Perfiles de La Previa
07/11/2020 | 13:11 | Es el gran candidato para reemplazar a Martínez Quarta en la zaga de River. El chileno quiere demostrar en el “Millonario” por qué es un jugador de selección. Recorré su camino.
Raúl Monti
Audios
El chileno llegó desde Palestino a uno de los clubes más grandes del país
El 2020 no inició de la mejor manera para Paulo Díaz. Con la derrota ante Flamengo fresca en su memoria y sin mucha práctica en el hábito de ser suplente, el parate del fútbol a raíz de la pandemia frustró sus chances de trabajar para ganarse un lugar. Contra viento y marea, el ex defensor de San Lorenzo tuvo asistencia perfecta en los incómodos entrenamientos por Zoom, no perdió de vista su objetivo y le dio la bienvenida al nuevo campeonato desde el verde césped. Sin embargo, su floja actuación en la derrota contra Banfield dejó más dudas que certezas en los hinchas del “Millonario”.
Ante la partida de Martínez Quarta y sin dinero para grandes refuerzos, Marcelo Gallardo optó por el chileno de 25 años para que sea el compañero de Javier Pinola en la zaga de River, pero el central tuvo responsabilidad en los tres goles que recibió el equipo en su debut en el torneo. Díaz fue el punto más bajo de una defensa que se vio ampliamente superada por su rival y ahora deberá trabajar el doble para recuperar la confianza de los suyos y consolidarse como titular: sería el pico de una carrera profesional con la que soñó desde que tiene memoria.
Paulo César Díaz Huincales tenía apenas 4 meses de vida cuando entró a una cancha por primera vez. En los brazos de su padre, Ítalo Díaz, quien defendió los colores de la selección chilena, recorrió los estadios más importantes del país trasandino desde los tiempos en que usaba pañales y mamadera. La pasión de su papá se trasladó por la sangre, y tanto él como su hermano menor supieron desde chicos que su destino estaba escrito de antemano: jugar al fútbol era su única opción.
Cuando se hizo un poco más grande, se animó a pedirle a su papá que lo llevara a los entrenamientos. Paulo se pasaba las horas jugando en una esquina, con una pelota reservada especialmente para él. Aunque fuera hijo de un aguerrido defensor, pasó sus primeros años como delantero, y se cansó de gritar goles en las inferiores del Cobreloa.
Se notaba que tenía condiciones, pero su amor por el fútbol estuvo a punto de terminar de manera prematura cuando el Audax Italiano lo rechazó en su cantera por ser demasiado flaco. Dolido por su primer rechazo, le dijo a su papá que ya no quería jugar más. El hombre, que había transitado en carne propia el difícil camino hacia primera división, lo convenció de esperar un poco, y le explicó que debía armarse de paciencia si quería llegar a lo más alto. Paulo aceptó el desafío y algunos años después inició su camino en la élite del fútbol chileno.
Su club de origen es Palestino, donde terminó su etapa de inferiores y se consolidó como un defensor rápido y polifuncional. Aunque su contextura física seguía sin ser la ideal para el puesto, sus cualidades le alcanzaron para debutar en el primer equipo en el 2013, cuando tenía 18 años. Una temporada más tarde llegó al club el entrenador argentino Pablo Guede, el primero que apostó por él para ser titular y quien terminaría ocupando un papel muy importante a lo largo de su carrera.
Mostró sus credenciales en Palestino y dio un paso importante a Colo Colo, uno de los clubes más grandes de Chile, pero el físico le jugó una mala pasada. Una seguidilla de lesiones arruinó sus esfuerzos por tener continuidad en el equipo y jugó apenas 5 partidos en su primer semestre. La mano que lo sacó del pozo fue la de Guede, un viejo conocido, quien lo convocó para su proyecto en San Lorenzo y poco a poco se fue transformando en su padre futbolístico.
