“Lucho” González, un ganador nato alejado de los flashes

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“Lucho” González, un ganador nato alejado de los flashes

30/05/2021 | 15:27 | El ahora ex futbolista se retiró el pasado jueves de la actividad profesional. Es, junto a Carlos Tévez, el segundo argentino con más títulos, detrás de Lionel Messi. Conocé su historia.

Raúl Monti

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“Lucho” González, un ganador nato alejado de los flashes

Hay veces que los reflectores no coinciden con el reflejo de las vitrinas. Aunque parezca contradictorio, los flashes y la gloria pueden caminar por calles paralelas. A veces, el perfil bajo y el éxito pueden convivir bajo el mismo techo. O en una misma persona.

Un ejemplo de ello es el de Luis González. “Lucho”, como lo conocen todos, es, por definición, un ganador. Tan así que al decidir colgar los botines, a los 40 años, su currículum lo mostraba, junto a Carlos Tévez, como el segundo futbolista argentino con más títulos de la historia, solo superado por un tal Lionel Messi.

Luis Oscar González nació el 19 de enero de 1981 en Buenos Aires. Hijo de padre uruguayo y madre chilena, creció en el seno de una familia humilde, que vivía en una pieza alquilada en Parque Patricios.

El fútbol estaba predestinado en su vida desde antes de nacer: su mamá, que era empleada en una casa, conoció a su papá cuando le llevó una radio para que pudiera escuchar el Mundial 78. La pareja se unió por una pelota, y de ese amor nació un chico que iba a tratar muy bien a la redonda.

De niño empezó a jugar en el baby de Hindú Club y después en Unidos de Pompeya. El incipiente talento del flaco de piernas largas llamaba la atención a primera vista, y al poco tiempo, con 9 años, fue a probarse a Huracán. Y quedó.

Hizo todas las inferiores allí, hasta que llegó el día más esperado. Debutó con “El Globo” el 28 de abril de 1999, ante Racing, club del que es hincha, por el Torneo Clausura, con triunfo 2-1 de “La Academia”.

Eran días difíciles para “El Quemero”, que arrastraba malas campañas y parecía condenado al descenso, algo que terminó por consumarse.

Tras el doloroso momento, Huracán se rearmó rápido y logró volver en la temporada siguiente a Primera, al consagrarse campeón de la B Nacional, con “Lucho” como uno de los estandartes.

González aprovechó, entonces, para ayudar a los suyos. Con los primeros pesos que cobró, adquirió un juego de living y un modular para la pieza donde vivía con sus padres y sus dos hermanos, y al tiempo, con apenas 21 años, pudo comprarles una casa.

Brilló tres años en “El Globo” y en 2002 viajó a Francia para sumarse al Cha¬teau¬roux, de la Segunda División. Sin embargo, el pase se cayó y recaló en River, donde empezó una historia de amor rojiblanco que incluyó, ahí nomás, dos títulos: los torneos Clausura 2003 y 2004.

Seis meses con “La Banda” le alcanzaron para ser convocado a la Selección. Fue titular en la final de la Copa América de 2004, que Argentina perdió ante Brasil, pero pronto tuvo revancha y consiguió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas, la primera de la historia en fútbol.

El volante tenía, indefectiblemente, destino europeo. Porto fue su primera estación en el Viejo Continente, y en el gigante portugués edificó una enorme idolatría.

Tuvo dos etapas con la camiseta azul y blanca, y en ambas se dedicó a coleccionar trofeos: levantó 11, fue capitán y se convirtió en uno de los máximos íconos de la institución. En Porto, Luis González es palabra santa.

Su buen nivel lo mantuvo en el seleccionado nacional y fue citado por José Pékerman al Mundial 2006. Con González en el once inicial, Argentina, que tenía un equipazo, cayó en los penales ante Alemania y vio cómo se esfumaba su sueño.

En Europa, el mediocampista también es palabra santa en otro grande: el Olympique de Marsella. En ese club, uno de los más importantes de Francia, dio 6 vueltas olímpicas y fue elegido dentro del once ideal de la década.

Su última aventura fuera del continente americano fue en Qatar, donde logró el ascenso con Al-Rayyan. Después de ese exótico destino, “Lucho” regresó a Buenos Aires para volver a vestir la camiseta de River y seguir bañándose de gloria. En 2015, al poco tiempo de llegar, pudo alzar nada menos que la ansiada Copa Libertadores, la primera del “Millo” con Gallardo como entrenador.

Sin embargo, después perdió lugar en la consideración del “Muñeco”. Con muy pocos minutos en cancha y afectado por lesiones, llegó a pensar en el retiro, pero a mediados de 2016 le surgió un nuevo desafío: el fútbol brasileño.

González se fue al Atlético Paranaense, y también escribió historia de la grande en ese club, con el que dio cinco vueltas olímpicas.

El equipo brasileño fue testigo de la última función de González, en la Sudamericana 2021, el mismo torneo internacional que supo levantar tres ediciones antes.

En toda su carrera de futbolista, “Lucho” gritó campeón 29 veces y festejó con cada una de las camisetas que vistió, decorando un palmarés envidiable para cualquiera.

Con un nuevo rol en el horizonte, por fuera de la línea de cal y lejos de los grandes flashes, el flaco de piernas largas buscará seguir haciendo en su vida lo que mejor sabe hacer: ganar.

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