Informes de La Previa
02/08/2020 | 14:14 | A más de cuatro meses del último partido, aún no hay fecha cierta de regreso. Y en medio de la incertidumbre, surge también otro interrogante: ¿Cómo volverá el deporte más querido por los argentinos?
Mauricio Coccolo
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Entre idas y vueltas, la AFA que encabeza Tapia todavía no dio certezas
Después de casi 150 días sin fútbol la vida sigue igual, está claro, pero le falta algo. ¿Se puede comer sin sal? Por supuesto que se puede, pero los que están obligados a hacerlo dan fe de que no es lo mismo. Eso está pasando con los futboleros argentinos: llevamos cuatro meses obligados a vivir sin sal. Sin la sal del fútbol.
Cuándo volverá a jugarse al fútbol en el país es una pregunta imposible, aunque se estime que las fechas de septiembre impuestas por la Conmebol pueden ser un punto de arranque, nadie podría garantizarlo. Tiene más sentido preguntarse: ¿cómo volverá el fútbol argentino después de todo lo que pasó?
Hace cuatro meses éramos felices y no lo valorábamos lo suficiente: cuántos habrán pasado, en un rápido zapping, por ese partido del lunes que jugaban Central y Colón en Rosario sin encontrarle ningún atractivo especial. Nadie podía imaginar que aquella victoria del Sabalero, que llevaba casi dos años sin ganar de visitante, sería el último partido de Primera que se vería por estas tierras.
El domingo 15 de marzo, cuando el coronavirus llevaba apenas 12 días dando vueltas por la Argentina, el presidente Alberto Fernández dijo en una conferencia que no veía inconvenientes si los partidos se jugaban a puertas cerradas. El lunes se completó la fecha de la ya extinta Copa de la Superliga y el martes se suspendió todo.
Aquella suspensión inicial, firmada por Matías Lammens, ministro de Turismo y Deportes, era hasta el 31 de marzo, pero pasaron cosas… En aquel momento, nadie sabía cómo sería el comportamiento del virus por lo que no se podían establecer planes claros para el futuro. Donde parece que sí tenían muy claro lo que harían era en la AFA.
Hay que hacer un pequeño esfuerzo para seguir las fechas y eso ayuda a entender un poco más. El miércoles 18 de marzo, cuando todavía estaban permitidas las reuniones presenciales, se hizo una Asamblea en el predio de la AFA para designar a Marcelo Tinelli como nuevo presidente de la Superliga, que después cambiaría su nombre por el de Liga Profesional.
En abril terminaron la temporada y mataron dos pájaros de un tiro: clasificaron a los equipos a las copas y la mayoría quedaron contentos (era lo que buscaban porque tendrían que votar en unos días). Además, suspendieron los descensos por dos años para beneficiar la economía de los clubes y todo ese bla, bla, que ya conocemos de memoria.
En mayo le tocó el turno a Claudio Tapia: el 5 se confirmó que su lista sería la única en las elecciones del 19. Y así fue. En un acto virtual, 43 dirigentes eligieron por aclamación a Chiqui Tapia para presidir la AFA hasta 2025, con la posibilidad de sumar otros cuatro años y quedarse hasta el 2029. Todo se hizo 18 meses antes de que se cumpliera el actual mandato.
Con la presidencia asegurada, y la foto junto a los dirigentes más importantes del país, a Claudio Tapia solo le quedaba garantizarse la plata de la televisión para sentarse a esperar que llegara el famoso 30 de junio y los clubes pudieran liberarse de todos los contratos que quisieran.
Un debate que todavía sigue latente es qué pasará con los torneos de ascenso. La AFA siempre se mantuvo en su postura de definirlos en la cancha, pero el calendario se acorta y las presiones judiciales crecen. San Martín de Tucumán, con Roberto Sagra a la cabeza, parece dispuesto a pelear hasta las últimas consecuencias por lo que cree que le corresponde. El litigio se resolverá en el TAS, el gran tema es cuándo saldrá el fallo y qué pasará después.
Además de rascar hasta el fondo de la olla de las efemérides, durante la cuarentena también aprendimos sobre fases y descubrimos que eso que ahora llamamos AMBA contiene a los clubes que determinarán los pasos a seguir por el resto, aunque cada uno esté en una fase distinta. Lo dijo Claudio Tapia a mediados de junio: no entrena nadie hasta que todos estén en fase 4.
Curiosamente, uno de los casos más descarados de incumplimiento de la ley ocurrió en el AMBA cuando el plantel del Deportivo Riestra fue filmado entrenando en grupo. ¿En qué quedó la historia? En nada, como siempre. Le pondrán alguna multa, un chas, chas, en la cola y listo. Pasará el tiempo, todo el mundo se olvidará y cuando nos demos cuenta lo tendremos a Víctor Stinfale ocupando algún cargo con poder y decisión.
Después de lo de Riestra hubo situaciones parecidas pero no iguales en otros lugares del país. Supuestamente algunos jugadores de Godoy Cruz entrenaron en Mendoza, donde estaba permitido hacerlo, pero violaron la disposición de AFA. Lo mismo pasó con los futbolistas de Racing en Rosario.
En ciudades como Córdoba se escuchó reiteradamente el reclamo para poder entrenar de Talleres, Instituto y Belgrano argumentando, con cierta lógica, que si se pueden realizar actividades físicas al aire libre no tiene sentido impedir que los jugadores profesionales entrenen en los predios de sus clubes cumpliendo con los protocolos correspondientes.
Muy lejos, y perdida en el tiempo, quedó aquella idea de armar burbujas en las zonas blancas del país. Desde Jujuy insistieron para llevar a los clubes de Buenos Aires, incluso Víctor Blanco lo admitió como una posibilidad, pero la realidad de estos días cambia más rápido que las intenciones y la provincia deberá volver a la cuarentena total.
Un nuevo capítulo de esta interminable serie empezó cuando la Conmebol publicó las fechas para reanudar la Copa Libertadores. Uno de los pocos que salió a hablar fue Marcelo Gallardo, dejando en claro que la salud era prioritaria, pero reclamando un plan para reactivar el fútbol.
En una línea parecida a la de Gallardo se expresó Miguel Ángel Russo, aunque por un error de comunicación de Boca primero parecía que había dicho lo contrario, pero resulta que la nota era de hace meses y el técnico había cambiado su opinión. Algo completamente lógico porque todo cambia día a día. El que jugó fuerte con su opinión fue Carlos Tevez, que se paró en la otra vereda de Gallardo y Russo, diciendo que no le parece oportuno retomar los entrenamientos cuando se está muriendo gente.
Con la perspectiva que da el tiempo, hay una clara línea de acontecimientos mes a mes: marzo fue para Tinelli, abril para los dirigentes, mayo para Tapia, junio para liberarse de los contratos de los jugadores y julio para proteger a los clubes del AMBA. ¿Qué pasará en agosto? ¿Qué será del futuro del fútbol argentino? Solo Dios puede saberlo.
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