La mejor versión de Paulo Díaz con la casaca azulgrana se hizo esperar. Luego de una salida desprolija del Colo Colo, que años más tarde le provocaría varios dolores de cabeza a la dirigencia de Marcelo Tinelli, el defensor tuvo que remarla mucho durante su proceso de adaptación. Lejos de su país por primera vez, sentía que los hinchas no lo querían, y la situación se complicó aún más cuando Guede se bajó del barco. A pesar de ello, una vez que se asentó en su nueva casa, su mejor fútbol saldó con creces las expectativas de la gente del “Cuervo”.
El mayor capital del chileno para ganarse un lugar fue su versatilidad. Formado como defensor central, era capaz de tapar huecos como lateral por izquierda, por derecha y como mediocampista de contención, lo que le valió el apodo de “Bombero”. Se convirtió en un defensor confiable, un nombre puesto para la defensa del “Ciclón”, y cerró su etapa en el club en el 2018, con 69 partidos y 8 goles en su haber.
En su mejor momento en el equipo y cuando se estaba ganando un puesto en la selección de Chile, tomó una decisión que le terminó jugando en contra: irse a jugar a los Emiratos Árabes con 24 años. Una vez más, fue Pablo Guede quien lo llamó para jugar en el Al-Ahli del fútbol árabe. El técnico argentino lo convenció de aceptar una oferta insuperable desde lo económico pero poco atractiva desde lo futbolístico, y la experiencia no terminó siendo positiva. Reinaldo Rueda, entrenador de Chile, lo criticó abiertamente por haberse ido tan lejos del radar, y quedó rezagado en las convocatorias. La aventura en Medio Oriente duró una sola temporada, hasta que aceptó el desafío más grande de su carrera.
En 2019, Gallardo estaba decidido a contar con Paulo Díaz en el plantel. Lo tenía visto de su paso por San Lorenzo y sabía lo que podía aportarle a un equipo que había perdido piezas importantes. Como la llegada del chileno se demoraba, el “Muñeco” no dudó en apurar la gestión de D’Onofrio en plena conferencia de prensa, alegando que Díaz era el único jugador que había pedido y este no llegaba al club. Finalmente, la dirigencia le cumplió el deseo a mediados de año, cuando el equipo se preparaba para encarar la recta final de la Copa Libertadores.
El chileno se sumó a una maquinaria que funcionaba a la perfección, donde cada engranaje estaba en su lugar. Su polifuncionalidad lo convirtió en el primer cambio de Gallardo cuando alguien se ausentaba en la defensa, y se animó a soñar con dar la vuelta al poco tiempo de llegar al club. Vivió la campaña de Libertadores con la conciencia de que, si la ganaba, sería el segundo jugador chileno en lograrlo en un club extranjero, pero, el cuento tuvo el final amargo que ningún “Millonario” olvidará jamás. Al fulminante doblete de “Gabigol” se le suma que Díaz fue quien perdió su marca en la jugada del empate: no volvió a mirar ese partido.
Luego de perder algunas chances en el plantel tras su infantil expulsión contra Central Córdoba, la Copa de la Liga Profesional le permitió a Díaz volver a los primeros planos, pero arrancó la temporada con un paso en falso. La salida de Martínez Quarta dejó en evidencia el punto débil del equipo de Gallardo, una defensa que necesita reencontrarse con su mejor funcionamiento. Alcanza con decir que de los 13 goles que River sufrió en el 2020, 7 fueron de cabeza y otros 3 se los hizo en contra.
El chileno es un jugador de selección y dejó un gran recuerdo en los hinchas de San Lorenzo, pero aún no pudo demostrar con la banda roja en el pecho por qué fue uno de los grandes deseos del entrenador. A sabiendas de que Robert Rojas no le dará respiro en la lucha por el puesto, el “Bombero” no tiene tiempo que perder. Gallardo confió en él para ocupar un puesto en la defensa de River: ahora, Paulo Díaz debe demostrar que está a la altura del desafío.
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