Messi y el gol, un amor eterno

El 1 de mayo de 2005, hace 15 años, la cita fue en el Camp Nou, la excusa del encuentro fue un partido de fútbol de la fecha 34 de la Liga de España, ante el Albacete.

Ese día del trabajo, hace 15 años, nacía un amor eterno entre Lionel Messi y el gol con la camiseta del Barcelona.

Fue el primer beso a la red, el que enamora, el que no se olvida, el que abrió el corazón de una afición culé que celebra desde ese día, varias centenas de besos a la red con la misma emoción, con igual pasión.

Con cara de ángel, un tal Lionel Messi, nacido en Rosario, con postgrado en La Masía, con 17 años, tuvo su primera vez.

Esa noche, Messi, el gol y Barcelona tuvieron su primera cita, que dió comienzo a un amor que sería para siempre.

Faltaban 3 minutos para terminar el partido, que Barcelona le ganaba al Alavés por 1 a 0 con un gol de Eto’o.

El camerunés se va directo a las duchas y su lugar en el campo lo ocupa un adolescente bajito y esmirriado, con el número 30 a la espalda.

Allí lo esperaba un tutor futbolístico de lujo, con un regalo que lo llenaría de alegría.

Ese padrino del fútbol era un talentoso brasileño que, con la sonrisa estampada en el rostro, se convirtió en el celestino, que como decían los viejos “le hizo gancho con el gol”

Ronaldinho frotó la lámpara y se hizo la luz, con una asistencia perfecta, de cuchara para el inexperto Lionel Messi, quien apareció solito por la izquierda pisando el área grande.

Apenas levantó la cabeza, como hacían nuestros abuelos para sacar a bailar a la chica que les gustaba, en las fiestas de los pueblos.

Ya con la pelota en sus pies, la promesa del Barsa no se animó a mirar al gol a los ojos.

Con un golpe de vista notó que Raúl Valbuena, el arquero visitante, estaba levemente adelantado.

Un delantero nato, visceral y con el gol en la sangre, habría optado por perforar el arco mediante un disparo potente.

El pequeño genio, eligió hacer una pausa, en un rapto de fantasía e inspiración, decidió colocar el balón por encima de la salida del arquero, una vaselina cruzada que sorprendió al indefenso Valbuena a mitad de camino.

La pelota, su mejor amiga, no podía desobedecerlo, fue al lugar donde Messi quiso. Fue de pleno y con los brazos abiertos a encontrarse con la red.

El botín de Messi, la pelota y ese beso esperado, deseado, apasionado, con la red.

Nacía un romance sin tiempo entre Messi y el gol.

Fue el segundo, el que aseguró la victoria del Barsa sobre el Alavés por 2 a 0.

La euforia envolvió a un Messi quién se trepó a la espalda de Ronaldinho: fue una imagen profética. El brasileño se convertiría en su mentor en la etapa inicial del argentino en el club catalán.

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Aquel tanto lo convertía en ese momento en el jugador más joven en marcar en Liga con la camiseta del Barça con 17 años, 10 meses y 7 días de edad.

Era la primera piedra de una torre de Babel que Messi erigiría para postrarse en la inmortalidad del club catalán.

Fue la primera vez de un Messi que con el tiempo rompería todos los récords, el único gol de su primera temporada, en la que jugó un total de 77 minutos en 7 partidos.

Con esta victoria, que colocó al Barça con 6 puntos de ventaja sobre el Real Madrid a falta de sólo cuatro jornadas para el final del campeonato, el equipo que dirigía Frank Rijkaard se aseguró prácticamente el título.

Aquella primera vez, aquel primer beso con la red, fue el preanuncio de lo que vendría, el romance eterno entre Messi y el gol.

Un idilio futbolístico, que el 1 de mayo celebró sus primeros 15 años.