Grandes del Deporte
01/03/2020 | 15:57 | "El Luifa" tiene en el ADN el gol y la sangre celeste. El porteño que conquistó a Córdoba ahora busca ser el presidente de Belgrano. Repasá su trayectoria.
Jorge Parodi
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El recorrido del "Luifa" Artime, un artillero histórico de Belgrano
Luis Fabián Artime es Belgrano, y Belgrano es el Luifa. Artime tiene el gol en el ADN y la sangre celeste.
Es un amor alimentado de goles y emociones fuertes, de momentos inolvidables bajo la lunita de Alberdi.
Es un amor de barrio, de Plaza Colón, Hospital Clínicas y camisetas con el color del cielo.
Es un amor Pirata.
El Luifa nació un 15 de diciembre de 1965 en Buenos Aires, e hizo el camino inverso a la mayoría de los argentinos que fueron a la Capital Federal a triunfar.
Artime fue un porteño que conquistó a Córdoba. Para el Luifa, Dios atiende en la Docta.
Aunque mantiene la tonada porteña, el Luifa vive, piensa y sueña en cordobés.
El hincha celeste lo eligió y el cumplió con goles de todos los colores.
Hoy, el Luifa tiene nombre de tribuna, la ubicada en el sector sur del Estadio Kempes , por el voto de los hinchas cordobeses.
Es que los Piratas lo aman y el resto de los hinchas lo respetan.
El Luifa llegó a Belgrano procedente de Independiente en 1992 y estuvo en el club en cuatro períodos distintos.
Se retiró con la camiseta de Belgrano en el 2006.
Debutó el 19 de enero de 1986 en el club Ferro Carril Oeste con 19 años. Hizo el gol con el que su equipo le ganó 1 a 0 a Deportivo Español.
Jugó sucesivamente en Ferro Carril Oeste, Independiente de Avellaneda, Belgrano, San Lorenzo, Tigre, Gimnasia y Esgrima de La Plata y Melgar de Arequipa.
Vistiendo otras camisetas, jamás le convirtió un gol a Belgrano.
En Belgrano es el máximo goleador del club, con 94 anotaciones e inclusive el jugador con más partidos disputados (336).
Jugando para el Melgar fue el máximo goleador de la Primera División de Perú en el año 2002.
Cuando afirmamos que el Luifa lleva el gol en el ADN, se debe a que es hijo del gran Luis Artime, uno de los máximos artilleros del fútbol argentino de todos los tiempos.
Don Luis triunfó en Atlanta, Independiente, River, Palmeiras (donde fue campeón) y Nacional de Montevideo, donde se consagró en América y con la Intercontinental en 1971.
Luis Artime integró la Selección Argentina que participó del Mundial '66, en Inglaterra, en el que convirtió 3 goles en 4 partidos.
Fue uno de los más destacados goleadores sudamericanos de los años '60 e inicios de los '70.
El papá del Luifa se consagró como el máximo goleador del torneo en cuatro oportunidades en Argentina y en tres ocasiones en Uruguay, así como goleador de la Copa América 1967 y Copa Libertadores 1971.
Don Artime convirtió más de 300 goles en su carrera.
Como ocurrió años después con su hijo, sus goles eran goles de goleador, de oportunista. Los Artime estaban donde había que estar, para meterla adentro.
Nada de lujos, poco de técnica, goles con la cabeza, con la rodilla, con los tobillos o con lo que fuere.
Cumpliendo con una verdad de perogrullo: todos los goles valen uno.
Olfato, voracidad e inteligencia, fueron el común denominador de los Artime.
No era fácil triunfar en el fútbol, teniendo que sostener ese pesado y admirado apellido, más aun en el mismo puesto de centrodelantero.
El Luifa encontró en Córdoba y en Belgrano su lugar en el fútbol y en el mundo.
Goles en primera y en el ascenso, en las buenas y en las malas, goles importantes y dramáticos, goles de héroe en momentos complicados, siempre con el corazón empujando al botín.
"Olé, Olé, Olé...LUIFA...LUIFA!!!", fue el grito de amor del hincha de Belgrano para su goleador y máximo referente.
El Luifa expuso siempre su estirpe de goleador, su compromiso con la camiseta, su identificación con una provincia que lo adoptó, lo hizo suyo y le dio un nombre de tribuna.
El Luifa fue a contramano de la vieja costumbre, es el porteño que conquistó Córdoba.
Sucede que Luis Fabián Artime es Belgrano y Belgrano es el Luifa.
Artime tiene el gol en el ADN y la sangre celeste.
Es un amor alimentado de goles y emociones fuertes, de momentos inolvidables, bajo la lunita de Alberdi
Es un amor de barrio, de Plaza Colón, de Hospital Clínicas y de camisetas con el color del cielo.
Es un amor sin tiempo.
Es un amor Pirata.