Informes de La Previa
26/06/2022 | 14:15 | En el ocaso del sexto mes, con una diferencia de 22 años, dos frases, de menos de diez palabras, provocaron un cataclismo en millones de corazones futboleros de Argentina y el mundo.
Redacción Cadena 3
Juan Schulthess
Hay momentos que se graban en el inconsciente colectivo como con tinta indeleble. Instantes que, a veces, duran segundos, pero viven para siempre. Los hay de los buenos y de los no tanto. Y pasan en una fecha que, paradójicamente, suele quedar sumergida en lo anodino en eventos que copan todas las portadas.
El ocaso de junio tiene un sabor especial por los mundiales o las copas continentales. Pero también hay un lugar para las rimbombantes declaraciones. A finales del sexto mes, con una diferencia de 22 años, dos frases, de menos de diez palabras, provocaron un cataclismo en millones de corazones futboleros.
La primera fue en 1994. Todo comenzó un 25 de junio. El escenario, Estados Unidos. Tras una gran remontada de Argentina ante Nigeria, por el segundo partido del Mundial, una mujer vestida de blanco llevó de la mano a Diego Armando Maradona, en una de las imágenes más icónicas de la historia del deporte.
Diego sonreía mientras caminaba junto a Sue Carpenter rumbo al control antidoping. Ni él, ni ella ni ninguna de las 50 mil almas que habían colmado el Foxboro Stadium de Boston podrían llegar a haberse imaginado que habían presenciado la última función del astro con la camiseta que más amó.
Un puñado de días después, al conocerse el doping positivo, llegó el letal “me cortaron las piernas”, una de las tantas frases que Maradona dejó para la posteridad. Uno de los dolores de fines de junio más profundos.
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La segunda fue en 2016. Todo comenzó un 26 de junio. El escenario, curiosamente, también Estados Unidos. La Selección, dirigida en ese entonces por "El Tata" Martino, sumaba su tercera decepción al hilo al caer por penales ante Chile en la final de la Copa América Centenario, tras empatar sin goles en el partido.
La imagen es, posiblemente, una de las más dolorosas para el fútbol argentino en un fin de junio. Lionel Messi se paró frente a su amigo Claudio Bravo, con el peso de la vitrina vacía y el fantasma de la derrota en la copa anterior.
Los laberintos de la cabeza, seguramente, lo habrán llevado por mil lugares en el instante previo a que su cultual zurda ejecutara el remate. La pelota voló por encima del travesaño y se acostó en alguna butaca de la tribuna, mientras "Leo" tomaba con fuerza su camiseta, como queriendo esconderse, como deseando que fuera otra pesadilla, como anticipando el final.
Horas después, cuando parecía que el indómito dolor era insoportable y ya con el calendario marcando el 27, llegó un cachetazo que dejó todo lo anterior en un quinto plano: Lionel Messi anunciaba su retiro del seleccionado argentino.
Ahí, de golpe, la madrugada se hizo de día por los televisores prendidos, las radios al palo y las redes sociales estalladas de búsquedas que imploraban que lo inexorable del "se terminó para mí la Selección" fuera una campaña de fake news o algún chiste de mal gusto.
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Afortunadamente, tiempo después el astro rosarino reaparecería con la celeste y blanca para alzar el título que el fútbol le debía y renovar un romance con el pueblo que alcanzó su clímax a pocos meses de la Copa del Mundo en Qatar.
Entre tantas alegrías y montañas de ilusión, suele haber algunas espinas escondidas en medio de las rosas. Y el epílogo del sexto mes del año tendrá para siempre guardado ese pasaje de una frase, pocas palabras y escasos segundos que unió en momentos de dolor a las dos zurdas más talentosas de todos los tiempos.
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