Leandro Paredes, el "5" de la Selección

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Leandro Paredes, el "5" de la Selección

12/10/2019 | 14:35 | Repasamos la transformación del futbolista, figura del París Saint Germain y quinto titular del seleccionado al mando de Scaloni. Entrá y escuchá.

Raúl Monti

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Leandro Paredes, el cinco de la selección

Dio sus primeros pasos en Boca. En Émpoli lo moldearon y en Roma se recibió de gran jugador. Zenit fue el trampolín y hoy París Saint Germain disfruta de su juego.

A los 25 años, es una fija en las convocatorias de Scaloni. Para él, Leandro Paredes es el cinco de la Selección.

Nació en San Justo, el 29 de junio de 1994. A los 8 años, cuando se incorporó a las Inferiores de Boca, Leandro Paredes soñaba con jugar en la Primera y, por qué no, tirar alguna pared con su ídolo: Juan Román Riquelme.

Cuando todavía tenía edad de séptima división Borghi lo subió a entrenar con la Primera. Mientras esperaba ansioso el momento en que pudiera jugar en la Bombonera, su día a día parecía irreal. Compartía almuerzos y meriendas con Román el tipo que admiraba desde chiquito y ahora había decidido apadrinarlo en su sueño de ser profesional.

Paradójicamente, el 6 de noviembre de 2010, el día que Riquelme regresaba a las canchas después de una larga inactividad por lesiones, Paredes hizo su presentación oficial en un partido frente Argentinos Juniors. Ingresó en reemplazo de Lucas Viatri a minutos del final y cumplió el sueño de jugar profesionalmente con los colores de su vida.

Poco después se lesionó en un partido de Reserva ante Argentinos. Una fisura en el segundo metatarsiano del pie derecho le impidió seguir en carrera.

Ya con Julio César Falcioni al mando, le costó volver a ser considerado. Después de jugar algún que otro partido en los torneos previos, recién en el Inicial 2012 logró mayor continuidad. Disputó 13 juegos y se destacó frente a San Lorenzo y Racing, anotándoles goles a ambos equipos.

Cuando parecía que todo se encaminaba, volvió al punto de inicio. Otra vez al banco y a esperar. El Mundo Boca le hacía vivir lo que ya muchos le habían anticipado: no es fácil para un chico del semillero abrirse camino en un club tan competitivo.

Con Bianchi en el banco, las cosas no cambiaron demasiado. En el Torneo Final 2013 disputó tan solo 7 partidos y en ninguno arrancó como titular.

Mientras Leandro intentaba demostrarle al DT que podía jugar, en una práctica recibió un fuerte golpe por parte de Orión y horas más tarde se confirmó que la lesión lo tendría fuera de las canchas por un largo tiempo.

Con el ambiente enrarecido, la dirigencia decidió descomprimir y lo mandó a préstamo a la Roma para que comenzara su recuperación.

Ya en Italia, junto a su esposa y su pequeña hija, pasó los primeros meses en el Chievo Verona y luego retornó a la capital para intentar hacerse un lugar con los romanistas.

Si antes había tenido a Juan Román Riquelme por delante, ahora estaba el gran Francesco Totti como referente en su puesto.

En su primera temporada en la Roma, jugó 10 partidos y marcó su primer gol ante el Cagliari en un partido por serie A. Lo mostrado por Leandro fue suficiente para que el club decidiera apostar por él y le comprara su ficha a Boca por casi cinco millones de euros.

A mediados del 2015, fue cedido al Empoli para alcanzar una mayor regularidad y el plan resultó muy bien. Su entrenador, Marco Giampolo, le hizo ver que si quería jugar más, debía aprender los gajes del oficio de mediocampista central. Leandro entendió el mensaje y terminó jugando 33 partidos en la temporada.

Al volver a Roma, arrancó el primer partido de titular compartiendo el campo de juego con tipos como Dzeko y Salah. Al fin comenzaba a adaptarse a la Serie A, pero no se olvidaba de su querido Boca Juniors. Cada vez que la diferencia horaria lo permitía, miraba los partidos con Daniele de Rossi y le iba contagiando su amor por los colores.

Roma finalizó la temporada a 4 puntos de la Juve y logró la clasificación a la Champions. Por su parte, Leandro sumó 41 partidos entre todas las competencias y festejó tres goles.

Su buen momento futbolístico, le valió la primera convocatoria a la Selección con Jorge Sampaoli como entrenador. El debut, se dio en las lejanas tierras de Singapur en un partido que terminó en goleada frente al anfitrión.

Tres semanas más tarde, se confirmó su transferencia al Zenit de San Petesburgo por más de 20 millones de euros.

Leandro y su familia se mudaron a Rusia y gracias a la compañía de Mammana, Rigoni y Driussi el impacto cultural fue un poco más leve. La gran amistad que forjaron fuera de las canchas dio sus frutos en el campo de juego.

En su primer año en Zenit, Paredes jugó siempre y en un altísimo nivel. Finalizó la temporada con casi 40 partidos en la espalda pero sus números no fueron suficientes para garantizarle un lugar en la lista de Sampaoli.

Apenas se confirmó que Boca y River jugarían la final de la Libertadores, Leandro supo que no podía perderse semejante partido.

La expulsión en el último juego de su equipo levantó las suspicacias de hinchas y medios de comunicación.

Finalmente, el volante pudo explicar que ya tenía todo acordado con Zenit para poder viajar a Buenos Aires y estar presente en la Bombonera.

Con Scaloni a cargo de la Selección mayor, Paredes comenzó a convertirse en figurita repetida. Estuvo en todas las convocatorias y se ganó un lugar en el mediocampo.

A comienzos del 2019, recibió el llamado de Nico Burdisso para volver a ponerse los colores del Xeneize, pero los números eran imposibles.

Días más tarde, apareció el PSG –sin problemas de dinero- y desembolsó 47 millones de euros para tener al argentino en sus filas.

Así, a sus jóvenes 24 años, Leandro sumó su tercera transferencia millonaria y se mudó de ciudad por quinta vez en apenas cinco años.

La Copa América de Brasil no hizo más que confirmar a Paredes como uno de los abanderados de la renovación de la Selección.

Si bien el final no fue el esperado y se lo vio derramando algunas lágrimas tras la derrota con Brasil, Paredes pudo encontrar su lugar.

Con apenas 25 años, ya tiene recorridos unos cuántos kilómetros. Con la Celeste y Blanca en la piel, todavía recuerda el consejo de su entrenador en el Émpoli. Si no fuera por él quizá hoy no podría llamarse a sí mismo el 5 de la Selección.