Messi y el valor de la tranquilidad

Las decisiones personales son eso: decisiones personales. Una obviedad indestructible por lo obvia. Como tales no se pueden discutir. A lo sumo podemos comprenderlas, más o menos, o identificarnos, más o menos. Cuando alguien decide sobre su vida, decide sobre él y sus circunstancias. Si Lionel Messi elige seguir jugando en el Inter Miami, ¿quién está en condiciones de cuestionarlo? Que haga lo que quiera y sienta.

A esta altura de la carrera de Messi, a la que asistimos como espectadores de una película de casi 20 años, nadie debería reclamarle nada. Desde lo futbolístico dio todo, con IVA incluido. Pero siempre quedan algunos rezagados que llegan tarde al banderazo.

No somos tan importantes como para andar opinando de todo y de todos, pero el ejercicio de hablar sobre Messi y su vida deportiva es saludable porque nos interpela. Cuando hablamos de Messi hablamos de nosotros mismos, de nuestros vínculos con las personas públicas, de la relación con los ídolos populares, de cómo nos dejamos afilar las garras por el fracaso y qué tan inmensamente agradecidos podemos ser en el éxito.

El tema no es qué opinamos sobre la decisión de Lionel Messi de abandonar el fútbol europeo para saltar a una competencia de otro nivel. O sí, quizás para muchos sea ese el tema, pero el meollo de la cuestión si miramos un poquito más allá de la nariz del momento es la elección de vida de un hombre común. De alguien como cualquiera de nosotros.

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Haciendo el esfuerzo de sacar del medio los millones y la fama, en el fondo queda un Lionel Messi humano, padre de familia, hijo, hermano, amigo que está eligiendo algo tan valioso como la tranquilidad. A millones de kilómetros de distancia, Messi parece un chico conservador en el mejor de los sentidos del término. Al punto de que todavía conserva esa forma tan rosarina de hablar. Y para una persona conservadora no hay nada mejor, ni más valioso, que la tranquilidad.

En algún punto, la elección de Messi es contracultural porque nada contra la corriente instalada de que hay que salir de los lugares de confort. ¿Quién dice? Si no existe nada más placentero que pasarse la vida y cien años más donde estamos bien, cómodos, tranquilos, felices. Hay que irse de los lugares donde la pasamos mal, de ahí hay que irse. Y eso fue lo que hizo Leo. Lo dijo con todas las letras.

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Es una enseñanza: el mejor camino posible siempre será el de la familia.

Para una persona, que al mismo tiempo es un personaje público y global, como Lionel Messi, que aparenta tenerlo todo, nada vale tanto como la tranquilidad. Porque vivir tranquilo y en familia no tiene precio.

Narración y texto de Mauricio Coccolo. Edición de Juan Schulthess.