró la fórmula del éxito. Nadie imaginaba que el 2 de julio de 2019, sería el último traspié de un equipo que luego cosechó dos títulos. 

Redacción Cadena 3

Mauricio Coccolo

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La Scaloneta y el amor menos pensado

Argentina encontró un rayo de sol que se parece al amor. Con la primera estrella de la noche histórica del Maracaná asomó una nueva vieja relación que parecía definitivamente rota: los hinchas volvieron a enamorarse de la Selección y hoy el país futbolero disfruta del amor después del amor.

No fue magia. El proceso de Lionel Scaloni nació de la peor manera posible, en la prehistoria del ciclo quedará marcada para siempre la forma en la cual el entrenador se quedó con el cargo. Cuatro derrotas en los primeros 15 partidos no fueron el mejor augurio.

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La primera exigencia importante que tuvo que afrontar Scaloni, un técnico novato y sin experiencia, terminó con una medalla de bronce en la Copa América de Brasil, las excusas por el VAR y los arbitrajes y un Messi rebelde que le tiró con munición gruesa a la Conmebol.

La medianoche del 2 de julio de 2019 nadie podía imaginar que la derrota contra Brasil sería el último traspié de un equipo que todavía no aparecía. Argentina se iba masticando bronca, los hinchas ardían en las redes sociales y el técnico estaba en la mira de todos los cañones.

Por la pandemia, en el 2020 la selección argentina jugó solamente cuatro partidos, consiguió tres victorias, en la Bombonera, en La Paz y en Lima. Nicolás González era la gran sorpresa y terminaría convirtiéndose en uno de los grandes aciertos del técnico.

El arranque del 2021 fue el punto más crítico del ciclo Scaloni. Tres empates consecutivos, dos por Eliminatorias y el restante en arranque de la Copa América, abrieron las compuertas de las críticas. Los memes ardían y el técnico era el principal apuntado.

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Junto con las fotos de un Scaloni con la cara desfigurada después de un accidente en su bicicleta, se multiplicaban las encuestas y la mayoría de las opiniones coincidía en que a muchos se les había terminado la hora. Di María, encabezaba todas las listas de ciclos cumplidos.

No se sabe bien cuándo surgió, no hay una fecha precisa. Algunos se lo adjudican pero es probable que nunca demos con el verdadero autor del apodo que define al equipo de Scaloni, que como la carroza en calabaza de un día para el otro se convirtió en “La Scaloneta”.

La historia reciente está más fresca en las cabezas y los corazones de los hinchas. Un partido clave fueron las semifinales de la Copa América contra Colombia. Esa noche Argentina pudo ganarlo, casi lo pierde y en los penales nació un nuevo ídolo: Dibu Martínez.

Sobre la consagración en el Maracaná que rompió la sequía de 28 años sin títulos ya se dijo todo, pero las palabras todavía no alcanzan para describir lo que provocó. Sin la mochila de las frustraciones, Argentina no paró de crecer.

Después del 1-1 con Chile en el arranque de la Copa América del año pasado, los números de la Selección son una locura: 14 triunfos y 4 empates, 13 vallas invictas, 5 goles en contra, 32 goles a favor, nunca estuvo perdiendo y nunca le hicieron más de un gol.

Hasta parece normal el récord de 32 partidos sin perder, que dejó atrás el histórico registro del ciclo Basile entre 1991 y 1993. Además, la lista de títulos desempolvada después de casi tres décadas ya tiene un renglón nuevo: el de la Finalissima 2022. Y espera por otro a fin de año…

Lionel Scaloni logró lo que parecía imposible: desbloquear a un grupo de jugadores de elite, de condiciones técnicas espectaculares, pero frágiles de la cabeza. La película parecía una condena: cada vez que aparecía una piedra, la Selección terminaba de nariz contra el suelo.

Porque es uno de los mejores del mundo todos los flashes apuntan a Messi, pero el gran símbolo de la transformación de Argentina es Ángel Di María. El propio futbolista definió su momento con una metáfora bien simple: no paró de darle y darle cabezazos a la pared hasta que un día cayó.

De la mano de Messi, Di María y Otamendi, apuntalados por el Kun Agüero en su momento, crecieron De Paul y Paredes, aparecieron el Cuti Romero y Dibu Martínez, se consolidó Lautaro, más Acuña, Armani y Tagliafico que siempre están. Los nombres salen solo.

Ganar es todo. Hasta la vida cambia con los resultados. Ates se hablaba despectivamente del grupo de amigos de Messi, ahora siguen siendo un grupo de amigos pero con otra connotación. Ahora se llevan bien, juegan, ganan, se divierten, cantan y todos quieren su foto con el 10.

Lo que parecía imposible está sucediendo: las nuevas generaciones y los viejitos desencantados volvieron a abrazarse debajo del rayo de sol que ilumina a la Selección y se parece al amor, ese sin el que no se puede vivir. Nadie puede vivir sin amor. Menos en el fútbol. Menos en Argentina.

Texto: Mauricio Coccolo/ Edición: Erika Andújar.

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