Grandes del Deporte
06/08/2022 | 15:01 | "La Peque" escribió una página dorada en la historia del deporte argentino en la primera jornada de los Juegos Olímpicos 2016. Recordamos aquella hazaña y su profesión como médica.
Redacción Cadena 3
Jorge Parodi
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Paula Pareto: entre el ambo y el judo, la doctora de oro
Era un sábado por la tarde en Río de Janeiro y el sol brillaba en Barra de Tijuca. Ese 6 de agosto de 2016, primera jornada de competencia de los Juegos Olímpicos, se escribió una página dorada en la historia de nuestro querido deporte argentino.
Bajo el imponente techo del estadio Arena 2 del Parque Olimpico, miles de brasileños gritaban "¡Co- re- a, Co-re-a!", del otro lado de las tribunas un puñado de argentinos respondía: "¡Peque! Peque!".
Es que Paula Belén Pareto iba por un sueño, por la medalla de oro en judo de la categoría de los 48 kg. frente a la coreana Jeong.
Empuñando el micrófono de Cadena 3, con el corazón latiendo a pura emoción, tratábamos de narrar para “La Previa”, ese momento mágico e inolvidable que nos ofrecía una deportista que el tiempo convertirá en leyenda: sobre el tatami Carioca, Pareto sufrió un corte en el labio por golpes tipo boxeo de la coreana al minuto de la lucha. Y cuando volvió, encontró la vuelta para puntuar un waza-ari, la segunda puntuación en importancia en el judo, tras el ippon (nocaut).
Faltaban dos minutos y la estrategia era resistir y trabarse en el tatami. Así transcurrieron los segundos finales hasta el grito esperado, hasta el abrazo interminable con mamá Mirta y amigas. Con compañeros o ex compañeros. Y con Laura, su entrenadora, su guía.
Y luego las lágrimas, la emoción, los brazos en alto y esa medalla dorada tan anhelada, colgando en el pecho, en el olimpo del deporte mundial.
"La Peque" se convertía en la primera mujer argentina de la historia en ser campeona olímpica. Ya tenía una de bronce en Beijing 2008, algo que tampoco había logrado ninguna mujer. También obtuvo un diploma Olímpico en Londres 2012. Ya se había consagrado campeona del Mundo en 2015 en Astana, Kazajistán.
La nadadora Jeannette Campbell abrió el camino de las preseas olímpicas para las atletas nacionales cuando se colgó la de plata en Berlín 1936. La atleta Noemí Simonetto la siguió con otra plateada en Londres 1948.
Hubo que esperar cuarenta años para que la tenista Gabriela Sabatini también fuera de plata en Seúl 1988. Y los bronces llegaron después, con la velista Serena Amato en Sydney 2000, la nadadora Georgina Bardach en Atenas 2004.
Ese era el final de su exitosa biografía provisoria: pero hay otra "Peque" Pareto. La que empezó a practicar judo a los 9 años en San Fernando. La que representó a Estudiantes de Plata para lo cual tardaba tres horas para ir, entre tren y colectivo. La que se entrenaba dos horas a la tarde y se quedaba a dormir en lo de una amiga en La Plata. La que a la mañana siguiente practicaba otras dos horas y de nuevo tres horas viajando para volver. La que estudiaba, mientras entrenaba y cosechaba gloria en el deporte.
Y estudiaba donde podía, en el tren, en el ómnibus, en las concentraciones, donde tuviera un minuto. La que un día se recibió de médica y se convirtió en la doctora Pareto. La médica residente. La que hizo magia con el tiempo para que puedan convivir ambas vocaciones. La que se levantaba a las 5 de la mañana para realizar su residencia en un hospital público. La que trabajaba 14 horas, si es que no le tocaba una guardia de 24 horas. La que entrenaba incansablemente en el Cenard, todas las tardes.
Así es la vida de Pareto: entre el ambo, el judoguis ( vestimenta de las yudocas) y la solidaridad. Exprime cada minuto del día. Sigue viajando en transporte público, dicho en cordobés, la Doctora Campeona Olímpica viaja en bondi y a veces los choferes no le quieren cobrar. Ella es la Dra. Paula Belén Pareto. Tiene 35 años y sigue soñando y sacrificándose por esos sueños. Dice que lo importante es disfrutar del camino, del proceso, luego el resultado es una consecuencia del trabajo previo.
Está es la historia de una yudoca de oro, de una luchadora de la vida, de una "Peque" de 48 kgs , que esa tarde carioca que nos tocó en suerte relatar, se sintió una gigante subida a lo más alto de podio olímpico y con la medalla de oro colgada en el pecho.
Con cientos de banderas flameando, con un estadio carioca rugiente, como si fuera un cancha de fútbol previo a un clásico. Con esos brazos levantados para subirse al cielo, sin sentirse una estrella. Con esas lágrimas que son lo más parecido a la felicidad. Paula Pareto, una doctora de oro.
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