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27/03/2021 | 12:01 | El ídolo "xeneize" es vicepresidente segundo del club desde fines del 2019, y alternó entre éxitos deportivos y problemas extrafutbolísticos. Reviví lo más destacado del primer año de Román dirigente.
Mauricio Coccolo
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Riquelme conducción: luces y sombras de su gestión en Boca
La noche del 7 de marzo de 2020, en el preciso instante en que el árbitro Facundo Tello marcaba el final del partido entre Boca y Gimnasia en la Bombonera, en la fecha final de la Superliga, todas las cámaras lo buscaron a él. Entre los festejos desaforados de jugadores, hinchas y cuerpo técnico, se destacaba su rostro serio y calmo, como si hubiera sabido antes que nadie cuál iba a ser el desenlace de la película. Desde uno de los palcos y con su infaltable mate en la mano, Juan Román Riquelme era protagonista, una vez más, de una noche de gloria “azul y oro”.
Absolutamente indiscutido como ídolo “xeneize” por sus logros como jugador, aquella consagración era un inicio soñado para su nueva etapa en el club, esta vez como dirigente. Más allá de la denominación de su cargo (vicepresidente segundo), Riquelme había vuelto a Boca para “hacerse cargo del fútbol”, una promesa tan amplia como irresistible para el corazón de los hinchas. Es por eso que aquella vuelta olímpica tres meses después de las elecciones tenía un gustito especial: para muchos era la confirmación de que la mística de Román seguía intacta.
Un año más tarde, el repaso por la gestión deportiva de Riquelme no es precisamente un camino de rosas. El club sumó otra copa local a sus vitrinas y se mantuvo varios escalones por encima de la mayoría de los equipos del país, pero sus formas a la hora de conducir y algunas decisiones concretas le valieron las primeras críticas en su nuevo rol. Entre polémicas y escándalos varios, Juan Román conoció los cuestionamientos de muchos socios “xeneizes”, que lo habían recibido con los brazos abiertos.
Desde el recordado “Topo Gigio” a Mauricio Macri, y pasando por los encontronazos con Angelici, Maradona o la prensa, la figura de Riquelme en Boca siempre excedió los límites del campo de juego. Con el paso de los años, el talentoso enganche de Don Torcuato se creó la fama de tipo frontal e inteligente, con y sin la pelota en los pies. Es por eso que, cuando anunció a mediados de 2019 que quería sumarse al proyecto político del club, los hinchas sintieron que el hijo pródigo volvía a casa.
En un principio, Román pidió que todos los que integraban el mundo Boca dejaran sus diferencias a un lado y formaran una lista única, pensando en los beneficios del club, pero no hubo caso. Tuvo que elegir un bando, y optó por pararse en la vereda opuesta a Daniel Angelici. A partir de allí, fue el rostro visible de la campaña de Jorge Amor Ameal. Habló en todas partes, se cansó de dar entrevistas y se presentó como el representante legítimo del sentimiento “bostero”. Cuando se abrieron las urnas el 8 de diciembre de 2019, el resultado era una obviedad.
Ameal sería el nuevo presidente del club, pero todas las miradas estaban puestas en Riquelme. Su primera gran decisión llegó pocos días después de asumir, cuando eligió a Miguel Ángel Russo, un viejo conocido, como el nuevo entrenador del plantel profesional. La apuesta salió a la perfección. El Boca de Russo protagonizó una remontada épica sobre el cierre de la Superliga, ganó los últimos 6 partidos en fila y le arruinó la fiesta al River de Gallardo. Como si eso fuera poco, el título llegó de la mano de un Tévez imparable, como no se veía desde hacía mucho tiempo.
De esa forma, y en menos de cien días de gestión, Riquelme sumó dos golazos a su cuenta personal: la elección de Russo como técnico y el renacer de “Carlitos” Tévez. Y en ese momento, cuando todo eran elogios y aplausos, llegó la primera polémica del ciclo: el “Patrón” Bermúdez y Cascini, laderos de Román, declararon que antes de su llegada “Tévez era un ex jugador”. Fue un escándalo completamente evitable, y se convirtió en la presentación en sociedad del ya famoso Consejo de Fútbol.
La función del triunvirato compuesto por Raúl Cascini, “el Chelo” Delgado y “el Patrón” Bermúdez es uno de los puntos más cuestionados de la gestión Riquelme. Al ser hombres de su confianza se convirtieron en los voceros de Román, pero cada vez que hablan se encienden las alarmas porque hay riesgo de incendio. Lo llamativo es que, como Riquelme dejó de hablar públicamente, las declaraciones del Consejo de Fútbol son la única vía posible para conocer su posición y planes a futuro.
En el plano estrictamente futbolístico, donde había empezado con el pie derecho, las críticas más duras llegaron con la eliminación copera a manos de Santos en Brasil. El mal rendimiento del equipo dejó expuestos a todos los integrantes del proyecto, pero el propio Tévez puso en la mira a la dirigencia con un tema sensible ante la ausencia de Pol Fernández. La desprolija salida del volante fue el puntapié inicial de una serie de conflictos entre los jugadores y el Consejo que pusieron el foco en el trato de Riquelme hacia los futbolistas, quienes no ocultaron su enojo con la situación.
Otro que quedó en una posición ingrata en medio de las polémicas fue Miguel Ángel Russo. Aunque ganó la Superliga, la Copa Maradona y llegó a semifinales de la Libertadores, los choques constantes entre dirigentes y jugadores lo dejaron entre la espada y la pared. En ese sentido, Ricardo La Volpe aseguró que si el técnico no se plantaba contra el Consejo, quedaba “como un cuatro de copas” frente a sus dirigidos. Los detractores de Russo fueron aún más lejos y aseguraron que, en realidad, el que arma el equipo es el propio Riquelme.
Ante el silencio del “último diez”, las preguntas sin respuestas comienzan a acumularse: ¿Es cierto que Román le arma el equipo a Russo? ¿Está de acuerdo con las declaraciones de Cascini, Bermúdez y Delgado? ¿Sigue peleado con Carlos Tévez? ¿Qué pasó con Pol Fernández? ¿Y con Buffarini? ¿Y con Jara? ¿Y con “Wanchope”? ¿Y por qué no trae un 9 para Boca?
Juan Román Riquelme no da explicaciones, y los más críticos creen que es porque no las tiene. El último en defender esta postura fue Oscar Ruggeri, quien planteó que Riquelme no está preparado para su cargo y además dijo que si sigue por el rumbo actual su condición de ídolo está en riesgo, comparándolo con el caso Passarella.
Es innegable que Riquelme tiene una larga lista de aciertos en su haber. Fue él quien convocó a Miguel Ángel Russo como técnico en un momento complicado, para reemplazar a Alfaro. Boca ganó los dos últimos torneos locales, Superliga y Copa Maradona, relegando a River en ambas oportunidades. Tévez volvió a su mejor nivel y repatrió a Cardona, una de las figuras del equipo. Pero aún así, sería injusto destacar las luces de su gestión sin señalar también las sombras.
Cuando aún vestía de cortos y todas las pelotas pasaban por sus pies, Boca dependía de Riquelme. Hoy, más de 20 años después de su aparición, el destino de los “bosteros” sigue estando en sus manos.
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