Messi, el triunfo del pibe común

Lionel Messi llegó a su séptima Copa América como no había llegado a ningún torneo importante con la Selección: libre de potenciales críticos audaces. Después del Mundial, los que alguna vez osaron cuestionarlo no tienen más remedio que asistir calladitos a las últimas funciones.

Ya no se le puede reclamar nada a un jugador que consiguió todo con Argentina: más Mundiales jugados (5), más partidos y goles en Mundiales, más Copas América jugadas (7), más partidos en Copa América, más Eliminatorias disputadas (6), más partidos y goles en Eliminatorias y —perdón por tanta redundancia, pero es él quien se repite— más partidos y goles en toda la historia de la Selección. Solo le estaría faltando un golcito olímpico…

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Messi se convirtió en el futbolista con más presencias en toda la historia de la Copa América, con 35 partidos superó al Sapo Sergio Livingstone y además es el único que estuvo en siete ediciones del torneo de selecciones más antiguo del mundo.

La primera Copa de Leo fue hace 17 años, en Venezuela, donde el equipo de Basile sufrió una derrota sorpresiva con Brasil en la final. Messi era el más joven de aquel plantel, sin embargo terminó jugando todos los partidos y dejó un golazo inolvidable, de emboquillada, contra México.

La de 2011 fue la peor Copa América de Messi con Argentina, tanto que hace unos días recordó como lo putearon en la cancha de Colón, donde pateó un tiro libre a la tribuna contra Colombia y padeció la eliminación por penales a manos de Uruguay.

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En el 2015 pasó algo muy raro: Lionel Messi venía de una gran temporada en el Barcelona y los hinchas argentinos le habían reconocido el subcampeonato del mundo en Brasil. El equipo de Martino pintaba para campeón, pero el traspié contra Chile en la final reabrió la herida.

En 2016 Messi tocó fondo y renunció a la Selección. Con el cuerpo todavía caliente y la bronca por haber perdido la cuarta final consecutiva, el 10 dijo basta, ya está. Menos de dos meses después, luego del clamor popular, el rosarino anunció que volvería a vestir la celeste y blanca.

La Copa América de 2019 fue la del Messi rebelde: terminó expulsado injustamente en el partido por el tercer puesto, pero antes había repartido duro y parejo contra la Conmebol y los arbitrajes. Un detalle poco recordado: ¡en la previa de cuartos de final, Messi cantó el himno!

El desbloqueo llegó en el momento menos pensado. El ciclo Scaloni tambaleaba, hasta que se produjo el quiebre: los penales contra Colombia en semifinales, el Dibu Martínez en modo predador y después la inolvidable final del Maracaná, la noche en que Di María por fin rompió la pared.

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Luego vendría la Finalísima con Italia, que fue la empanadita antes del azadazo que significó el Mundial de Qatar. Lionel Messi completó el álbum y tocó el cielo con las manos, un cielo al que entró siendo el más común de los dioses. El triunfo de un pibe de barrio como cualquiera.

Desde que es campeón del mundo, Messi se sacó el peso de la mochila y disfruta cada partido como si fuera el último, sabiendo que uno de estos efectivamente lo será.