Grandes del Deporte
15/02/2020 | 13:54 |
Jorge Parodi
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Marcelo Milanesio cumplió 55 años (Por Jorge Parodi)
En Córdoba se da un fenómeno muy particular: un personaje es muy querido cuando se adueña del corazón de la gente, pierde su apellido y sólo se conoce por el nombre o por el apelativo.
Se trata de una clase de nobleza en la que el afecto, el cariño y la admiración por algunas personas las convierte en acreedoras de semejante título nobiliario.
No se trata de duques, ni de príncipes, ni de condes; es solo su nombre o de un sobrenombre que surge del cariño.
Con ese único dato, todos saben de quien se trata.
Entonces "La Mona” dejó de ser Jiménez, lo mismo pasa con Ulises (Bueno) o con Damián (Córdoba).
“El Daniel” no es otro que Willington; "El Luifa" no necesita del Artime; ni "El Pato", de Gasparini; ni "Falucho", de Laciar; y David ha dejado de ser Nalbandian.
Así a "Rony" no le hace falta el Vargas; ni "El Lagarto" es Guizardi; ni Víctor necesitaba del Brizuela y cuando hablamos de Mario, el Pereyra está demás.
Entre esos personajes queridos, entrañables, admirables de Córdoba, con proyección nacional, está Marcelo, que en esta provincia es mucho más que Tinelli.
Marcelo Milanesio (por si hace falta decirlo) es uno de los máximos ídolos de nuestro deporte de todos los tiempos.
Marcelo es la bandera con la que nació y creció la Liga Nacional de básquetbol. Es el rostro de mil hazañas con su única camiseta, la 9 de Atenas, que se retiró con él. Una única camiseta que defendió rechazando inclusive tentadoras ofertas en dólares para marcharse.
Marcelo fue el crack de la Selección, 10 años antes de tiempo, pero que tranquilamente pudo haber integrado la Generación Dorada.
Marcelo es un jugador que hizo historia en la querida Liga Nacional.
Talento, inteligencia, liderazgo, conducta, técnica, todo en un mismo envase de 1,88 metro.
Llegó a Atenas junto a Mario, su hermano.
Nació en Hernando un 11 de febrero de 1965 y creció en el básquetbol, en la Fábrica Militar de Río Tercero.
Obsesivo, apasionado por la naranja desde muy chico. Líder y emblema del Atenas, multicampeón de la Liga Nacional.
Debutó en 1982 y un año después logró su primer título en la Asociación Cordobesa.
En 1987 obtuvo su primer título de Liga con el equipo Griego, en una final inolvidable (ganó Atenas 3 a 1) , en un clásico que empezaba a nacer frente a Ferro.
Jugó y brilló en cuatro mundiales con la camiseta nacional.
En el Mundial de 1994, en EE.UU., fue el máximo asistente.
Fue el base titular de la Selección Argentina que ganó la medalla de oro en el Panamericano en Mar del Platea 1995.
Fue elegido Olimpia de Oro en 1993.
Con el equipo Griego terminó tercero en el certamen McDonald's que reunió a los mejores equipos del mundo, en París.
Hoy Marcelo se dedica, entre otras cosas, a transmitir sus conocimientos a través de la Agencia Córdoba Deportes.
Se retiró campeón en la Liga 2001/ 2002 , compartiendo el equipo con su hermano Mario.
Aquel 13 de mayo, en su última función, Marcelo brilló ante una multitud en el Polideportivo Ceruti, convirtió 18 puntos para el triunfo en el quinto partido de la serie finalfrente a Estudiantes de Olavarría.
En la noche de su despedida Marcelo, lograba su séptimo título en la Liga Nacional.
En medio de los festejos, se subió a uno de los aros y dejó colgadas su par de zapatillas con las que jugó el partido, como corolario de su impecable carrera deportiva.
Fueron 16 títulos en total, pero el más significativo es el legado, la idolatría, el cariño de la gente, que no solamente es la del basquetbol.
Marcelo hoy disfruta del reconocimiento sincero de todos.
Forma parte de esa especie de nobleza del afecto que otorgan los cordobeses.
Esa que permite que a los personajes muy queridos, muy respetados, muy nuestros se los reconozca solamente por el nombre o el apelativo, sin necesidad de utilizar su apellido.
Por eso Marcelo es tan nuestro.
Porque nos representa, porque nos identifica, porque forma parte del patrimonio afectivo del orgullo cordobés.